Puigdemont, cine mudo en Bruselas
El vídeo del expresident de la Generalitat triunfa en las redes, mientras la reparación a las víctimas del franquismo cae en un olvido de décadas
Las casualidades las carga el diablo. El lunes a mediodía, en Madrid, Pedro Sánchez y sus ministros asistieron a un acto de homenaje y reparación a las víctimas del franquismo. Para cuando llegaron, ya hacía rato que esperaban sentados en sus sillas, en medio del escenario, algunos de los protagonistas del acto. Estaba, por ejemplo, Nicolás Sartorius, que recibió el diploma en representación de los sindicalistas de Comisiones Obreras condenados por el proceso 1001, y también el historiador Nicolás Sánchez-Albornoz, o la sobrina de Conchita Granjé Beleta, quien formó parte de la Resistencia, fue detenida por la Gestapo y enviada en un tren de ganado a un campo de concentración nazi. Otros murieron en la guerra, o fueron fusilados por un bando o por el otro —entre los homenajeados estaba el registrador de la propiedad Jesús Requejo, asesinado junto a su hijo por un grupo de milicianos y declarados mártires por Juan Pablo II— o, simplemente, no dispusieron de los 85 años de Sartorius o de los 97 de Sánchez-Albornoz para esperar el casi medio siglo que gobiernos sucesivos del PSOE o del PP han necesitado para dedicarles un homenaje. Y, aun así, allí estaban, ellos o sus familiares, tranquilos en sus sillas, agradecidos, al fin y al cabo.
Escribía lo de las casualidades porque, en octubre de 2009, asistí como corresponsal en México al homenaje que el entonces ministro de Justicia, Francisco Caamaño, tributó en la embajada española a la memoria del presidente de la Generalitat Lluís Companys, fusilado el 15 de octubre de 1940. Fue un acto sencillo, cargado de emoción, en el que el ministro entregó a María Luisa Gally, la nieta de Companys, un documento de reparación. Después hablé con Gally en su despacho de directora del instituto Luis Vives del Distrito Federal. Me contó el sufrimiento de su madre —la hija de Companys— desde que, ya en el exilio mexicano, se enteró de que su padre había sido detenido, de que su hermano, que estaba hospitalizado en Francia, se había perdido… “Mi abuelo”, explicaba Gally, “murió sin saber qué le había pasado a su hijo, que también se llamaba Lluís. Mi madre padeció aquello enormemente, no volvió a ver ni a su padre ni a su hermano, y tanto ella como mi padre murieron en el exilio... La reparación llega un poquito tarde”.
La casualidad hizo que me acordara de aquellas palabras de María Luisa Gally, pronunciadas una tarde de octubre de 2009 en la ciudad de México, durante el acto que se celebró el lunes en Madrid. Si entonces era un poquito tarde, 24 años después, tras dos legislaturas de Rodríguez Zapatero, otras dos de Rajoy y una y pico de Sánchez, ¿a qué espera la política española, y en especial el PSOE, para saldar de una vez esa inmensa deuda de gratitud con las víctimas de la guerra y la dictadura? De aquel día en la embajada española en México también recuerdo que la nieta de Companys le pidió al ministro otra cosa: “Me gustaría que todos los libros de historia que durante tanto tiempo mintieron digan que mi abuelo murió como vivió, de forma honorable”.
“La gran incógnita es lo que Puigdemont está dispuesto a ceder además de los votos de su partido. Si la ley renuncia a perseguir sus delitos en nombre del bien mayor de la concordia, Puigdemont debe renunciar a cometerlos de nuevo.” https://t.co/qtR7Ftj63a via @el_pais
— Lluís Bassets (@lbassets) October 31, 2023
El honor en la política. Otra casualidad. Unas horas después del homenaje a los luchadores por la democracia corrió como la pólvora por las redes el vídeo sin sonido en el que Carles Puigdemont, el president de la Generalitat que huyó de España escondido en el maletero de un coche, dejando tirados a sus compañeros en la intentona secesionista —que sí afrontaron un juicio y penas de cárcel—, sonríe complacido de su última travesura, la de recibir bajo una enorme fotografía del referéndum ilegal a la delegación del PSOE que, a cambio de un puñado de votos, le devolverá, por el procedimiento de urgencia, su derecho oficial a la honorabilidad.
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