_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Soy idiota

Me pregunto cómo es posible que las cifras macroeconómicas del país sean tan buenas con un tercio de la población en riesgo de pobreza

inflación fruta
Productos en venta en una frutería de un mercado de Mahón (Menorca).David Arquimbau Sintes (EFE)
Juan José Millás

Dijeron por la radio que se podía estar delgado y ser obeso del mismo modo, pensé yo, que los ricos, en las novelas románticas, suelen ser pobres porque les falta lo esencial. Lo esencial, que pertenece al alma, no sale en los extractos bancarios ni en los análisis de sangre ni en las radiografías. Las novelas románticas, en fin, están llenas de pobres ricos, como las consultas de los nutricionistas están llenas de delgados obesos. Todo conduce a su contrario: entre los exhibicionistas abundan los tímidos, la agorafobia es una de las manifestaciones de la claustrofobia y la tensión alta mala es la baja. De otro lado, los efectos secundarios de la ley del solo sí es sí se explican por la propia perfección de la norma. Hay que mirarlo todo del revés para comprender el significado de las cosas.

Viene a cenar a casa un amigo gordísimo que observa mi delgadez con lástima. Dice que tengo que cuidarme porque la gordura es la antesala de la diabetes. “Puedes tomarte el paté a cucharadas”, añade, “siempre que cuides la proporción entre la grasa y el músculo”. Hay también, según él, un problema de desinformación en el asunto de la obesidad infantil: los niños flacos son con frecuencia los que están más gordos.

Cuando se marcha, me meto en la cama (aunque quizá esté saliendo de ella, no lo sé) y me pregunto cómo es posible que las cifras macroeconómicas del país sean tan buenas con un tercio de la población en riesgo de pobreza. O cómo hemos conseguido detener la inflación sin que la leche deje de subir. Me pregunto también por qué las desigualdades no dejan de crecer cuando es la primera preocupación de los gobernantes. Pero me lo pregunto porque soy idiota, porque no entiendo el funcionamiento de la realidad. Ni siquiera me había dado cuenta de que me sobraban tantos kilos disponiendo de tan pocos. Mañana, a régimen.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_