Largas listas de espera en la sanidad
Los lectores escriben sobre los problemas en los centros de atención primaria, el cambio climático, el ‘fenómeno Barbie’ y la necesidad de parar en la sociedad frenética en la que vivimos
Ya sé que se habla y se escribe mucho sobre ello, pero creo que como no tiene visos de solución hay que insistir, una y otra vez. Me refiero a las odiosas listas de espera que tenemos que sufrir en la sanidad pública madrileña. Ahora no es solo en las de especialista o en las cirugías, sino también en la atención primaria. Primero, conseguir que te cojan el teléfono, porque siempre “todos los operadores están ocupados” y te invitan a llamar en unos minutos. Y así, una y otra vez, un día tras otro. Cuando, por fin, consigues que alguien te conteste (la última cita la conseguí llamando a la Dirección de Atención al Paciente), la cita es para unos cuantos días después y yo, y supongo que cualquier persona, no puedo prever cuándo voy a necesitar una asistencia médica. Si llamas al médico es porque lo necesitas, no por gusto. Cierto es que las competencias de la sanidad, en Madrid, son de la Comunidad, pero creo que, en este problema endémico, algo tendría que decir el Ministerio de Sanidad.
Ángel Villegas Bravo. Madrid
Responsabilidad del cambio climático
Se habla mucho de dar la responsabilidad a los ciudadanos para contribuir a frenar el cambio climático. Eso es de un cinismo atroz, como poco. Se sabe qué es lo que pasa, perfectamente. Basta escuchar a António Guterres, secretario general de la ONU. La responsabilidad es, exclusivamente, de los poderes económicos, que no quieren hacer absolutamente nada para así engordar sus beneficios, creyendo que nunca les va a pasar factura. ¡Hay que reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero! De hoy para mañana. No hay otro remedio. ¿Que un cambio como este puede suponer un cataclismo? Sí, pero no hacerlo es ir a un suicidio planetario.
Andrés Acosta González. Tres Cantos (Madrid)
‘Barbie’, pero no tanto
Sigo conmocionada por el fenómeno Barbie. La exaltación del color rosa de estos últimos días me ha hecho retroceder algunos años para recordar la infancia de muchas niñas, esas que querían tener las medidas de la famosa muñeca, los mismos trabajos y, por qué no, casarse con un Ken. En los últimos años han intentado mostrar una mayor diversidad física de la muñeca. Aunque a mí me sigue pareciendo que representa unas ideas obsoletas, dentro de este campo de batallas culturales, estaría bien recordar que también son unas chicas preciosas las que pesan más de 45 kilos, las que no les gusta vestir de rosa, las chicas que no quieren casarse y las que no quieren gastarse su dinero en descapotables.
Marta Escobar García. Sanlúcar la Mayor (Sevilla)
Frena y reflexiona
Vivimos demasiado acelerados. Como si lleváramos corriendo toda la vida una maratón a cuya meta nunca llegamos y sin poder pararnos a disfrutar del paisaje. Aunque parezca mentira, frenar, pararse a reflexionar y observar la vida es un lujo que nos podemos permitir. Así que, de vez en cuando, no está mal hacer una parada en el viaje de nuestra existencia, soltar el equipaje y contemplar un poco las vistas. Seguro que nos puede ayudar interiormente a replantearnos nuestra existencia en este mundo.
Pedro González Berdayes. Siero (Asturias)
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