Menos regalos y más tiempo de calidad: qué le hace realmente feliz a un niño (y lo que no) en Navidad
Durante las fiestas, los padres y madres tienen que evitar trasladar a sus hijos la idea de que la ilusión depende únicamente de las cuestiones materiales. Lo que más suelen disfrutar es de estar junto a los suyos y los planes sencillos, como el reencuentro con los primos, adornar la casa o preparar recetas
Comidas familiares, regalos, luces, vacaciones, Reyes Magos y Papá Noel. La parafernalia navideña se despliega en diciembre y los niños pasan a ser los protagonistas de estas fechas. Los padres se suelen volcar en despertar y mantener la ilusión de sus hijos durante las fiestas. Pero, ¿qué les hace ilusión de verdad? ¿A todos los niños les gusta la Navidad? “Hay menores a los que tanto alboroto y actividad les resulta incómodo, por lo que conviene tener en cuenta sus puntos de vista y respetarles. De esta forma, aprenden a ser felices siendo quienes son, sin tener que adaptarse a lo que no les gusta”, explica María José Lladó, psicopedagoga y orientadora familiar en Acimut, centro del que es fundadora.
“La felicidad es un estado de ánimo que puede mantenerse en el tiempo y depende en gran medida de lo satisfechos que estemos con nosotros mismos y también de la calidad de nuestras relaciones con los demás” afirma Lladó. “En estas fechas, conseguir un deseo o satisfacer un capricho, puede traer momentáneamente un estado de felicidad, que se disipa rápido, si solo nos centramos en los objetos materiales, porque, en realidad, los niños son felices si se sienten seguros y respetados”, asegura la experta.
Por su parte, Iosune Mendia, psicóloga y coach familiar en San Lorenzo de El Escorial (Madrid), pone el foco en tener vínculos de calidad, como forma de que se sientan felices, y no en la cantidad de regalos que reciben: “Como cuando son reconocidos, aceptados y pueden interactuar con sus pares o sus familiares positivamente, además de hacer cosas propias de su edad, como jugar, cantar o bailar”.
Disfrutar de más tiempo con la familia les hace especial ilusión a los más pequeños. “Lamentablemente, los adultos no siempre tienen vacaciones, pero si se tiene la posibilidad de pasar más tiempo en casa, se puede aprovechar para hacer juntos manualidades, adornar la casa, quedar con los primos y los vecinos o hacer recetas navideñas”, propone la experta.
“Somos los mayores los que hacemos compras excesivas de regalos, adornos o comida y luego nos quejamos de que los niños tienen demasiado y no valoran nada. La historia se repite año tras año y la lista cada vez es más larga, porque se tiene asumido ya el famoso consumismo en Navidad”, continúa Mendia. “Los pequeños de la familia son los más afectados, ya que están expuestos a anuncios de juguetes que aparecen una y otra vez en televisión, anunciados por caras sonrientes y familias unidas, que no siempre obedecen a todas las realidades”, destaca esta experta.
En esta época de bombardeo publicitario, conviene poner límites para evitar un consumo insano, alejado de lo que puede hacer feliz a los niños durante estas celebraciones. “Para ello, se puede hablar con ellos sobre este tema o consensuar y razonar decisiones que se tomen al respecto, como pedir un número concreto de regalos”, aconseja por su parte Lladó. Conviene no trasladar la idea de que la ilusión y la felicidad dependen únicamente de las cuestiones materiales. “Hay que evitar que solo se fijen en la cantidad y no disfruten del regalo en sí, ya que, de esta forma, se les trasladan valores basados en la exigencia, la individualidad y el materialismo”, explica Mendia.
Los adultos pueden crear un escenario navideño que favorezca la ilusión sana de los menores limitando el número de regalos en la carta a los Reyes Magos, lo cual también se puede conseguir organizando el juego de El amigo invisible o animándoles a destinar alguno de sus juguetes a una asociación que trabaje con familias sin recursos, propone Mendia. Esta experta también aboga por planteamientos respetuosos con el medio ambiente o diferentes a lo habitual: “Comprar juguetes que tengan materiales sostenibles y de fabricación artesanal (adquirir menos, pero de mejor calidad) o regalar experiencias en lugar de objetos, como entradas para el teatro, el parque de atracciones o para una aventura en familia, como una escalada o una excursión especial”, recomienda.
Cada persona es diferente y vive la Navidad de una manera, según sus experiencias, personalidad, cultura y educación. “Conviene ofrecer opciones que incluyan a todos los miembros de la familia a la hora de elegir qué cosas hacer juntos y cómo plantearlas y, sobre todo, pasar tiempo de calidad con ellos a través de planes sencillos y clásicos de estas fechas, como dar un paseo para ver las calles iluminadas, adornar la casa o reencontrarse con los familiares a los que no se ve el resto del año”, propone Lladó.
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