_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Eméritos

La figura de Puigdemont evoca a la de aquellos viejos monarcas eslavos, destronados por la guerra mundial, que paseaban su triste exilio por la Europa del Este después de 1945

Almudena Grandes
Carles Puigdemont
El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en Alguero, Italia.YARA NARDI (Reuters)
Más información
Alguer, el ‘finis terrae’ de los ‘països catalans’, escenario de la detención de Puigdemont

Y de repente, Juan Carlos de Borbón no está solo. Eso fue lo primero que me vino a la cabeza cuando la detención de Puigdemont en Italia desató una oleada de confusión, desinformación, nostalgia y adhesiones inquebrantables, que parecía extenderse como un eco desde el lejano Abu Dhabi. La justicia española no se cansa de hacer el ridículo, declaró el expresident, pero yo me pregunto cuánta gente más ha hecho el ridículo últimamente. Entre la cursilería y el oportunismo mediático ha retornado el eslogan de Puigdemont, el nostre president, precisamente en la legislatura en la que Junts ha perdido en las urnas el poder que acaparaba desde hace décadas. Me pregunto cómo se sentirán los votantes de ERC, autores de la gran proeza de llevar, al fin, al poder a su partido. Lo cierto es que en la Generalitat sólo existe un president, que se llama Pere Aragonès y en las últimas semanas ha ejercido su cargo con autoridad, con criterio e, incluso, con valentía. También él sabrá cómo se siente, pero a mí me parece injusto, y absurdo, que un error de cálculo, o la suma de varios errores fortuitos, pretendan ahora pasarle por encima. Por lo demás, todo el mundo vende la piel de un oso que está malherido pero no muerto del todo, y sólo la derecha clama venganza a cualquier precio, con demandas, como exigir a estas alturas que no haya indulto nunca jamás, que son ridículas en sí mismas. Aunque quizás nada resulte tan significativo como la coyuntura de la detención de Puigdemont, cuando acompañaba a un grupo de folklore catalán a un festival en Cerdeña. Su figura evoca a la de aquellos viejos monarcas eslavos, destronados por la guerra mundial, que paseaban su triste exilio por la Europa del Este después de 1945. Es lo que tienen los emeritajes.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Almudena Grandes
Madrid 1960-2021. Escritora y columnista, publicó su primera novela en 1989. Desde entonces, mantuvo el contacto con los lectores a través de los libros y sus columnas de opinión. En 2018 recibió el Premio Nacional de Narrativa.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_