A medida que los días y noches se vuelven más calurosos cambiar la manera en que vestimos no solo puede hacernos la vida más fácil sino que también contribuye a ahorrar energía y detener la crisis climática.
Saint James, que fabrica junto al Mont Saint-Michel desde 1889, es considerada en Francia Empresa del Patrimonio Vivo. Brigitte Bardot lució sus marineras y Macron le regaló un jersey de la firma a Biden en su visita oficial a Estados Unidos.
Popularizado en la antesala de la Belle Époque gracias a Napeleón III, este print típicamente estival adquirió una relevancia especial en la gran pantalla, donde ha dado forma a vestuarios tan icónicos como el de Dorothy en El mago de Oz, si bien fue la actriz Brigitte Bardot quien logró consagrarlo como tendencia eterna.
El hip hop cumple 50 años. La cultura que alumbró una estética callejera tan compleja como denostada tardó décadas en entrar en el mundo de la moda. Ahora el peligro es que se olviden sus verdaderos orígenes.
Carlos III recupera su capa de armiño, una prenda controvertida que hechiza desde hace siglos y hoy subleva a los animalistas. Las divas de Hollywood, Freddie Mercury o Vivienne Westwood también se rindieron a su suavidad moteada.
Estos tejidos siguen siendo el foco de un intenso debate cultural a base de su vinculo con el colonialismo. Hoy en día, son simbólicos de la vestimenta africana y cada vez más están captando la atención de los madrileños.
La próxima muestra de Miren Arzalluz en el Palais Galliera es un ejercicio de nostalgia que sirve de aliciente para hablar con ella del papel y la influencia de la moda en el mundo actual.
Hace 200 años el color de moda, un verde rico e intenso, se obtenía con arsénico. Sorpresa: aquello no acabó bien. El tinte, ahora inocuo, invade la nueva temporada y promete intoxicar cualquier timeline con sus destellos. De momento ya ha pintado las colecciones de Dior, Versace o Stella McCartney, melenas, maquillajes y hasta la Gran Muralla China.
En ‘El tejido de la civilización’ (Siruela) la autora explica cómo el desarrollo de las telas ha marcado el de las sociedades y su papel actual. “Hoy tenemos amnesia textil porque vivimos en la abundancia textil”, indica.
Los zapatos cómodos se resisten a abandonar las calles. Algunas marcas, como la estadounidense Scholl, enamoran a expertas en moda pero sin llegar aún al gran público.
Solo eran reglas consuetudinarias pero obligaron a varias generaciones a permanecer en el ostracismo y cambiar totalmente su forma de vestir. Más allá de la moda, el luto fue un tormento moral para muchas.
“No nos interesaba reflejar el universo de Jane Austen porque este no es el típico drama histórico, sino un mundo ficcionado, más sexy”, apunta Ellen Mirojnick, responsable de vestuario de la serie de Netflix.
Su origen está en las prendas de pana amarilla personalizadas que los estudiantes de Indiana empezaron a crear en 1904. La marca neoyorquina Bode ha recuperado esta idea y elabora piezas por encargo ilustradas según los gustos del cliente.
La reforma del vestido que promulgaron corrientes estéticas como los prerrafaelitas o personajes como Emilie Flöge a finales del siglo XIX sirve de guía para la prenda pospandémica definitiva.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el francés Louis Réard revolucionó la moda de baño creando el dos piezas. Ninguna modelo se atrevía a ponérselo, pero le valió una legión de fans.
Siendo una mujer negra, esclava y madre soltera, nada hacía suponer que Elizabeth Keckley llegaría lejos. Pero terminó vistiendo a la primera dama, Mary Todd Lincoln, y convirtiéndose en una de las primeras escritoras afroamericanas en publicar un libro.
Hace un siglo, las bufandas blancas sirvieron para marcar las casas en las que vivía algún contagiado por la mal llamada ‘gripe española’. Repasamos la evolución de este accesorio.
De uniforme a emblema de la dicotomía de la moda hoy: así ha conseguido la camiseta de algodón erigirse como un clásico capaz de sobrevivir más allá de cualquier tendencia.
Divisa de tribus urbanas, uniforme de campeones o recurso estilístico para acercar posiciones: la prenda, repleta de ironías, presume de semiótica compleja y llena de misterio. En tiempos de confinamiento, sin embargo, reconforta.
Más de dos décadas después de que Geri Halliwell se plantara en los Brit Awards envuelta en la Union Jack, la ‘chica picante’ cuenta cómo fabricó con ayuda de su hermana un diseño que años acabaría subastando por más de 45.000 euros.