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Columna
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Donald Trump y la barbarie imaginaria

El candidato republicano utiliza dos tragedias del continente para propagar el miedo y atacar a la Administración demócrata

El expresidente y candidato republicano a la presidencia de EE UU, Donald Trump, se dirige a sus seguidores en Las Vegas el pasado viernes.
El expresidente y candidato republicano a la presidencia de EE UU, Donald Trump, se dirige a sus seguidores en Las Vegas el pasado viernes.BIZUAYEHU TESFAYE (EFE)
Francesco Manetto

Perros y gatos. Ese es el eje de la conversación desde la noche del martes: animales domésticos frente a una barbarie imaginaria. Cuando Donald Trump soltó el bulo en el debate con Kamala Harris, cualquier persona informada y serena ya sabía que los migrantes haitianos no se comen las mascotas de los vecinos de Springfield, una pequeña ciudad de Ohio. Eso ni siquiera sucede en el homónimo pueblo de Los Simpson, que según las redes sociales lo predijeron todo —aunque en un capítulo salen tres perros nadando en una enorme caldera de la cervecera local—. Los memes enseguida inundaron las plataformas, a pesar del propósito de los asesores del magnate. Buscaban generar un clima de drama distópico y se quedaron en un sketch digno de Matt Groening, padre de la serie.


No hace falta, en realidad, aportar ningún toque trágico a la carrera presidencial del 5 de noviembre. Basta escuchar al candidato republicano hablar de migración. El viernes, Trump insistió nuevamente en la falsa especie que durante el debate provocó la risa incrédula de la vicepresidenta y aspirante demócrata. Pero en esta ocasión aprovechó una conferencia de prensa para mezclarla con otro infundio sobre una supuesta invasión de delincuentes venezolanos. Lo señaló en X la abogada y activista feminista Amee Vanderpool: “Trump prometió hoy deportar a los inmigrantes legales de Haití que viven en Springfield, Ohio, y promete enviarlos ‘de regreso a Venezuela’. Esto es una prueba de que el comentario sobre comer mascotas en Ohio sí tenía la intención de ser un insulto racista contra los haitianos”.

Haití es el país americano que más ha tocado fondo en la última década, desde el devastador terremoto de 2010. La miseria, el desgobierno y la violencia desbocada en una nación presa de las pandillas siguen expulsando a cientos de miles de personas. Venezuela lleva desde 2017 sumida en una crisis económica, política y social que ha desencadenado uno de los mayores éxodos de la historia reciente. Dos tragedias instrumentalizadas para propagar el miedo y atacar a la Administración demócrata.

¿Pero por qué Haití y por qué esa pequeña ciudad del Medio Oeste? El lunes, un día antes del debate, la campaña de Trump publicó este mensaje: “Recuerden: Aiden Clark, de 11 años, fue asesinado cuando se dirigía a la escuela por un inmigrante haitiano al que Kamala Harris dejó ingresar al país en Springfield, Ohio”. El candidato republicano a la vicepresidencia, J.D. Vance, también se empleó en impulsar el bulo: “Hace meses, planteé la cuestión de los inmigrantes ilegales haitianos que agotan los servicios sociales y, en general, causan caos en todo Springfield. Los informes muestran que algunas personas han secuestrado y comido a sus mascotas, personas que no deberían estar en este país”, escribió. Esos “informes” equivalen, en el mejor de los casos, a habladurías. En el peor, a calumnias intencionadas.

Entre los dos mensajes, el propio magnate publicó en su red social, Truth, un montaje pretendidamente desafiante en el que se le ve rodeado de patos y gatos. Así llegó al cara a cara con Harris, animando a sus seguidores a multiplicar la propaganda. En medio de ese torbellino de mentiras y ruido, hubo quien recordó unas declaraciones del presidente salvadoreño, Nayib Bukele, admirador incondicional de Trump, al comunicador Tucker Carlson. Otra imagen de película de terror: las maras sacrifican a niños y eso sucede también en Estados Unidos, dijo.

La respuesta más digna a los disparates la dio el padre de Aiden Clark, el menor fallecido en un accidente de un autobús escolar con un vehículo conducido por un haitiano. Nathan Clark rogó a Trump y a Vance que dejen de utilizar a su hijo: “Pueden vomitar todo el odio que quieran sobre los inmigrantes ilegales, la crisis fronteriza y también falsedades como que las mascotas están siendo arrasadas y comidas por miembros de la comunidad. Sin embargo, no les permito ni nunca les he permitido mencionar a Aiden”. “Esto tiene que parar ya”, imploró.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.
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