Ferrovial descarrila
El presidente de la empresa parece olvidar el imperativo categórico de su padre y fundador de la casa, el verdadero Rafael del Pino, que se propuso “devolver a la sociedad española parte de lo que esta sociedad me ha dado”: la española, no la holandesa
Mañana se cumple una semana desde que Ferrovial anunció su traslado a Ámsterdam. Una semana sin explicar su motivo, y, en cambio, prodigando falacias. Tiene derecho a instalarse donde quiera: puede hacerlo, si no es en fraude de ley (porque su sede social nueva fuese ficticia). La protege el Tratado de la UE y la directiva 2014/24, sobre contratación pública: la libertad de establecimiento implica igualdad de trato a las empresas en el espacio común. Y prohíbe discriminarlas en las licitaciones: “La contratación no será concebida con la intención de excluir” a nadie, ni para “favorecer o perjudicar” a algún operador económico (artículo 18). Y España no es un emporio de salteadores de caminos.
A cambio, las empresas tampoco deben engañar al mercado (ni al Gobierno) al justificar sus decisiones. Es risible el argumento de la constructora de que se va para “alinear la estructura corporativa” a su actividad productiva: pues no opera en Holanda. Es ofensivo insinuar que huye buscando un país con “marco jurídico estable”. España lo tiene. Lo demuestra el récord de inversión extranjera en 2022 o el aplauso de la Comisión a su Plan de Recuperación con fondos Next Generation.
Y es confusionario argüir que se instala en Holanda porque “es una plataforma óptima para cotizar en EE UU”. Sucede que muchas empresas españolas ya cotizan en EE UU (Santander, BBVA, Grifols, Inditex, Repsol, FCC...) sin necesidad de pasar por la Bolsa Euronext-Amsterdam, como ha recordado la CNMV. Y con buenos resultados (en frecuencia y cuantía de contratación), incluso si lo hacen de forma indirecta, a través de certificados bancarios que sí les dan liquidez satisfactoria (los american depositary receipts). Así que podría tramitar la entrada en el mercado americano desde su sede española.
Pero eso no es lo peor, sino el descarrilamiento de su deducción de que para cotizar en Ámsterdam deba domiciliarse en Ámsterdam: podría incorporarse a la Bolsa holandesa (y al mercado de EE UU) sin perder su nacionalidad (al trasladar su sede social). Más de 35 empresas españolas de todos los sectores (como Making Science, Kompuestos, Scientia School o Lleida.net), y todas con sede española, cotizan en ese mercado (a fecha de 1 de enero de 2022). Y también francesas, británicas, islandesas: Marel, BenevolentAI, GP Bullhound, Banijay... sin dejar de serlo.
El presidente de Ferrovial parece olvidar el imperativo categórico de su padre y fundador de la casa, el verdadero Rafael del Pino, que se propuso “devolver a la sociedad española parte de lo que esta sociedad me ha dado”: la española, no la holandesa.
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