Los memes como recurso para desarrollar el pensamiento crítico de los menores y estrechar el vínculo entre padres e hijos
Conversar con los niños y adolescentes sobre estos contenidos virales con toques de humor les ayuda en la percepción de su entorno y a aprender a distinguir una broma de un mensaje ofensivo o que simplifique excesivamente cuestiones complejas
Por su lenguaje claro, sencillo, directo y su humor, los memes (esos contenidos virales en forma de chiste que combinan imagen y texto) destacan como una de las principales formas de comunicación entre los adolescentes. Hay estudios que constatan la tendencia de los menores a sustituir la comunicación personal y verbal entre ellos por otra escrita y a distancia a través de las redes sociales. Según el informe Nacer en la era digital. La generación de la IA, realizado por la plataforma de control parental Qustodio en enero de 2024, los menores españoles pasan cada vez menos tiempo en las aplicaciones de comunicación convencionales como WhatsApp (cuyo uso se redujo en un 12% durante 2023, pasando de 24 a 21 minutos al día) y más en otras redes sociales como Instagram y TikTok (a las que dedican una hora diaria). “La comunicación actual de los jóvenes se basa más en contenido multimedia, fotos, vídeos, emoticonos… Por esta razón, los memes triunfan tanto entre ellos”, señala la psicóloga Gloria R. Ben, que ejerce como experta y asesora en temas de seguridad digital en Qustodio.
“Los jóvenes utilizan los memes como si fueran su propio lenguaje: son rápidos, fáciles de entender y con humor”, certifica R. Ben. La también directora fundadora del centro de psicología y desarrollo educativo Desarrollarte, en Madrid, indica que este tipo de contenidos puede ser también una buena herramienta para desarrollar la creatividad: “Son una manera de expresar las ideas que tienen en la cabeza sin necesidad de filtros, lo que les aporta mayor seguridad a la hora de expresarse y dar sus opiniones sin miedo”.
Sin embargo, la psicóloga advierte sobre las consecuencias negativas que pueden derivarse de esta forma de diversión: “Al compartirse a través de una pantalla se puede generar un aumento de valentía para expresar cualquier cosa y dar lugar a un mal entendimiento de la crítica. En algunas ocasiones, el humor y la creación de los memes cruzan barreras controvertidas y comparten situaciones sociales o personales dramáticas en tono humorístico, y son estos aspectos los que hay que controlar y, sobre todo, educar para que no suceda”. “La interpretación de un meme puede ayudar a trabajar el pensamiento crítico de los menores”, sostiene R. Ben.
En ese sentido, existen herramientas como Smartick Thinking —un software educativo— que, precisamente, han sido creadas para desarrollar el pensamiento crítico de los niños a partir de los 7 años. ¿De qué forma puede ayudar esta plataforma a que los menores aprendan a distinguir memes graciosos de memes ofensivos? Héctor Sanz, project manager y creador de Smartick Thinking, responde que lo primero que hay que plantearse es la relación que existe entre el pensamiento crítico y los memes. Sanz, matemático y experto en lógica y filosofía de la ciencia, explica que el origen del término se remonta al biólogo Richard Dawkins, quien, en su libro The selfish gene (1976), describió cómo las ideas culturales se difunden en una sociedad de forma similar a como se replican los genes. “(Partiendo de esta teoría), podríamos decir que los memes infectan las mentes humanas, es decir, se vuelven virales y, para ello, se comportan de manera análoga a como lo hacen los microorganismos: son simples, directos y se adaptan fácilmente a diferentes anfitriones”, sostiene Sanz. El experto matiza: “No es que, necesariamente, los memes sean nocivos, recordemos que hospedamos a millones de bacterias en nuestro interior que nos hacen la vida más fácil, pero sí que debemos ser conscientes de cómo pueden influir en nuestra percepción del entorno, ya que, debido a su simplicidad, pueden transmitir mensajes engañosos o simplificar excesivamente cuestiones complejas”.
En este contexto, el reconocimiento de las bromas es una habilidad íntimamente relacionada con el pensamiento crítico: “Entender una ironía implica detectar contrastes sutiles entre expectativas y realidades y requiere, por ejemplo, interpretar el verdadero propósito detrás de declaraciones aparentemente contradictorias. Es decir, que precisa distinguir entre el significado literal y la intención oculta del interlocutor”, indica Sanz. Así, agrega que lo que pretenden con su herramienta es que los más pequeños se cuestionen su alrededor haciéndose las preguntas adecuadas. “En el caso de los memes, una buena pregunta sería qué es lo que provoca que la gente lo comparta. También sería interesante que se preguntase a quién podría no parecerle gracioso. Cuando conseguimos que el niño se plantee estas cosas, inevitablemente, estamos consiguiendo que su prudencia aumente y que sea menos impulsivo”, precisa el experto.
Tomo prestado el meme porque me hacía falta recordar que generalmente lo más valioso no busca impresionar a nadie. pic.twitter.com/KBJk3MYz7n
— Carlos Pazos © (@MolaSaber) December 10, 2023
De la misma opinión es la psicóloga R. Ben, que afirma que la rápida divulgación que se produce a través de internet puede dar lugar a que una gracia que se hace a un amigo o persona conocida se propague rápidamente a muchas personas que pueden no utilizar ese meme con la intención con la que se ha creado. Sin embargo, según prosigue, si se trabaja la inteligencia emocional y se potencia la empatía de los más pequeños, los menores serán capaces de entender que lo divertido tiene que ser divertido para todos.
Además, la psicóloga sostiene que si los padres logran que sus hijos compartan con ellos los memes que reciben, estas bromas compartidas pueden convertirse en una gran oportunidad de fomentar la comunicación entre ellos y estrechar el vínculo paternofilial. “El punto humorístico de un meme gracioso que no es ofensivo ayuda a reducir el estrés y aumentan los niveles de dopamina que se segregan cuando estamos felices”, explica R. Ben, que considera que es muy importante que el sentido del humor forme parte de la crianza. “Cuando ves a tu hijo en el sillón que se está echando unas risas, te sientas a su lado y le preguntas de qué se ríe y lográis reíros juntos, fortaleces la comunicación abierta y estrechas los lazos que os unen”, añade.
Sin embargo, la brecha generacional puede impedir ese acercamiento, sobre todo cuando el menor ya es un adolescente. Para evitarlo, R. Ben recomienda acostumbrarse a compartir intereses con los hijos desde edades tempranas: “Si cuando son pequeños nos hemos acostumbrado, por ejemplo, a ver los dibujos animados con ellos y a preguntarles por qué les gustan precisamente esos dibujos y no otros, cuáles son sus personajes favoritos… será más fácil que el niño o la niña siga compartiendo con nosotros los contenidos que consume cuando llegue a la adolescencia. Pero si nuestro hijo o nuestra hija ya es un adolescente y esto no ha sido así, tampoco hay que agobiarse y se puede aprovechar la oportunidad de compartir un meme para mejorar la comunicación” tranquiliza la experta.
Para lograr que se produzca ese acercamiento y evitar el rechazo, R. Ben aconseja lo siguiente:
- Si te enseña el meme del que se está riendo y a ti no te hace gracia, no lo critiques. Sea como sea el meme compartido, mantén siempre la calma. De lo que se trata es de analizarlo juntos. Puedes preguntarle: ¿Qué te ha parecido gracioso? ¿Por qué gusta? ¿Qué destacarías? En vez de reaccionar con: ¿Pero, qué haces con eso en el móvil? ¿Cómo se te ocurre compartirlo?
- Agradece la confianza de habértelo mostrado. “Si nuestro hijo nos enseña un meme que no nos gusta hay que agradecerle, primero, que lo haya compartido con nosotros y verlo como una oportunidad de aprendizaje para ayudarle a desarrollar su pensamiento crítico y a mejorar nuestra comunicación con ellos”, aconseja la psicóloga.
- Fomenta la empatía: ¿Cómo te sentirías tú si fueses el protagonista de ese meme? ¿Cómo crees que se siente la persona aludida?
- Enséñale a poner freno: “A lo mejor no se tiene la valentía de decir en el grupo ‘pues a mí este meme no me gusta’, pero el hecho de borrarlo y dejar de difundirlo es un paso muy importante. Hay que explicarles que, aunque no sean sus creadores, difundirlo también hace daño”.
- Comparte tus memes con tus hijos y explica lo que os hace gracia a cada uno. De lo que se trata es de convertirse en modelo.
- Crea un ambiente de diálogo sin miedo a poner límites. “La comunicación abierta con los hijos no quiere decir que no haya que poner límites: Este meme ha tenido unas consecuencias nefastas, por lo que te voy a quitar el móvil por un tiempo X”.
Para Héctor Sanz, fomentar la relación entre padres e hijos no solo se alcanza con bromas compartidas, sino también con buenas conversaciones y, sobre todo, dedicándoles el tiempo necesario. “Por eso, nosotros animamos después de hacer una sesión de Thinking que padres y niños continúen charlando sobre los temas que han trabajado”.
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