El empuje del antifeminismo de Milei entre los jóvenes, símbolo de una grieta generacional
¿Qué fibras toca el discurso del mandatario argentino: misógino y negacionista de la desigualdad de género? ¿Hay una grieta en la generación Z?
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“No voy a pedir perdón por tener pene”. “No voy a sentir vergüenza de ser un hombre blanco, rubio y de ojos celestes”. A medida que el feminismo avanzaba en Argentina, Javier Milei lanzaba estas frases y construía su personaje controvertido y excéntrico, mucho más que un economista mediático. Luego fue incorporando disfraces, tonos de voces, muecas, hasta llegar a blandir una motosierra con la que, prometió, destruiría a “la casta” y el Estado.
El discurso —amplificado hasta el hartazgo por las redes sociales— caló hondo entre los más jóvenes, principales consumidores de TikTok. En las elecciones, el líder libertario llegó a conseguir el 70% de apoyo entre los menores de 24 años. Pero no fue un voto homogéneo: por primera vez, hubo una marcada diferencia ideológica dentro de una misma generación.
¿Qué pasó? ¿Cómo incide el antifeminismo de Milei? ¿Qué fibras toca su discurso misógino y negacionista de la desigualdad de género? ¿Por qué genera apoyo entre chicos que tienen compañeras y amigas de la Marea verde? ¿Hay una grieta en la generación Z?
Todo indica que mientras ellas marchaban por las calles cantando “¡Mi cuerpo, mi decisión!”, y “¡El violador eres tú!”, ellos volcaban su bronca en el ciberespacio. ¿Se sintieron cuestionados? ¿Se vieron excluidos en los reclamos? ¿La vieja división partidaria le dio paso a otra nueva división por género y generación?
Un nuevo escenario de análisis
Paola Zuban, politóloga y directora de la consultora Zuban Córdoba & Asociados, explica: “En los jóvenes de 16 a 30 años existe una brecha de género. A Milei lo votó el 59,10% de las personas de esa edad, 7% más varones que mujeres. Hay una brecha de género importante respecto a la ideología y votación entre hombres y mujeres que se profundiza en los jóvenes”.
“Históricamente, se estudiaba a la opinión pública desde una noción generacional, es decir, que cada generación tiende a tener comportamientos bastante homogéneos en cuanto a la política y la ideología. Entonces, ¿cómo se entiende que una misma generación es progresista en ciertos temas, pero conservadora en otros?”, plantea.
Y cita a Alice Evans, profesora de la Universidad de Stanford, que sostiene que “la Generación Z son dos generaciones, no una”, y un trabajo de Gallup que dice que, en Estados Unidos, después de décadas en las que los sexos estaban distribuidos casi por igual en visiones del mundo liberales y conservadoras, las mujeres de 18 a 30 años son ahora un 30 por ciento más liberales que sus pares masculinos. Lo mismo sucede en Alemania, España, Gran Bretaña, Polonia, Túnez, Corea del Sur, China, Brasil y más recientemente en Argentina.
“La mayoría de los fenómenos que pueden explicar esta brecha de género mundial, se agrupan en tres ejes no excluyentes”, detalla Zuban. El primero es económico: “Los países con economías en crisis, profundizadas por la pandemia, dejan Estados con altos índices de desocupación en los que las mujeres son afectadas, en mayor medida que los hombres, por trabajos precarizados y las responsabilidades de tareas de cuidados. Mientras, los hombres advierten los avances de las agendas de género como una competencia laboral aguda”.
En segundo lugar, ubica a los movimientos feministas: “Producen sociedades más igualitarias con mejoras en la educación, más mujeres en puestos de decisión y pérdida de centralidad de la religión”. Y, por último, el aspecto sociocultural: “Los efectos en mujeres y hombres de las nuevas formas de socialización que habitan espacios separados y culturas diferentes en las redes sociales”. Habla de “varones hiperconectados” que temen el avance de la igualdad, que les genera “resentimiento, odio”.
Hace años se habla de backlash como la reacción que resiste los avances: “El MeToo y la militancia por la aprobación de la IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo), abrió la puerta a los movimientos de pañuelos celestes y “salvemos las dos vidas” —asegura Zuban—. La distinción es que estos nuevos movimientos feministas son ascendentes, nacen en las bases de la sociedad y escalan a la agenda pública y política, mientras que los movimientos reactivos están organizados y financiados por organizaciones con intereses políticos, religiosos, intelectuales”.
En Argentina la brecha de género salarial llega al 30%, mientras que hay un femicidio casi a diario. Los datos parecen no llegar a los jóvenes libertarios. Zuban lo explica desde “la burbuja informativa”, “los algoritmos”, ciertas “líneas editoriales”, y “la polarización que muestra lo diferente como enemigo”.
Feministas libertarias
Las Pibas Libertarias y las Mujeres por la Libertad muestran que se puede apoyar a Milei y autopercibirse feminista. Sus reclamos no son homogéneos y varían según la edad, pero suelen coincidir en que el Estado debe mantenerse al margen.
Melina Vazquez, doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA), diferencia a las liberales de las conservadoras: “Vida, propiedad y respeto de vida del proyecto del prójimo son tres núcleos de sentido con los que se mueve esta militancia, y el trabajo hermenéutico da lugar a posiciones muy diferentes dentro de un espacio habitado por muchas tensiones —dice sobre el aborto—. Las tensiones entre el sector liberal y conservador también se ven entre las posiciones que sostienen las y los jóvenes sobre las agendas del feminismo, pero todos coinciden y celebran que se haya cerrado el ministerio (el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad). La narrativa anti-Estado funciona”.
“Se oponen a las leyes de cupos y a priorizar a las mujeres por sobre otros grupos. Sin embargo, muchas son conscientes de que sin cupos ellas no tendrían lugar en el liberalismo: reconocen que otras fuerzas, desde la izquierda hasta el peronismo, han dado lugar a las mujeres. Aunque creen en el mérito y la igualdad ante la ley, saben que sin cupos ellas no tendrían lugar. Y esa es una de las batallas que dan —asegura Vazquez—. Otra es romper el techo de cristal, pero con esfuerzo y mérito, no con más Estado”.
La especialista asegura que las más jóvenes llegan al libertarismo de maneras diversas, “a veces por la agenda económica que propone Milei y tienen posiciones pro-choice y pro legalización de drogas. Están sensibilizadas por el feminismo en algunas de sus perspectivas: problematizan los femicidios, aunque son muy punitivistas, y suscriben al Ni Una Menos, pero discuten que la solución venga del Estado. Tampoco acuerdan con que el Estado vele por los derechos de minorías sexuales, como el cupo laboral trans. Y las que adhieren al aborto dicen: ‘que sea legal, pero pagátelo vos’. La clave generacional es central: las más grandes son mucho más conservadoras que las jóvenes”.
¿Y los jóvenes?
Para Vazquez, hay varones que se muestran “cansados con la corrección política: ‘no podemos decir esto, no podemos decir lo otro...’, lo exacerban y responden con la incorrección política. También se mofan de esa corrección, por eso muchos empiezan como grupos de memes, para reírse y decir ‘lo que no se puede decir’. Y muchos influencers construyen un nicho y mercantilizan sus videos y ven que tienen eco entre esos chicos, se vio sobre todo entre 2018 y 2021″.
En 2018 empezó en Argentina el debate sobre el aborto legal, que se prolongó durante todo el año y obligó a que se hablara de muchos otros temas, como la Educación Sexual Integral, la violencia de género, los abusos, acosos y violaciones. Miles de chicas compraron sus pañuelos verdes y salieron a las calles a cantar sus consignas de autonomía y libertad. Luego, en 2020, llegó la pandemia y el encierro forzoso en hogares, que se prolongó hasta 2021. Entonces proliferaron los grupos de whatsapp, armados con enojo ante el señalamiento y la cancelación.
Mientras, crecía un león.
Género y generación
Según la última encuesta de la consultora Opina Argentina, la imagen de Milei sigue generando una brecha entre géneros: es positiva para el 57% de los varones y para el 47% de las mujeres. Mientras, en la franja de 16-29 años la imagen bajó del 70% al 60% en los últimos seis meses. De todas formas, es el grupo que más lo apoya.
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