Jorge Javier Vázquez: “La gente de derechas no tiene ese punto tan elitista y tan esnob que tienen muchos de izquierda”
El presentador vuelve este lunes a las tardes de Telecinco con ‘El diario de Jorge’, una versión renovada del ‘talk show’ que hace más de 20 años revolucionó la tele española
El verano pasado, Jorge Javier Vázquez (Badalona, 54 años) estaba de baja por prescripción médica con un cuadro de agotamiento severo. En medio de su burnout, Mediaset canceló Sálvame, el programa que llevaba presentando desde 2009. La estrella televisiva no pudo despedirse de los espectadores del formato, buque insignia de Telecinco durante 14 años y líder en la mayoría de las tardes. “No fue una decisión caprichosa o una pataleta. Fue una época realmente complicada para mí”, aclara Vázquez en conversación con EL PAÍS. “Durante esos meses sin trabajar yo daba por finalizada mi carrera televisiva. La daba por terminada... y con alegría. Te lo juro”, recuerda.
Un año después, la carrera del presentador está muy lejos de haberse acabado. Acaba de renovar su contrato con Mediaset hasta mediados de 2027 y está más presente que nunca en la pantalla de Telecinco. Presenta el exitoso Supervivientes All Stars [este domingo es la gran final] y este lunes vuelve a las tardes de la cadena con El diario de Jorge, una versión renovada de El diario de Patricia, el mítico talk show que hace más de dos décadas revolucionó la televisión española. Es su regreso a la franja horaria en la que reinó con Aquí hay tomate (2003-2008) y Sálvame (2009-2023). La próxima temporada también presentará las nuevas ediciones de Gran Hermano y Supervivientes y las nuevas entregas de Hay una cosa que te quiero decir. Él dice que no es la primera vez que trabaja tanto, pero reconoce que sí es la primera vez que está feliz haciéndolo.
Pregunta. ¿Qué balance hace de este último año?
Respuesta. He aprendido que en la vida no hay nada escrito. Nada de lo que yo pensaba que iba a suceder se ha cumplido.
P. Hace un año estaba fantaseando con su despido.
R. Hace un año todo el mundo hablaba de mi despido y yo pensaba en mi indemnización. Pensaba: “Este montoncito para aquí, este montoncito para allá”. Mi madre estaba muy preocupada. Cuando le expliqué lo que me tenían que pagar, me dijo: “Voy a rezar para que te despidan”. Esa temporada fuera de la tele me sirvió mucho.
P. ¿Para qué le sirvió?
R. Para darme cuenta de que me gusta mi trabajo. Me lo paso bien yendo a trabajar.
P. Pero no va a tener vacaciones este año.
R. No tengo mucho cuerpo de vacaciones. Eso sí, el fin de semana ya estaba con mi ex organizando las vacaciones de Navidad. La vacación es un estado mental.
P. Este lunes debuta con El diario de Jorge, un remake de El diario de Patricia. ¿Lo veía en la época en que lo presentaba Patricia Gaztañaga?
R. No lo veía porque me pillaba trabajando [entonces Vázquez presentaba Rumore, Rumore]. El fin de semana pasado me puse a ver vídeos antiguos. Yo tengo muy buena relación con Patricia y hablamos mucho. Cuando me dijeron que iba a hacer El diario, la llamé. Me dijo que no había otra persona que pudiera hacerlo mejor que yo. Muchas veces lo que tiene éxito y engancha en la tele es la sencillez. A veces nos perdemos buscando fuegos artificiales, pero lo que te engancha es una persona contándote una historia bien contada.
P. Patricia lleva años alejada de los medios. Hay estrellas que quieren morir en un plató y otras que prefieren hacerlo fuera de cámara. ¿Qué clase de estrella es usted?
R. Una de mis grandes preocupaciones es organizarme una vida al margen del trabajo. Cuando acabó Sálvame, me di cuenta de que gran parte de mi vida la ocupaba el trabajo. Había un hueco vacío, un hueco enorme que tenía que llenar.
P. ¿Está consiguiendo llenar ese hueco?
R. Estoy en ello. A mi edad es más difícil, pero le estoy dedicando un esfuerzo que antes no le dedicaba. Me siento afortunado de que esto me haya pasado a esta edad porque todavía tengo tiempo para reconducirme.
P. Acaba de renovar su contrato con Mediaset hasta 2027.
R. Lo firmé el miércoles. Estoy muy contento y mi madre más [risas].
P. Hace un año, su madre estaba rezando para que lo despidieran y ahora...
R. Ahora está muy contenta. Eso de que yo me quede en casa sin trabajar no lo ve muy claro. Dice que soy muy joven. Tienes que nacer para pasarte la vida sin trabajar. No lo concibo. La gente de mi generación no está diseñada para no trabajar. Me ha gustado mucho tener el parón el año pasado, pero creo que todavía me queda cuerda. Estoy convencido de que empiezo una nueva etapa en la televisión, una etapa mucho más madura y con ganas de disfrutar de todo lo aprendido.
P. Cuando Paolo Vasile dejó su cargo de consejero delegado de Mediaset España, usted escribió unas palabras muy amables sobre él. ¿Cómo es su relación con su nuevo jefe, Alessandro Salem?
R. Paolo era una figura paterna para mí. Era una persona muy especial, arrolladora, apabullante. Yo pienso en él y me sale una sonrisa. Dirigía la tele como si fuera una empresa familiar. Él solo te enviaba un mensaje de felicitación si llegabas al veinte por ciento de audiencia. Si no llegabas al veinte de share, había silencio administrativo [risas]. Para que te hagas una idea de cómo era, cuando ibas a negociar tu contrato, él sacaba la calculadora y hacía números. Yo le decía “quiero tanto” y él picaba los números y me enseñaba la cantidad. Eso era como un mercado, con regateo incluido. Cuando me fui a despedir, se me saltaron las lágrimas.
P. ¿Y con Alessandro Salem?
R. Con Salem es una relación totalmente distinta. Cuando me reuní con él por primera vez, le dije: “No esperes de mí que vaya a verte al despacho y que vayamos a cenar. Para mí, tú eres mi jefe”. Y él me dijo que era de la misma manera. Eso me encantó. Salem es mi jefe y solo aspiro a tener a una buena relación con él.
P. Acaba de cumplirse un año del final de Sálvame. ¿No lo echa de menos?
R. No, no, no. ¿Cómo lo voy a echar de menos si fueron 14 años? Sálvame fue como una pareja con la que pasas por todos los estados: el descubrimiento, el enamoramiento… Lo amas y luego lo detestas, te vas y luego vuelves e intentas poner todo de tu parte para rescatar ese amor que tuviste. Pero llega un momento en que te preguntas: “¿Por qué sigo?” Como con una pareja, me di cuenta de que seguía porque me daba estabilidad y tranquilidad. Pero yo necesitaba salir. Quise dejarlo en varias ocasiones, pero siempre volvía. ¿Por qué? Supongo que por miedo. Y al final ocurrió como cuando estás mucho tiempo con un novio: te deja él a ti.
P. Tuvo la tranquilidad de que alguien más tomó la decisión por usted.
R. Justo. No fueron las mejores formas, pero tomaron una decisión que yo no iba a tomar.
P. ¿El formato estaba agotado?
R. Había señales de agotamiento. Los últimos años fueron muy complicados. Un día el programa duraba cuatro horas y al siguiente cinco, luego tres, luego cinco de nuevo. Después de tantos años de esos vaivenes, había mucho agotamiento. Trabajábamos con muchísima precariedad.
P. Sus antiguos compañeros se hacen virales cada tarde en Ni que fuéramos Shhh. ¿Lo ha visto?
R. Sí, veo los vídeos que se hacen virales. Y pienso: “¡Qué proeza!”. Reconozco el talento del director, David Valldeperas.
P. ¿Qué le gusta ver en televisión?
R. Ahora estoy viendo Las chicas de oro. Es una serie que ha envejecido muy bien. También soy fanático de First Dates. Consiguen que te intereses por un personaje en un espacio de tiempo muy breve y eso es maravilloso. Como te decía antes, la sencillez atrapa muchísimo.
P. Hay muchos críticos y voces que anuncian la muerte de la televisión lineal. ¿Está de acuerdo?
R. Eso es como cuando dicen que el teatro ha muerto. Luego llega Carmen Machi con Nuestros actos ocultos y está todo vendido. O quieres ir a ver a José Sacristán y está todo agotado. Yo creo que la tele lineal no ha muerto. Al final se sigue hablando mucho de la televisión convencional. Mira el éxito de Supervivientes.
P. Ahora mismo en Telecinco hay dos grandes estrellas: Ana Rosa Quintana y usted. ¿Cómo es su relación?
R. Yo empecé a trabajar con Ana Rosa y he pasado muy buenos momentos con ella [debutó en la tele con Quintana en Extra Rosa, en 1997]. Siempre que he necesitado trabajo, Ana Rosa ha estado ahí para ofrecérmelo. Y en el tú a tú tiene mucha gracia. Me río mucho con ella. Y luego, es que es una estrella.
P. Usted también lo es.
R. Yo no me considero una estrella.
P. Pero lo es. Es tan estrella que no va a decir nada malo de otra.
R. Entre estrellas no nos pisamos el poncho [risas]. Uno es una auténtica estrella cuando no habla mal de otra. Ana Rosa forma parte de mi vida. Evidentemente, todo el mundo sabe que ideológicamente no tengo nada en común con ella…
P. ¿Tiene amigos de derechas?
R. [carcajada] Uno de mis mejores amigos es muy de derechas. Cada día le envío buenas noticias del gobierno: la caída del paro, el récord de empleo... Inmediatamente él me envía otras informaciones que contradicen las noticias que yo le mando. Somos el claro ejemplo de que dos personas con diferente ideología pueden convivir. No soporto que nos lleven continuamente a matarnos. Eso me aburre. Me gusta cuando alguien dice algo bueno sobre el lado contrario.
P. ¿Qué puede decir bueno sobre el lado contrario?
R. [risas]
P. A diferencia de otros presentadores, usted está muy comprometido con la política y habla mucho sobre política. ¿Por qué otros callan?
R. Creo que nos viene de la educación que hemos recibido. En mi familia, por ejemplo, no se hablaba de política porque se consideraba que era algo que podía provocar problemas. Mi abuela vivió la Guerra Civil y siempre nos decía: “Tú no te signifiques”. Se entendía que la política podía llevar a la pelea y la confrontación.
P. Y aún así, mírese.
R. Y aún así, mírame. Durante muchos años, la política no existió para mí. Cuando todo va bien, no piensas en los problemas. Mi conciencia política despertó más tarde. Yo empecé a hablar más de política en un momento muy determinado de este país: la pandemia. Fue un acontecimiento trágico y a todos nos movió muchísimo. Mucha gente empezó a significarse en ese momento. Pero en los meses que estuve en casa, me di cuenta de una cosa: en los programas de entretenimiento como los que yo presento, tengo la obligación de no echar leña al fuego. Estamos viviendo una época tan complicada y polarizada… Ya todo el mundo sabe lo que opino: que voto a Pedro Sánchez, que estoy a favor de la amnistía, que el juez Peinado ya no sabe qué hacer para hacer el triple salto mortal en el caso de Begoña Gómez…
P. ¿La izquierda lo sigue mirando con recelo?
R. Cada vez lo noto menos. Antes era muchísimo más. Yo estoy más acostumbrado al zarpazo que al cariño.
P. ¿Zarpazos de todos lados?
R. No, fíjate, la gente de derechas no tiene ese punto tan elitista y tan esnob que tiene muchísima gente de izquierda. Nunca lo ha tenido. Eso sí que lo tengo que decir. Cuando hacía teatro, me contrataban los ayuntamientos del PP sin ningún problema. Los que montaban el pollo eran los de Podemos, sin haber visto el espectáculo. Pero ahora ya no. El otro día estaba viendo Todo es mentira y Javier Aroca dijo unas palabras muy bonitas sobre mí. Yo soy un gran seguidor de Javier Aroca. Para mí, todo lo que dice ese señor va a misa. Como diría una folclórica, para mí es el evangelio.
P. Dice que la pandemia fue un punto de inflexión en su vida. ¿El ictus que sufrió en 2019 no lo fue?
R. No. Yo tuve un ictus en una discoteca en Marrakech. Cuando recobré el conocimiento, seguí bailando. Y luego tuve sexo, esa misma noche [risas]. Y al día siguiente volví a salir y acabé en un after. Solo tengo buenos recuerdos del ictus. Es que me lo pasé muy bien [risas]. Hasta la semana siguiente que fui al hospital y me diagnosticaron, no me enteré de la gravedad. Lo que tuve después fue estrés postraumático y una depresión motivada por varias razones. Ahí fue la primera vez que tomé pastillas, Prozac. Para mí fue muchísimo peor la pandemia y la muerte de Mila Ximénez [la colaboradora de Sálvame falleció en 2021] que el ictus. Fue una época muy negra de mi vida, la peor. El ictus fue un contratiempo. Y eso que el médico me dijo que había estado a punto de morir. Cuando te dicen eso, es muy difícil aceptar que tu vida corre peligro. Yo no lo sentí así.
P. ¿Cómo está ahora de salud?
R. Ahora estoy muy bien. ¿No me ves?
P. Como dirían en el ¡Hola!, está “mejor que nunca”.
R. Reconstruida por dentro.
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