Tratar el cáncer sin privilegios
Los lectores escriben sobre el tabú de algunas enfermedades, los ruidos en el transporte público, la jornada reducida y la subida de los precios
¿Quién no tiene o ha tenido algún familiar o amistad con cáncer? Hace unos años, nadie citaba esta enfermedad por su nombre; solo era esa “penosa y larga enfermedad”. El panorama ha cambiado. En la actualidad, hasta hay pacientes que hablan en las redes sociales de sus tumores malignos como quien narra las peripecias viajeras de una banda de células criminales. Cada persona es un mundo y, en este caso, cada persona vive su cáncer sola ante el peligro de sus mutaciones, pero, donde no llegue la genética propia, sí debería llegar la respuesta universal de los poderes públicos a la hora de dispensar las curas necesarias, sin distinción de territorios o personas. Y en este ámbito sí me parece que hay batalla, sobre todo tras leer que la máquina estrella para el tratamiento del cáncer del hospital de La Paz solo se ha usado en un año en 12 pacientes, uno de ellos un alto cargo del hospital.
Gonzalo de Miguel Renedo. Logroño
Paz en el tren
Parece que viajar leyendo o viendo pasar el paisaje ha pasado a ser un hecho extraordinario que dudo podamos recuperar. Recuerdo, y no hace tantos años, cuando iba a Valencia a la Universidad, disfrutar del viaje en Cercanías leyendo un libro o una revista. Entre párrafos, levantaba la mirada y veía la huerta de Valencia. Qué paz y qué sosiego durante aquellos viajes. Esto ha pasado a la historia. Hoy, todo el mundo va con el móvil, que no me importaría si no fuera porque llevan el volumen a todo trapo. En un vagón pueden confluir casi tantos vídeos de Instagram a toda máquina como pasajeros. ¿No habrá nadie que les diga a estas personas que escuchen lo que quieran, pero con los auriculares puestos? Porque, ¿a cuántos han visto leer en voz alta?
Carmina Mahiques Miñana. Barx (Valencia)
Jornada reducida
La reducción de la jornada laboral tiene muchos beneficios para mejorar la salud física y mental de las personas, así como para aumentar la productividad. Fomenta un equilibrio entre el trabajo y la vida personal, lo que puede mejorar la calidad de vida de las personas y reducir el estrés. Además, también podría tener un impacto positivo en la igualdad de género y reducir la brecha salarial entre hombres y mujeres. Los estudios también muestran que países con jornadas laborales más cortas tienden a tener una mayor satisfacción laboral y menos tasa de absentismo.
Sergio Cañón Iglesias. Vigo
Otra subida de precio
La guerra de Ucrania ha influido en el alza generalizada de precios, algunos controlados por medidas del Gobierno. La reciente polémica entre una ministra y un gran empresario de la distribución es poco constructiva; no obstante, cuando tras la fuerte subida de muchos precios podía esperarse una cierta estabilidad, la empresa de su propiedad acaba de incrementar el precio de una conserva vegetal un 35% en ¡dos meses y dos días! ¿Le sucederá como con las chirimoyas, que rebotaban?
Javier de Gregorio Bonnín. Madrid
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