Negacionismo climático
Los lectores alertan del peligro de retroceder frente a la emergencia climática y opinan sobre la definición de España, la necesidad de pasar tiempo con los seres queridos y el consumo cultural
El cambio climático es uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la humanidad con consecuencias que ya estamos padeciendo, manifestadas en episodios de sequías, olas de calor cada vez más frecuentes o incendios forestales devastadores. El negacionismo climático empieza a adquirir un carácter de política concreta y se ha convertido en una amenaza. Asistimos perplejos en municipios y comunidades autónomas gobernadas por los partidos de derecha y extrema derecha a una regresión en los avances que ya se estaban produciendo en la transición hacia un modelo de desarrollo más sostenible, descarbonizado, con las energías renovables y la eficiencia energética como protagonistas y lleno de oportunidades para que España siga a la cabeza de los países del mundo que lideran este cambio de modelo. Suprimir carriles bici o limitar las zonas de bajas emisiones son medidas concretas que anuncian un retroceso de consecuencias no calculadas, como dificultar la llegada de fondos europeos vinculados a la transición ecológica.
Álvaro Abril Aparicio. Madrid
A propósito de España
España no tiene opinión y, por supuesto, no sabe ni de concepto de organización de un Estado, ni de ideología política, ni de religión. Quien tiene el concepto de organización de Estado, de ideología y de religión somos las personas que vivimos en España. Así las cosas, para este país todos somos iguales, independientemente de ideologías políticas y religiones. Ninguna persona que viva en España está por encima de otra ni, por supuesto, es más española que las demás solo porque piensen distinto a como piensa ese ciudadano política y religiosamente hablando. Todo nos llega por el entorno en el que vivimos, lo decía Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mis circunstancias”. Esas circunstancias son las que moldean nuestra manera y forma de ser y, claro, todo nuestro pensamiento político y religioso.
Enrique González. Madrid
Quiero tiempo
En unos días es mi cumpleaños. Este año, de regalo, quiero tiempo. Como mujer, madre y trabajadora quiero tiempo para depilarme el bigote, las piernas y cortarme las uñas. Quiero tiempo para leer mis wasaps sin esquivar juicios ajenos. También quiero que los míos me regalen su tiempo, que pasen un fin de semana entero conmigo hasta que nos quede tan poco con lo que ponernos al día que tengamos que recurrir a anécdotas añejas. Este año quiero solo tiempo, que es lo único que tenemos
Elsa OBrien Lopez. El Boalo (Madrid)
Cambiar el canon
¡Qué hermoso el artículo de Estrella de Diego! Me quedo con sus primeros párrafos sobre lecturas estivales. Aún recuerdo el verano en que en siestas sofocantes, con estruendo de chicharras, sin invasiones de redes sociales, plataformas o correos electrónicos, como dice la autora, leí los tres tomos de El Señor de los Anillos. Igual soy tremendamente ingenuo, pero con el fenómeno Barbenheimer, que supone una vuelta a las salas de cine, tengo la percepción de que muchos hábitos viejunos —lectura, oír música, etcétera— tienen un renacimiento. Creo que puede haber un giro, hoy embrionario y lentísimo, en el que TikTok, plataformas de streaming y los influencers no sean el canon de la cultura actual.
Jose Seva Insa. Alicante
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