Obispos y empresarios
No sé si los indultos son útiles políticamente para resolver el problema catalán. Pero mantener en prisión a unos políticos es inútil socialmente
Daniel Gascón, mente incisiva donde las haya, escribe en una viñeta humorística: “Que la patronal y los obispos apoyen los indultos es señal de que es una medida progresista”. Coincido porque, adoptando una perspectiva temporal amplia, la frase no es irónica sino real. Y es que, en el aspecto medular de los indultos (el perdón), la iglesia y la burguesía han sido históricamente dos fuerzas modernizadoras.
Frente a la fría crueldad del Imperio Romano y la deshumanización de mujeres y esclavos, el cristianismo afirma que en todas las personas late una chispa divina. Así que, siempre que sea posible, seamos misericordiosos. Algo similar defiende la burguesía que emerge en la Edad Moderna. Frente a unas relaciones comerciales basadas en los lazos de sangre y el tribalismo, los mercaderes europeos forjan una ética universalista, impulsando a los individuos a trabajar por el consenso social. Estas “virtudes burguesas”, como las llama la economista Deirdre McCloskey, están presididas por la prudencia, la virtud que mostraron los empresarios catalanes y Garamendi la semana pasada.
¿Estoy pecando de naíf, cristiano hippie o capitalista yuppy? Quizás, pero los indultos responden tanto a la sensibilidad más elegante como al sentido más común. Hagamos el siguiente ejercicio. Pongamos en una fila de 0 a 100 todas las sentencias que podrían haber recibido los condenados del procés en cualquier democracia plena, donde 0 es la absolución y 100 la pena máxima. Teniendo en cuenta que cometieron delitos serios, pero no sangrientos y con apoyo popular (eso no excusa, pero sí atenúa), seguramente, hacia el 50 encontraríamos unas multas e inhabilitaciones elevadas; en el 75, trabajos para la comunidad; y tendríamos que llegar al percentil 99 (o 100) para hallar unos castigos tan duros como los impuestos aquí. Todo observador internacional te dice lo mismo: los hechos son graves, pero las penas son extraordinariamente severas en una democracia. Es comprensible pues que un Gobierno, dentro de la legalidad, alivie esas condenas.
No sé si los indultos son útiles políticamente para resolver el problema catalán. Pero mantener en prisión a unos políticos que, como mínimo, pasarán cuatro años entre rejas es inútil socialmente. Es por eso que las fuerzas vivas con siglos de experiencia en cohesión social, como clérigos y empresarios, apoyan el perdón. @VictorLapuente
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