El aborto, un reflejo de la desigualdad en EE UU
A una neoyorquina de clase media le resultará infinitamente más fácil interrumpir su embarazo que a una adolescente de una remota zona rural, sin acceso a una red de salud
Esta es la versión web de Americanas, el boletín de EL PAÍS América que aborda noticias e ideas con perspectiva de género. Para recibirlo cada domingo puede suscribirse en este enlace.
La amenaza del Tribunal Supremo de EE UU a las garantías constitucionales del derecho al aborto, consagrado por una histórica sentencia de 1973 (Roe vs Wade), rebasa la cuestión de género para convertirse en una cuestión de clase: de recursos o privación, según los estratos, para costear el procedimiento. Porque, como denuncian representantes políticas y activistas desde que el martes se filtrara la opinión negativa del juez Samuel Alito, legalidad no implica necesariamente acceso al aborto cuando su coste queda por encima del derecho. A una neoyorquina de clase media le resultará infinitamente más fácil interrumpir su embarazo que a una adolescente de una remota zona rural, sin acceso a una red de salud. Esa disparidad introduce una vieja dicotomía: o aborto seguro si hay recursos, o prácticas ilegales, con el subsiguiente riesgo de salud para la mujer.
Ni las profesionales liberales, ni siquiera las trabajadoras de grandes corporaciones que en muchos casos se harán cargo de los costes de un aborto -incluso si la mujer debe viajar a otro Estado, si se confirma la derogación de Roe vs Wade-, van a quedarse sin interrumpir voluntariamente su embarazo si así lo deciden. Pero la decisión de las de menos recursos, las limpiadoras, las cajeras de supermercado, las trabajadoras eventuales y precarias, pende de un hilo, por no hablar de las inmigrantes indocumentadas o las mujeres sin acceso a información confiable, así como las de poblaciones indígenas.
“Las mujeres ricas y blancas tendrán acceso al aborto sin problema. Las mujeres pobres y de color serán las grandes víctimas. Se verán obligadas a viajar a otros Estados para ejercer su derecho y carecerán de recursos para ello”, apuntaba esta semana en EL PAÍS Joshua Prager, periodista y autor de un libro sobre el caso Roe vs Wade.
La eventual confirmación del fallo restrictivo del Supremo dejaría el país geográficamente partido en dos: 33,6 millones de mujeres en riesgo de perder su derecho al aborto, frente a 30,7 millones en Estados donde este no corre peligro. La geografía desempeña también un papel clave, como demostró la casuística detrás de la despenalización del aborto en Colombia, en febrero pasado: se trata de un procedimiento que puede prolongarse semanas en el caso de mujeres fuera del circuito informativo y asistencial de las ciudades. Aunque el 54% de los abortos que se practican en EE UU son farmacológicos, la cuestión es también poder acceder a la píldora abortiva, y a qué coste.
Aproximadamente la mitad de los Estados de EE UU, concentrados en el sur, el medio oeste y los Plains, tienen leyes de aborto restrictivas que entrarán en vigor si el Supremo se ratifica en el borrador filtrado. Las mujeres con más dificultades para acceder a atención médica, a menudo de color, serán las más afectadas. Casualmente, más de la mitad de la población negra del país vive en el sur, donde afroamericanas e hispanas constituyen una proporción significativa. Los Estados de las Llanuras también tienen una gran población indígena.
Más del 80% de las mujeres que recurrieron a la ONG Access Reproductive Care-Southeast, que ofrece apoyo financiero y logístico a quienes desean abortar en la región, eran negras, sin seguro o con seguro público básico (Medicaid, para personas con bajos ingresos); alrededor del 77% ya tenía un hijo, según un estudio realizado el año pasado por la ONG sobre los datos de 10.000 solicitudes recibidas desde Florida, Alabama, Georgia, Carolina del Sur, Tennessee y Misisipi. La clase, la geografía y el destino, además de la ideología conservadora del Tribunal Supremo, se confabulan ahora en contra de todas ellas.
Nuestros recomendados de la semana:
Una funcionaria holandesa contra el acoso sexual
Karine Jean-Pierre, una portavoz negra y lesbiana para la Casa Blanca
Amber Heard acusa entre sollozos a Johnny Depp de violarla con una botella
Cristina Oñoro: “Si la historia hubiese estado bien contada, completa, el mundo hoy sería otro”
Brenda Navarro: “Me fui de México porque era un Estado feminicida que no iba a cambiar”
Kany García: “Siempre nos dicen que una ruptura viene con drama, pero a veces es una fiesta deshacerse de relaciones tóxicas”.
La cantautora puertorriqueña, hija de un excura español y activista LGTBIQ+, estrena el 27 de mayo su álbum ‘El amor que merecemos’, en el que toca temas sociales.
Unas sugerencias:
💜 Un medio feminista: The 19th*. Por Lorena Arroyo
Hace un poco más de un siglo, el 4 de junio de 1919, el Congreso de EE UU aprobó la enmienda 19, la que permitía el voto de las mujeres. Fue sin duda un hito en la lucha del sufragio femenino, pero un logro incompleto, como alegan las creadoras de The 19th*, un medio independiente estadounidense que pone el foco en las historias de género y políticas públicas. Como recuerdan en su web, a muchas estadounidenses, especialmente las pertenecientes a minorías raciales, les tomó varias generaciones más conquistar ese derecho y todavía muchas enfrentan barreras para ejercerlo. Y pese a que las mujeres son más de la mitad del electorado y están más involucradas que nunca en el activismo y la política, siguen estando infrarrepresentadas en el Gobierno y los altos cargos de la política.
Avanzar en el trabajo hacia la igualdad de género es uno de los objetivos de esta web pionera que crearon dos brillantes periodistas que coincidieron en la redacción del Texas Tribune, Emily Ramshaw y Amanda Zamora. Para empezar, se plantearon acabar con la falta de representación de mujeres en los puestos de toma de decisiones de los medios, conscientes de que eso tiene un reflejo en qué noticias se cuentan, cómo se cuentan y qué voces se escuchan en el debate público. Entre sus propósitos está ofrecer información de interés a mujeres, particularmente de minorías raciales, y a la comunidad LGBTQ+ “para que puedan participar en la democracia en igualdad de condiciones”. Estos días en sus páginas puedes encontrar, además de una amplia cobertura de las repercusiones que podría tener la derogación del derecho al aborto en EE UU, la invitación a un seminario sobre cómo priorizar el cuidado a la salud mental después de los dos duros años de pandemia. Es un encuentro virtual gratuito (en inglés) en el que participan, entre otras, psiquiatras, psicólogas, periodistas y hasta una senadora.
👨🏾⚖️ Unas declaraciones: Las de Arturo Zaldívar, presidente de la Suprema Corte de Justicia de México. Por Almudena Barragán.
“Mientras se cometan delitos de odio contra las mujeres este país no podrá avanzar”.
“¿Por qué los hombres matan mujeres todos los días? Porque pueden y porque no pasa nada, porque no hay consecuencias, porque los feminicidios no se investigan”, señaló el jefe del máximo tribunal mexicano, Arturo Zaldívar, esta semana.
Como muchas veces les hemos contado, la impunidad es uno de los graves problemas que afecta a la crisis de violencia contra las mujeres. 95% de los casos nunca se resuelven y solo un 2% acaba frente a un juez. Zaldívar responsabilizó de ello directamente a las fiscalías de los Estados -encargadas de investigar las desapariciones y los asesinatos- por no hacer su trabajo. “Si eres pobre y mujer puedes desaparecer y nadie te busca, es lo que vive nuestro país. Requerimos medidas urgentes y no multiplicar las excusas”, enfatizó.
Sorprenden sus palabras no porque sean nuevas, sino por quién las pronuncia. Las declaraciones del ministro presidente representan un punto de inflexión en la relación del poder y el feminismo en los últimos años. No rechaza al movimiento, le presta atención. Mientras el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha tachado las protestas en las calles contra los feminicidios como una muestra de “oposición” a su gestión y asegura que las muertes han disminuido, Zaldívar evidencia con sus palabras que la crisis de feminicidios y desapariciones es un problema endémico y urge a las autoridades, la academia y la sociedad a escuchar lo que las mujeres tienen que decir al respecto.
“Las chicas que salen a protestar lo hacen con energía, fuerza, violencia ¿por qué? porque las están matando, violando, desapareciendo… Tenemos que voltear a verlas, conectar con su dolor, tomar medidas ya. Mientras se cometan crímenes de odio contra las mujeres, este país no tendrá seguridad, justicia y paz; y no podrá avanzar”.
¡Muchas gracias por acompañarnos y hasta el próximo domingo! (Si les han enviado esta newsletter y quieren suscribirse para recibirlo en su correo, pueden hacerlo aquí).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.