Ventajas de la política internacional
Hablar de lo de fuera solo es una excusa para hablar de lo de dentro y hablar de lo de dentro es hablar de lo de siempre
Cuando uno analiza la actualidad política española unas 50 semanas al año, encuentra sorpresas, giros, contradicciones, y a poco sentido de la realidad que conserve confesará que muchas veces no tiene ni idea de lo que va a pasar ni por qué. En cambio, ve con más claridad la política internacional que observa ocasionalmente: el extranjero es más sencillo; rápidamente encuentra las razones del resultado en las elecciones francesas o británicas. La información es un engorro para el análisis: como al parecer dijo Sydney Smith, “no leo los libros que reseño. No quiero tener prejuicios”.
A mí esto me parece bien: estamos acostumbrados a que los franceses y los británicos nos expliquen nuestro país, y entretiene aplicarles los tópicos a otros. Aunque los clichés que tenemos sobre los demás cuentan sobre todo cosas de nosotros mismos. Celebramos el fracaso de la ultraderecha en Francia y lo ponemos como ejemplo inspirador para España, donde la izquierda lleva seis años en el poder. ¡A ver si aprendemos!, decimos. También hace tiempo que la alerta por el auge de la extrema derecha en Europa convive con el impostado anhelo de que en España tengamos una derecha como la europea. Todo eso no es más que propaganda: hablar de lo de fuera solo es una excusa para hablar de lo de dentro y hablar de lo de dentro es hablar de lo de siempre.
Otras veces es justo al revés: hablamos de lo que ocurre fuera para no hablar de lo que sucede dentro. Por ejemplo, alertamos de líderes que critican a los jueces, que dicen que las noticias que les perjudican son bulos, que colonizan las instituciones y los medios de comunicación públicos, que borran las distinciones entre el partido, el Gobierno y el Estado, que diluyen la función del Parlamento, que no solo mienten sino que muestran una indiferencia metafísica hacia la verdad. Pero eso solo lo vemos en países lejanos. Una pista para entender esta corriente literaria, que Manuel Arias Maldonado denomina “los antitrumpistas de Sánchez”, es releer las Tesis sobre el cuento, donde Ricardo Piglia explicaba que todo relato cuenta siempre dos historias. Un relato visible, decía, esconde un relato secreto, narrado de un modo elíptico y fragmentario. La historia secreta es la clave de la forma del cuento, explicaba Piglia, y en ella asoma que la mujer del presidente del Gobierno recibiera en La Moncloa al rector de la Universidad Complutense para hablar de su cátedra o que el ministro de Justicia hable del caso como si fuera el abogado de un particular. @gascondaniel
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