La trayectoria de María Corina Machado: del nicho de la política tradicional a la movilización de masas
La líder opositora que empuja la candidatura de Edmundo González ha realizado una transición desde la confrontación contra el régimen chavista hasta una moderación estratégica
María Corina Machado fue durante muchos años la adversaria perfecta para la revolución bolivariana de Hugo Chávez. Hija de un importante empresario metalúrgico, el expresidente venezolano la ubicaba como su antítesis: “Una burguesita de fina estampa”, un instrumento del imperialismo estadounidense. Y ella, por su parte, no renegaba de su oposición frontal al “régimen” que, decía, llevaría a Venezuela a convertirse en Cuba. Tenía seguidores fieles, pero no iban más allá del nicho de la élite tradicional. Dos décadas más tarde, la política conservadora se ha convertido en la líder opositora que le quita el sueño al presidente Nicolás Maduro. Más moderada y conciliadora, es una movilizadora de masas que amenaza con acabar con 25 años de chavismo.
Si no fuera por una inhabilitación de la Contraloría General —de línea oficialista— y confirmada por el Tribunal Supremo en enero, Machado estaría en la papeleta de las elecciones presidenciales de este domingo. En octubre de 2023, había arrasado con un 92,5% de los votos en las primarias de la oposición. Su exclusión de los comicios, en su mejor momento, fue un duro golpe personal y político. No obstante, contra todo pronóstico, ha logrado traspasar sus votos a Edmundo González Urrutia, un diplomático desconocido hasta hace unos meses. Juntos, han recorrido Venezuela y afirman estar seguros de que serán victoriosos. Luego de tantas derrotas, ella asegura que nunca antes tuvieron tanto apoyo antes de una elección. Él, en tanto, reconoce el liderazgo de Machado y le promete “el cargo que desee” en su eventual Gobierno.
Hace unos años, pocos hubieran pensado que Machado lideraría una oposición unificada y que la llevaría a estar tan cerca de la victoria. En 2012, obtuvo solo el 3,81% de los votos frente a Henrique Capriles (64,3%) en las elecciones primarias de la oposición. Después, no le ayudaron sus posiciones radicales de forzar una salida de Maduro con movilizaciones masivas o “el uso de la fuerza”. Quedó relegada a un lugar secundario. Hasta que hace dos años, de improviso, su popularidad despegó. Había fracasado el intento de consolidar un Gobierno paralelo en manos de Juan Guaidó, un “presidente interino” designado por la Asamblea Nacional —elegida en 2015 y de mayoría opositora—. Ella se había mantenido al margen y, ante el hartazgo con el resto de la oposición, se fortaleció como alternativa.
La analista Maryhen Jiménez, investigadora de la Universidad de Oxford, explica que el colapso del Gobierno interino, la ausencia de respuestas de la oposición hacia la sociedad, y una postura crítica de Machado le permitieron realizar esta vez una campaña distinta. “Hay que recordar que en las primarias opositoras María Corina puso en la mesa un tema central: la migración venezolana [cercana a los 7,5 millones]. Ningún otro político hizo esto parte de su campaña, pero ella sí y eso le permite conectar con la sociedad venezolana de una forma distinta”, dice a EL PAÍS.
Para la politóloga y vicepresidenta de la formación Primero Justicia Paola Bautista, la dirigente ha logrado construir una unidad que trasciende a las formaciones políticas, y que tiene amplio apoyo popular. “Es una unidad distinta a la que habíamos tenido en procesos anteriores. Antes, en los procesos electorales anteriores, el centro de la unidad eran los partidos. Esa unidad se ha erosionado cuando las formaciones políticas entraron en crisis de representación. La unidad ahora trasciende; es decir, los partidos están incluidos, pero la gran movilizadora y articuladora es ella”, explica.
Los años de confrontación
La lideresa opositora comenzó su carrera política como cofundadora de la oenegé Súmate. La organización declaraba que su objetivo era velar por la transparencia electoral, pero pronto se convirtió en un bastión opositor. Machado entonces era vista como radical, y no le ayudó haber estado presente en el palacio presidencial de Miraflores durante el fallido golpe cívico-militar de 2002 —aunque luego negó haberlo apoyado—. Asimismo, la dirigente nunca renegó de sus vínculos con Estados Unidos. En 2005, una foto en la Casa Blanca con el presidente George Bush dio la vuelta al país y produjo todo tipo de apoyos y rechazos. Desde entonces, se consolidó como la representante del imperialismo estadounidense para los chavistas y como una posible candidata presidencial para algunos sectores de la oposición.
Chávez y Machado tuvieron en 2012 un enfrentamiento que quedó grabado en la memoria del país. Durante la última alocución del presidente a la Asamblea Nacional —murió al año siguiente—, ella se paró a confrontarlo. Le dijo que “la Venezuela decente” no quería avanzar hacia “el comunismo”: “Como puede usted hablar que respeta al sector privado en Venezuela cuando se ha dedicado a expropiar, que es robar”. Él, por su parte, la escuchó hasta el final y después respondió con sorna entre los vítores de sus seguidores: “Está fuera de ranking para debatir conmigo. Lo lamento mucho, lo lamento mucho. Pero esa es la verdad. Usted me llamó hasta ladrón delante del país, pero yo no la voy a ofender. Águila no caza mosca, diputada”.
La confrontación se acentuó tras la victoria de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales de 2013, las cuales la oposición denunció como fraudulentas. Un sector de la oposición, llamado La Salida y liderado por Machado junto a Leopoldo López y Antonio Ledezma, perdió las esperanzas de llegar al poder por la vía electoral y comenzó a promover movilizaciones masivas para exigir la dimisión del presidente. Entre febrero y mayo de 2014, el país se paralizó con protestas estudiantiles. El Gobierno respondió con una brutal represión y murieron 44 personas. Machado, que quedó como la líder indiscutida de La Salida tras la detención de López, se opuso a los intentos de otros sectores de la oposición de entablar diálogos con el Ejecutivo. Argumentó que esas iniciativas sólo servían para darle tiempo al chavismo y desmovilizar las protestas.
Ese año marcó el comienzo de la persecución política contra Marchado. El chavismo la expulsó de la Asamblea con la excusa de que Panamá la había nombrado como “embajadora alterna” ante la OEA —una maniobra para que pudiera participar de un debate sobre Venezuela— y que eso era incompatible con sus labores parlamentarias. Después, la justicia le prohibió la salida del país, a sabiendas de que una de sus principales actividades era denunciar los abusos del Gobierno en Estados Unidos y Europa. El chavismo, además, la acusó de presuntamente conspirar para asesinar a Maduro. Finalmente, en 2015, la Contraloría la inhabilitó por 12 meses y le impidió ser elegida como diputada en las elecciones de ese año.
La radicalización continuó de ambos lados. En 2017, el chavismo conformó una Asamblea Constituyente para sortear al Parlamento, que estaba en manos de la oposición. Machado, por su parte, se escindió de la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Fue crítica del dialogismo de la dirigencia opositora y de la decisión de participar en las elecciones regionales de 2018. Para ella, los comicios se habían convertido en “una ilusión y un engaño”. “No estás obteniendo poder real y estás resignando la autoridad moral [frente a Venezuela]”, le dijo entonces a este periódico. Con los años, perdió protagonismo, pero se mantuvo firme en su intransigencia. En 2019, causó revuelo por defender en una entrevista con la BBC una intervención extranjera en Venezuela. “Un régimen criminal solo saldrá del poder ante la amenaza creíble, inminente y severa del uso del uso de la fuerza”, declaró.
El cambio de estrategia
La líder opositora, llamada en ocasiones la ‘Dama de Hierro’ venezolana, cambió su maniobra de “confrontación” a una moderación estratégica, dice la politóloga Jiménez. “Hasta el año pasado la estrategia de Machado se había concentrado en el no reconocimiento del Gobierno. Priorizó por años otros mecanismos y rutas hacia un cambio de régimen político. Pero, en 2023 supo leer el contexto, salió de su nicho opositor tradicional para convertirse en una líder con capacidad de llegar a múltiples grupos”.
Cuando la exdiputada se vio impedida de competir en los comicios presidenciales, dio su respaldo a una profesora universitaria hasta entonces desconocida en el entorno político, Corina Yoris, para que, en su lugar, se enfrentara a Maduro. La estrategia no tuvo éxito porque el chavismo también impidió la inscripción de la candidatura de la académica a través de una inhabilitación de la Contraloría.
Descartada Yoris de la contienda electoral, el apoyo se dirigió al exdiplomático González, que sí ha logrado llegar a la recta final de los comicios y aventaja ampliamente a Maduro de acuerdo con encuestas como Delphos y ORC Consultores. “María Corina sigue haciendo campaña. Ella se transforma en la gran movilizadora de la sociedad venezolana en esta carrera presidencial en un contexto poco común porque se tiene a una líder electa en las primarias, pero que no puede ser la candidata”, indica Jiménez.
“Enfrentarse a lo desconocido”
Según Bautista, a diferencia de otros opositores, este liderazgo se ha construido a través de la “resiliencia y coherencia” durante dos décadas: “Ella ha estado en los grandes eventos democratizadores del país. Nunca se preocupó de estar bien con el régimen, sino de empatizar con los venezolanos. En Venezuela sabemos que luchar en contra de una dictadura es enfrentarse a lo desconocido, pero ella tiene fuertes convicciones y trabaja en equipo”.
En plena campaña electoral, las detenciones contra personas que han brindado algún tipo de apoyo o servicios en las giras de González y Machado se han intensificado, al punto de que la ONG Foro Penal contabiliza más de un centenar, la mayoría en el último mes. Hace unos días, la exdiputada denunció la vandalización de automóviles usados por ella y su equipo en la ciudad de Barquisimeto, en el estado de Lara (occidente venezolano), el pasado 18 de julio. “Le cortaron la manguera de los frenos, lo cual es claramente un atentado a la vida de quienes utilizamos estos vehículos”, dijo la opositora. La versión del atentado fue descartada por el fiscal general Tarek William Saab, quien afirmó que se trató de un “falso positivo”.
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