España viaja a varias velocidades
Mientras se insiste en la urgencia del calentamiento climático, España 2050 señala la necesidad de emplear más el tren y muchas zonas del país tienen conexiones ferroviarias de otra época, se promete una ampliación del aeropuerto de El Prat
“Rebosantes de términos ampulosos, nuestros discursos se vuelven a un tiempo más largos de palabras y menos sobrados de ideas”, escribía Aurelio Arteta en una de las entregas de la serie sobre los archisílabos que publicó en estas páginas. Muchas veces esas palabras largas no tienen un significado claro. Su vaguedad no es error o descuido; forma parte de su esencia. Su naturaleza es paradójica: lo grandilocuente es al mismo tiempo un eufemismo.
El PSOE ha hablado de “España multinivel” y “cogobernanza federal” y nadie sabe bien qué significa. Puede ser una obviedad —hay varios niveles administrativos—, puede ser una idea más federal o confederal, puede ser un intento de cambiar la Constitución sin cambiarla, una etiqueta de marketing o una golosina que se da a los aliados para distraerlos. Cada uno ve lo que buscaba: la catástrofe, la esperanza o la astucia.
En la Conferencia de Presidentes, el País Vasco aceptó ir previo pago y Cataluña no se presentó. Luego se celebró la comisión bilateral con la Generalitat, que permitía recuperar la apariencia de normalidad institucional y la costumbre del amago: se habló de la posibilidad de desgajar la formación médica especializada, la ministra de Sanidad lo desmintió y la consejera de Presidencia de la Generalitat declaró que el tema estaba en la agenda. No conviene precipitarse: ya sabemos que no hay que creer nada hasta que no se haya negado oficialmente. Mientras los gobiernos y el consenso científico insisten en la urgencia del calentamiento climático, España 2050 señala la necesidad de emplear más el tren (y recomienda prohibir los vuelos en trayectos de menos de 2,5 horas) y muchas zonas del país tienen conexiones ferroviarias de otra época, se promete una ampliación del aeropuerto de El Prat. Y mientras los optimistas se felicitan de la recuperación de cierta vía autonomista (con la característica de que unas comunidades son más iguales que otras), la mesa de gobiernos escenifica la negociación entre un Estado y un proto-Estado. La visión constitucionalista más voluntariosa cree que el problema se suavizará a base de concesiones hacia quien no da nada a cambio y ha prometido que las usará contra el Estado; que el sentimiento de agravio o mímesis de otras zonas será manejable e incluso rentable. La visión nacionalista jugará dos partidas a la vez, quitando al Estado —como decía Hitchens sobre la vida y el paso del tiempo— cada vez más a cada vez menos. @gascondaniel
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