Niños hiperregalados en Navidad: tres claves para que no sea una pelea entre sus padres y el resto de la familia
Pactar con abuelos, tíos o primos el número y el tipo de obsequios que recibirá el menor durante las fiestas permitirá que viva unos días repletos de ilusión pero dentro de unos límites educativos. La sobreabundancia puede llevar a criar menores caprichosos, poco agradecidos y con poca imaginación
La Navidad es una época muy especial para grandes y pequeños. Unas fechas familiares repletas de costumbres y tradiciones que regalan tiempo para pasar con la familia y los amigos. Días de largas sobremesas, de sabrosa comida, risas, juegos y villancicos. Unas fechas donde se echa mucho de menos a los que ya no están, se analiza lo bueno y lo malo que ha traído el año y se escriben deseos que se quieren lograr en los siguientes 12 meses. Los niños se convierten en los verdaderos protagonistas de las celebraciones. Días mágicos para ellos al ver cómo la ciudad se engalana de luces y ofrece divertidos planes navideños. Niños que esperan planes como visitar ferias, ir al cine o patinar sobre hielo con un buen chocolate caliente, entre otros. Y emoción máxima por la llegada de Papá Noel o los Reyes Magos, cargados de regalos y sorpresas que han leído en las cartas escritas con gran emoción.
Pero el número de regalos que recibe un niño en Navidad a veces provoca roces y malentendidos entre los padres y el resto de la familia. Mientras los progenitores piden a los familiares que no sobrerregalen al menor, tíos, primos y abuelos se dejan llevar por la ilusión de ver al pequeño feliz y el deseo los lleva a acabar comprando muchas más cosas de las que este precisa. Un número de regalos excesivo que crea malestar en sus padres y puede provocar discusiones serias.
No es nada educativo que un niño reciba en Navidad demasiados obsequios, haciéndole sentir que consigue todo aquello que desea sin tener en cuenta si lo necesita o no. Un exceso que incluso puede ser perjudicial para el desarrollo del menor y convertirlo en una persona egoísta que únicamente es feliz si se le colma de cosas materiales. Si los abuelos o tíos dejan demasiados presentes bajo el árbol, el niño no dará valor a nada y únicamente se centrará en abrir con prisas todas las sorpresas sin pensar si le gustan o no. En unos días estos juguetes estarán olvidados en un cajón porque a la mayoría no le habrá prestado casi atención. Además, acabará sintiendo que siempre debe conseguir aquello que desea sin esfuerzo. El llamado síndrome del niño hiperregalado le convertirá en una persona caprichosa, poco agradecida y con poca imaginación. También se mostrará furioso o enrabiado si sus deseos no se cumplen y se mostrará celoso por los regalos que reciban los demás. Un chiquillo que dejará de darle valor a las muestras de afecto o a que quieran pasar tiempo de calidad con él si no obtiene algún beneficio y que basará en el consumismo su felicidad. Una superabundancia de obsequios le hará sentir solo, triste e insatisfecho, y le dificultará el desarrollo de una adecuada tolerancia a la frustración. Esto puede provocar que se convierta en una persona muy egocéntrica, con muchas dificultades para desarrollar valores tan importantes como la gratitud, la humildad, la generosidad, la empatía o el respeto.
Antes de las fiestas navideñas, en un ejercicio de conciencia y responsabilidad, las familias deberían reflexionar y llegar a acuerdos para que el menor no reciba demasiados regalos. Hablar desde la complicidad y el respeto de cómo le gustaría a los progenitores organizar los regalos en casa evitará muchas situaciones desagradables. Para intentar minimizar la saturación y evitar así el síndrome del niño hiperregalado será clave llegar a acuerdos y que todos los miembros de la familia los cumplan.
Tres claves para que en la familia los regalos no se conviertan en discusiones y malentendidos:
- Será muy importante que orientemos al niño a escribir una carta de Reyes responsable y que en ella pida únicamente aquellos regalos que realmente necesite o le hagan mucha ilusión. Seguir La regla de los cuatro regalos le ayudará a ceñirse a una cantidad adecuada de deseos. Una prenda o un accesorio para vestir, un juego o un libro que fomente su aprendizaje, algún objeto que necesite para practicar su deporte preferido o para realizar alguna actividad extraescolar y un regalo que satisfaga al máximo su ilusión y lleve tiempo esperándolo. En esta carta también se le puede a dar gracias por todo lo bueno que tiene en su vida y escribir regalos para los demás.
- A través del diálogo y el respeto, los padres deberán explicar a abuelos o tíos que no desean que el menor reciba excesivos regalos porque eso se aleja del estilo de crianza que han elegido. Hablar con ellos sobre la importancia de que le regalen juguetes que no sean bélicos y libres de estereotipos de género será muy importante para evitar broncas y desilusiones. Agrupar los obsequios por temáticas como Legos o Playmobil o realizar un único regalo conjunto, que puede ser una experiencia familiar, ayudará mucho a reducir el número.
- Una buena idea para proponer a los abuelos o tíos es que el presente que elijan para el niño se quede en su casa para que cuando los visite pueda jugar con él. Podemos animarles a que sea un juego de mesa, de cocina o manualidades que fomente la creatividad y favorezca pasar tiempo juntos jugando con él.
Si un niño recibe demasiados regalos esta Navidad no podrá valorarlos ni disfrutarlos y crecerá pensando que debe tener todo aquello que desea. Pactar con abuelos y demás familiares el número y el tipo de obsequio que recibirá permitirá a las familias que Navidad o Reyes se convierta para todos en un día repleto de ilusión y magia dentro de unos límites educativos.
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