Ayuso, Milei y el saco de Óscar Puente
Nos inundan los insultos, exabruptos, zancadillas y medallas contaminadas, todo ello pagado con nuestros impuestos. Tal vez se entiende así la fatiga informativa de los españoles
Mirad qué mundo tan curioso: hemos pasado de premiar preventivamente a un hombre por su ejemplaridad potencial (Barack Obama, Nobel de la Paz cuando apenas llevaba unos meses en la Casa Blanca) a hacerlo con otro que viene a insultar y desmantelar el Estado argentino con su motosierra (Javier Milei). Tom Cruise nos enseñó a castigar de antemano a los futuros villanos desde la “unidad del precrimen” en Minority Report. Pero ahora tenemos que aprender a premiarlos.
El presidente argentino cosecha ya algunos galardones sin haber demostrado nada más que ruido, descalificaciones, detenciones y un proyecto radical aprobado por el Congreso cuyas consecuencias para las clases humildes se adivinan dramáticas. Son estos: la presidenta Isabel Díaz Ayuso le concede una Medalla Internacional, el centro neoliberal Juan de Mariana le premia, como también la Asociación Hayek en Hamburgo y el Instituto Liberal checo en Praga. Imposible imaginar más galardones en un solo viaje.
Su estilo, por desgracia, es tendencia transversal, como demuestra desde el Gobierno Óscar Puente, un ministro soez cuyo sueldo pagamos todos y que insulta con palabras como “saco de mierda” o acusa públicamente al propio Milei de drogadicto. El saco global está lleno. Lleno de exabruptos que ningún comportamiento justifica en dirigentes públicos y que solo dan argumentos a los enemigos.
El propio Alberto Núñez Feijóo confesó el miércoles, mientras se celebraba el 10º aniversario del reinado de Felipe VI, que el monarca lo ha hecho mejor que la clase política. Y tiene razón, paradójica y especialmente en lo que se refiere al comportamiento de su propio partido, el PP, que se ha convertido en antisistema en materias clave.
La más acuciante es la que afecta a la justicia, en la que Feijóo sufre las presiones del ala más derechista, opuesta a cualquier acuerdo, pero surge además otra de dudosa legalidad: la política exterior. El líder popular termina la semana de nuevo desdibujado por dos factores: no haber sido invitado a los actos del 10º aniversario del Rey en el Palacio Real y los desafíos de Ayuso, que ha puesto alfombra roja a Milei no a pesar de sus insultos a Sánchez, sino precisamente por ellos.
Ayuso empuja a la ultraderecha al rincón al amadrinar a Milei, a la vez que se sube al carro del populismo internacional y vuelve a exacerbar su voz propia frente a Feijóo. Un tres en uno de enorme eficacia a su favor que juega en contra del presidente de su partido.
El saco global está lleno, decimos, de insultos, exabruptos, zancadillas y medallas contaminadas, todo ello pagado con nuestros impuestos. Tal vez se entiende así la fatiga informativa que sufren los españoles y su huida de las noticias. Así de triste.
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