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TRIBUNA
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Carta abierta al ‘Ministerio de la Culpabilidad’

Consumo debería aprobar medidas que ayuden de verdad en algo a los ciudadanos de a pie o que mantengan sus derechos, mejor que responsabilizarlos por sus hábitos

El ministro de Consumo, Alberto Garzón.
El ministro de Consumo, Alberto Garzón.Pablo Monge
Carmen Domingo

Pocas épocas tan apropiadas como esta, gastos variados mediante, para dirigirme al Ministerio de Consumo cual rey mago a ver si nos concede algún regalo a los consumidores.

Ya sabemos que Consumo no es un ministerio que cuente con grandes presupuestos, algo menos de 70 millones de euros le han tocado en total en los de este año, pero eso no impide —diría— que pueda aplicar o establecer medidas casi sin coste que nos beneficien a todos, no olvidemos que es el responsable de proteger los derechos de los consumidores y promover un mercado justo y competitivo. Y no, no me refiero a que Alberto Garzón me recomiende comer granadas, mandarinas, alcachofas o naranjas o cualquiera que sea la fruta o verdura de la temporada en que tenga a bien poner un tuit, ni tampoco a que me advierta de que es mejor para el medio ambiente limitar el consumo de carne —una carne que no todo el mundo puede pagar, dicho sea de paso—. Me refiero a medidas que, de verdad, nos ayuden en algo a los ciudadanos de a pie, o nos mantengan los derechos que tenemos. Porque los consumidores llegamos a este 2023 sumidos en la palabrería hueca de promesas ministeriales de todo tipo que nunca llegan a cumplirse. Y eso que, dicho sea de paso, muchas de las medidas que el ministerio puede poner en marcha no le costarían ni un duro; bastaría con tener la firmeza de aplicarlas.

Me acerco entonces a la web y al Twitter del ministerio para ver qué nos dicen acerca de las medidas que han tomado y leo: “Averigua qué impacto ambiental tiene tu estilo de vida”. “Descubre todo lo que está en tu mano para frenar la crisis climática”. “El 76% de los españoles ya ha decidido cambiar sus hábitos de consumo para luchar contra el cambio climático. Pero, ¿dice tu ropa lo mismo?”.

Se les da bien lo de ponernos deberes desde el Ministerio… de la Culpabilidad, pero… ¿con qué deberes ha cumplido el ministerio para con nosotros?

Empecemos.

¿Recuerdan a Carlos, el jubilado que pidió a los bancos, tras conseguir más de 600.000 firmas, que ampliaran la “humanidad” y facilitaran el acceso de los mayores a sus efectivos? Pues debe de seguir ahí, esperando en la puerta de cualquier sucursal. Hace unos días, Facua hizo una encuesta en Valencia —que debe dar unas conclusiones parecidas en todo el país—, y el 92% de los usuarios siguen insatisfechos con el trato y la información que se les da.

¿Les suena la campaña —se hizo con gran bombo las Navidades de 2021— en la que se vanagloriaba el ministerio de que se deshabilitarían los 901 y 902 para pasar a teléfonos gratuitos? Pues bien, más de 10 compañías aéreas siguen sin facilitar teléfonos gratuitos de atención al usuario, eso por no hablar de clínicas y alguna que otra aseguradora. Incluso la propia Policía mantiene un 902 para atender las dudas referentes al DNI electrónico.

Hace poco, estrenaron la campaña #SéMásjuguete, con el objetivo de difundir las diferentes habilidades y competencias que pueden desarrollar los menores durante el juego, independientemente de si son niños o niñas. “Los juguetes no son en sí mismo sexistas”, nos explican en su tuit fijado. La campaña, multipremiada, se ocupaba de una labor más propia del Ministerio de Igualdad, y ni mención a lo realmente relevante en el consumo de juguetes, que es si los juguetes cumplen o no las normativas, por ejemplo, de seguridad o toxicidad.

Podría seguir preguntándome, por ejemplo, cómo es posible que no se piense en proteger a los consumidores. Ya sabemos que no está dentro de su capacidad, pero hubiéramos agradecido que el Ministerio de Consumo hubiera dicho algo cuando se disparó el precio de la energía o ahora cuando lo ha hecho el de la alimentación, que está por encima del 15%. Resulta curioso que, mientras los alimentos suben un 15%, el ministro se preocupe de lo saludable de nuestra dieta, algo que parece más lógico del Ministerio de Sanidad, y no de su coste. Tal vez podría legislar para que —sea a la hora que sea— no haya anuncios de casas de juego en las televisiones —con los problemas de ludopatía que advierten los profesionales que vivimos—…

Aunque, me temo que, a pesar de ser la época más adecuada para el consumo y siendo Alberto Garzón un ministro al que supongo laico y republicano, poco tendré yo que hacer con mi carta a los Reyes… Entre otras porque parece más un Ministerio de la Culpabilidad que nos responsabiliza del calentamiento global por nuestros hábitos de consumo, de nuestro deterioro de la salud por una mala dieta o de nuestra frivolidad con el gasto de ropa. La verdad, sorprende que eso sea velar por los consumidores en épocas en las que vivimos con una inflación récord, con continuos abusos bancarios, con altos costes en los servicios de las empresas eléctricas o con subidas de los precios que empeoran la dieta de las familias obligándoles a comprar alimentos de menor calidad.

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