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Columna
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Los indígenas luchan (casi) solos por ti

Muchas de las decisiones importantes para el futuro de la especie humana se toman en países como Brasil, con presidentes autoritarios, parlamentos corruptos y una élite económica predadora

Eliane Brum
Manifestantes indígenas gritan "Fuera Bolsonaro", en referencia al presidente Jair Bolsonaro, frente al Palacio de Planalto en Brasilia, Brasil, el pasado  27 de agosto.
Manifestantes indígenas gritan "Fuera Bolsonaro", en referencia al presidente Jair Bolsonaro, frente al Palacio de Planalto en Brasilia, Brasil, el pasado 27 de agosto.Eraldo Peres (AP)

Los pueblos originarios han montado en Brasilia lo que se considera el mayor campamento de la historia del movimiento: 6.000 personas de 117 etnias diferentes. Los indígenas han llegado para seguir el juicio del llamado “hito temporal”, que podría determinar que solo los pueblos que estaban en su territorio en el momento en que se promulgó la Constitución brasileña tienen derecho a la demarcación de sus tierras. Esta es la decisión más importante del Supremo Tribunal Federal para el futuro de la Amazonia y otros ecosistemas vitales. Su resultado tendrá un impacto directo en la forma de afrontar la emergencia climática y la sexta extinción masiva de especies. Y llega en el momento más peligroso del Gobierno autoritario de Jair Bolsonaro.

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Los acontecimientos de Brasil ilustran el drama de quienes viven en el planeta en crisis climática. No basta con seguir las cumbres mundiales, como la de Glasgow en noviembre. El destino de la especie humana en gran parte se decide en países como Brasil, con presidentes autoritarios, parlamentos corruptos y una élite económica predadora. Si Bolsonaro rasga todos los días la Constitución de su propio país, ¿cumpliría un acuerdo por el clima? Es un reto no solo para los articuladores mundiales y la prensa que pretende ser global, sino también para cada ciudadano de este planeta.

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Y de esto trata el juicio actual. Según el “hito temporal”, solo los pueblos que estaban en su territorio el 5 de octubre de 1988 tendrían derecho a sus tierras ancestrales. La tesis es quizás la más perversa de una historia marcada por la perversión. Si los pueblos no estaban en sus tierras en esa fecha es porque tuvieron que abandonarlas para que no los mataran los grileiros (ladrones de tierras públicas), los mineros ilegales, los madereros o las empresas transnacionales. Y ahora los legisladores alegan que perdieron el derecho a su hogar porque no estaban allí.

Es absurdo, pero se está juzgando. Si la corte suprema del país aprueba el “hito temporal”, la destrucción de la Amazonia y otros biomas se acelerará a un nivel sin precedentes. Hasta hoy, la presencia de los pueblos originarios ha sido la principal garantía de una naturaleza viva: menos del 2% de toda la deforestación que tuvo lugar entre 1985 y 2020 se realizó en tierras indígenas. Por otro lado, las áreas de propiedad privada concentraron casi el 70% de la pérdida de la vegetación autóctona, especialmente debido al sector agropecuario, que defiende el principio del hito temporal por medio de representantes y cabilderos que dominan el Congreso brasileño. En otro arrebato golpista, Bolsonaro ya ha amenazado que, si el Supremo rechaza el hito temporal, desobedecerá la decisión. Una vez más, solo el cuerpo de los indígenas se interpone en la destrucción de la selva estratégica para la vida humana en el planeta. No es suficiente.

Traducción de Meritxell Almarza.

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