Ciudades contra los niños

La ciudad no ve a los niños. Y lo entiendo porque antes de ser madre tampoco los veía. Por eso escribo, para recordar a todos que solo hay una entrada al metro por la que caben los carritos de bebé y que los ascensores son prioritarios para quienes los necesitan, igual que ciertos asientos. Los parques a pleno sol no son buena idea en ciertos climas, y no es buena idea construir parques al lado de árboles cuya seguridad no ha sido revisada. A los niños tampoco les favorece la saturación de las urgencias, la falta de pediatras, de guarderías públicas, de permisos parentales cuando están enfermos o el abuso del precio de la vivienda y de alimentos básicos. Aunque todo esto último no es culpa de las ciudades, sino de los que gobiernan. Y no vale decir que los niños molestan, porque han sido adultos dando voces los que han despertado a mis hijos cuando viajamos, y no al revés. Por eso pido que levantemos la mirada de los móviles y dejemos de arrollar a los niños. Las ciudades, la sociedad, necesitan la risa de los niños. Y los niños necesitan que los veamos.

Noelia González Muñoz. Madrid

Gracias, sanitarios

Tengo 87 años, soy viejo gracias a la vida y los que velan por mi vida y cuidan de mi frágil salud de hierro: los sanitarios. Últimamente he precisado asistencia en el hospital y quiero agradecer a todos, doctores, enfermeras y celadores, por la cordial acogida, por su empatía y simpatía y, lógicamente, por los efectos obtenidos. Pienso que el narcisismo de Díaz Ayuso está deshumanizando y deteriorando la sanidad pública. A los sanitarios, como se ha visto en estos últimos días, y a los pacientes. Los sanitarios nos hacen sentirnos con vida. Hay que reconocer que son humanos y tienen sus limitaciones; pero sabemos que disfrutan enormemente cuando logran reanimar una vida y sufren hondamente cuando, impotentes, esa vida se les escapa de las manos. Quiero transmitirles toda la gratitud que se puede encerrar en mi deteriorado corazón.

Pepe Mallo. Fuenlabrada (Madrid)

Navidad sin compañía

La Navidad es una época de fraternidad en la que nos invade un halo de solidaridad e intentamos reconciliarnos con el año que estamos a punto de dejar, ayudando a los más desfavorecidos. También es una etapa de reencuentros, de reunirnos con nuestros seres queridos. ¿Y nuestros mayores? ¿No son seres queridos? Muchos mayores pasan solos estas fechas, ya no tienen un lugar en la mesa y con suerte, algunos reciben la breve visita de algunos familiares. No olvidemos que estas personas nos cuidaron, nos educaron y dependimos de ellas. Aun así, se encuentran sumidos en la más absoluta soledad. No cuesta nada hacerlos felices, nuestra compañía es el mayor regalo. Todavía están presentes, no nos olvidemos de ellos hoy porque mañana seremos nosotros los mayores.

Óscar Rubio Apresa. Reus (Tarragona)

Soberanía condicionada

Si la soberanía nacional reside en el pueblo, del que emanan los poderes del Estado, y las Cortes Generales representan al pueblo español, no es posible que un órgano constitucional al que no se le atribuyen estas facultades condicione la voluntad de la soberanía popular.

José Luis Garrido García. Valladolid