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La extraña historia de las Dr. Scholl: las sandalias ‘de farmacia’ que cautivan a la moda

Los zapatos cómodos se resisten a abandonar las calles. Algunas marcas, como la estadounidense Scholl, enamoran a expertas en moda pero sin llegar aún al gran público.

scholl

A pesar de que The New York Times anunció el pasado junio una tímida vuelta a los tacones en la ciudad de los rascacielos, una tendencia que fue calificada por el diario como una reacción a todos aquellos meses en los que habíamos abandonado nuestros pies a la comodidad de las zapatillas de casa, de las Crocs y de las sandalias acolchadas, lo cierto es que la permanencia del calzado cómodo (e incluso ortopédico) está lejos de desvanecerse.

Eso, al menos, indica el informe de tendencias que elabora la plataforma de búsqueda de moda Lyst, una suerte de oráculo de las prendas y complementos estrella de cada temporada. Durante el segundo trimestre de 2021, la compañía ha situado entre los más deseados a las chanclas Yeezy, de Adidas, y el modelo de sandalias de goma que Gucci lanzó recientemente, y que sigue la estela de la marca alemana Birkenstock. Empresa esta última, por cierto, con la que el estadounidense Rick Owens lleva colaborando desde 2018.

A la tendencia flat tampoco son ajenas firmas como Balenciaga, que en el mes de junio vio cómo su colaboración con Crocs se hizo viral entre los más jóvenes (y los que ya no lo son tanto).

Es precisamente este éxito, el de las chanclas y las sandalias, el que ha hecho que volvamos la vista atrás y reflexionemos sobre por qué una de las marcas más longevas en la fabricación de este tipo de calzado no ha ocupado, al menos durante esta última década, el papel que por tradición le corresponde.

Nos referimos, para ser más concretos, a las sandalias Dr. Scholl; concretamente, a su modelo ‘Pescura’. Probablemente se recuerden estas sandalias con una tira de cuero, una hebilla y una base de madera similar a la de los zuecos, de aquellas tardes de piscina junto a madres y tías. Ellas las compraban en la zapatería o la farmacia del barrio y su clop-clipiti-clop permanece grabado a fuego en el subconsciente de miles de españoles al estilo de la magdalena de Proust.

Pero las sandalias Scholl no forman parte del pasado; siguen disponibles en farmacias, tiendas especializadas en ortopedia y en algunas zapaterías orientadas a un público de mediana edad, inmersas en una extraña disidencia del mercado de la moda de gran consumo. Por eso se podría decir que representan el último bastión no explotado del universo normcore.

“La verdad es que me siento la presidenta del club de fans de estas sandalias. Hace tres años las compré en una tiendita del barrio de la Latina”, explica la estilista Carmen Errando desde Madrid. “El verano pasado no llevé otras y mis amigos me llamaban de todo menos fashion, ya te puedes imaginar. Desde entonces, solo tengo palabras buenas hacia esas sandalias”.

“Personalmente, me gusta más el diseño de Scholl que el de Birkenstock”, nos cuenta la estilista y diseñadora de moda Ahida Agirre. “Me parecen más elegantes, y tienen un diseño más funky y divertido que las ‘Birken’, que son algo bastas y demasiado sencillas. Quizás esto ha convertido a las Birkenstock en un producto que parece más genérico. Además, parecen menos cómodas. La verdad es que yo las usé o las intenté usar durante un verano y no lo son mucho (risas)”.

“Que sean de una sola hebilla creo que estiliza mucho el pie”, continúa Carmen. “Hacen un escote bonito y sencillo. Siempre tienen algo de plataforma pero muy equilibrada, genial para no ir planísima y, a la vez, para poder andar en las vacaciones. Creo que son un clásico y, como todo clásico, siempre funcionan”.

Las sandalias Scholl llegaron al mercado unas cuantas décadas después de que se fundara, a principios del siglo XX, su marca matriz, Dr. Scholl’s, por William Mathias Scholl, un estudiante de medicina que por las tardes trabajaba en una zapatería del área de Chicago. Trabajar como dependiente en esa tienda le hizo desarrollar al Scholl original un enorme interés en la podología. Eso le llevó a inventar y patentar en 1904 unas plantillas con refuerzo para el arco del pie.

Esa fue la primera de las más de mil patentes de dispositivos y remedios para los pies que Scholl registró a lo largo de toda su vida, pero el creador de las célebres sandalias fue su sobrino de nombre casi idéntico, William Howard Scholl quien, en la década de los cincuenta, pensó que había hueco en el mercado para un zapato que remediara los dolores de aquellos que habían sufrido los rigores de la II Guerra Mundial, una contienda que, entre muchos otros efectos, había dejado los pies de una gran parte de la población mundial llenos de juanetes, callos y espolones, debido a años de estrecheces, también en el calzado.

El modelo ‘Pescura’ de las sandalias Scholl llegó a las tiendas de los Estados Unidos en 1958 y pronto se pudo adquirir también en toda Europa. El aspecto de aquellas primeras sandalias difería más bien poco de las que conocemos actualmente y se convirtieron en un éxito instantáneo: durante la década de los sesenta, el volumen de ventas anual superó con creces los dos millones de pares.

A esta fama contribuyeron las agresivas campañas de publicidad que invadieron las revistas de la época pero sobre todo el apoyo que les dieron modelos o actrices como Audrey Hepburn, Jean Shrimpton o Twiggy, que solían llevarlas frecuentemente. El zapato se convirtió también en una pieza clave para las hippies que acudieron al primer Festival de Woodstock en 1969.

Quizá fue ese momento, a finales de los años sesenta y principios de los setenta del siglo pasado, su época de mayor esplendor, aunque nunca han dejado de estar presentes, en un discreto segundo plano, pero sin desaparecer del todo. Durante los noventa, tanto dentro como fuera de las pantallas, fueron elegidas por Jennifer Aniston, Debra Messing o la mismísima Sara Jessica Parker cuando interpretaba a Carrie Cradshaw en Sexo en Nueva York.

En el prestigioso portal Moda Operandi combinaron las sandalias de Scholl con los vestidos de MDS Stripes, una colección cápsula del interiorista Mark Sikes de 2016.
En el prestigioso portal Moda Operandi combinaron las sandalias de Scholl con los vestidos de MDS Stripes, una colección cápsula del interiorista Mark Sikes de 2016.

Pero entonces, ¿por qué estas sandalias no han alcanzado una venta masiva? ¿Falla el marketing? ¿Les hace falta una mejor distribución? ¿Que una celebrity las lleve y aparezcan en redes y en medios de todo el mundo?

“Creo que es un caso que atiende a varios factores”, nos cuenta la periodista y estilista Silvia Suárez. “Por un lado, es verdad que se trata de una sandalia que nuestra generación asocia al calzado ortopédico (y que las más jóvenes creo que desconocen por completo). Pero también nos remonta a los años setenta con esa semicuña de madera y esa hebilla tan demodé. Y, desde luego, esa es una de las décadas más recuperadas en las tendencias año tras año (desde jeans a estampados, pasando por complementos)”.

“Me sorprende que con las modas que hay en estos tiempos, no se hayan glamurizado ya”, afirma Agirre. “No entiendo que no se hayan rescatado con las tendencias de los setenta y los noventa. Quizás la marca no está muy enfocada en el mercado del mundo TikTok e Instagram, que es lo que actualmente marca tendencia. También ocurre que las Scholl tienen un background diferente al de las ‘Birken’ o las Crocs. Mi única referencia es ver a las señoras mayores llevándolas”.

“El marketing de la marca y de la sandalia desde su lanzamiento nunca se ha dirigido a un público masivo ni con pretensión de competir con otros en el terreno leisure o el prêt-à-porter”, apunta Silvia. “Seguramente hasta que Sarah Jessica Parker o Michelle Obama las han llevado paseando por Nueva York o tomando café. En cualquier caso creo que sería necesaria una campaña en redes más notoria y un reposicionamiento de marca fuera del nicho. Pero, en mi opinión, sí podrían llegar a tener un triunfo relativo siguiendo la estela de las Birkenstock. También el momento exercise sandals de su primer lema (con Twiggy como imagen) casa bastante bien con la vuelta del aithlesure a las pasarelas y la fiebre del zapato casual o deportivo como prenda de lujo. Dicho esto, no sé si veo a Inditex copiándolas pero supongo que es una cuestión de tiempo y de ver cómo reacciona la demanda a la oferta en cuestión”.

“Creo que para llegar al gran público, las Scholl necesitan un poquito de todas esas cosas que comentas”, añade Carmen. “Al final nos pasamos el día consumiendo referencias y sin darnos cuenta elegimos lo que vemos una y otra vez. Pero mira, yo tengo la versión de las Scholl que hizo Isabel Marant: hebilla, cuero, suela de madera. Jacquemus hace poco también hizo su revisión y, para mí, son mucho más cómodas las Scholl, ¡dónde va a parar! Pero que dos marcas como estas las hayan revisitado, me parece que responde a la pregunta principal, con un rotundo sí. ¡Son the next big thing! Aunque creo que a diferencia de las Birkenstock, igual no consiguen enamorar nunca a un público tan amplio”, concluye la estilista.

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