Carta a un joven indignado
Supongo que te parecerá raro, pero si en unos años te atreves a decir lo mismo que lleváis semanas voceando en Sol, muchos de los que hoy lo corean contigo te acusarán de ser un reaccionario
Querido amigo que duermes en la Puerta del Sol:
Te escribo desde 2023, donde no he visto atacar a naves en llamas más allá de Orión, pero sí cosas que seguramente no creerías. Lo que sigue son una serie de advertencias que puedes obviar —para algo tienes 20 años—, pero no quiero dejar de hacerte. La primera de ellas es que buena parte de los amigos que te has echado en la plaza no son como tú. Pregúntales por sus padres, verás que casi ninguno es cartero como los tuyos; los hay con varios pisos a su nombre, con despachos de abogados, con cargos públicos. El padre de uno tiene hasta un Goya en casa. Y eso es importante, no por el reconocimiento cinematográfico, sino porque hay quien puede elegir muchas cosas, incluida su ideología, y luego estáis los que podéis elegir menos.
Andando el tiempo, algunos de los que ahora te cruzas en las asambleas que se alargan hasta la medianoche serán diputados. De lo que hoy estáis sembrando saldrá un vicepresidente del Gobierno y unos cuantos ministros. Supongo que esto te alegrará, pero no es como te imaginas.
Una década más tarde seguimos siendo mercancía en manos de políticos y banqueros y siguen mandando los mercados, aunque no los hayamos votado, pero al final conseguisteis acabar con el bipartidismo. Al menos en teoría, porque se terminó refundando poco después en un bibloquismo bastante ridículo: nadie habla ya del pueblo contra la casta ni de los de abajo contra los de arriba, sino de fascistas y socialcomunistas. Daría miedo en vez de pena si no fuera porque ninguno de los dos existe más que en la imaginación y la retórica de su contrario. Por cierto, ¿sabes esa trifulca que acabas de ver por la pancarta feminista? Unos querían colgarla y otros no, así que se armó el Belén. Si aquello te pareció marciano, prepárate para la próxima década.
Supongo que te parecerá raro, pero si en unos años te atreves a decir lo mismo que lleváis semanas voceando en Sol, muchos de los que hoy lo corean contigo te acusarán de ser un reaccionario. Si comentas que sois la primera generación que vive peor que sus padres —porque siento decirte que lo seguiréis siendo—, te montarán un expolio por impugnar la idea de progreso. Y ay de ti como se te ocurra, en una década, volver a decir eso de “PSOE, PP, la misma mierda es”.
Uno de los líderes del partido en el que cristalizó el 15-M comenzó a recular afirmando que bueno, “olían parecido, pero eran mierda distinta”. Y del afán por la sutil clasificación de excrementos se pasó a la coprofagia explícita: pronto, vuestros herederos acabaron comiéndose todos los marrones del PSOE.
¿Sabes que decía Fidel que la historia lo absolvería? Pues a Zapatero le ha pasado. Ya nadie se acuerda de que vuestras protestas fueron durante su mandato. Algunos de los que hoy en Sol le piden cuentas por el 135, por congelar las pensiones o por las bajadas salariales a los funcionarios acabarán poniéndole ojitos y justificándolo porque fue, como decía Galeano de Cuba (por seguir con los símiles revolucionarios), lo que pudo y no lo que quiso ser.
Aun así, sigue en la plaza, en los ratos que te dejen la universidad y el trabajo. Porque tenéis razón. Y una década después, la seguiréis teniendo.
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