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Navidad
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Síndrome del niño hiperregalado: el exceso de juguetes hace a nuestros hijos infelices

Si a los niños y niñas les damos demasiadas cosas habitualmente, el día que no reciban todo lo que esperan, se sentirán frustrados e insatisfechos

Una niña nada en un mar de regalos
Una niña nada en un mar de regalosgetty

Si algo recuerdo de cuando era niña era el momento en el que, junto a mis hermanas, escribíamos la carta a los Reyes Magos. Buscábamos nuestros mejores lápices de colores y cuadernos y nos pasábamos algunas mañanas decidiendo qué era lo que queríamos pedir a sus Majestades de Oriente.

Durante la redacción de la carta, siempre me acompañaba un enorme cosquilleo por la barriga, causado por las dudas que me generaba el pensar si realmente me había portado lo suficientemente bien. Era muy consciente que sus Majestades habrían visto las riñas con mis hermanas, las veces que algún profesor me había recordado que no me podía pasar todo el rato hablando en clase con mi mejor amiga o los momentos que había hecho enfadar a mamá y papá.

En casa, había una única consigna para poder redactar la carta, podía pedir tres regalos: un libro, uno individual y el otro para compartir con el resto de la familia. Me pasaba semanas haciendo largas listas de posibles juguetes y tachando hasta ser capaz de elegir los dos que más ilusión me hacían.

Jamás en la vida tuve la sensación de recibir pocos regalos. Yo era inmensamente feliz porque año tras año Baltasar, mi rey favorito y al que le dejaba siempre un precioso dibujo junto a unos cuantos polvorones de chocolate, acertaba y me traía lo que realmente quería.

En los últimos años, España siempre se sitúa en el ranking de los países en los que sus habitantes más gastan en la campaña de Navidad. Cada año, aumenta la cantidad de dinero que los españoles invertimos en comprar obsequios para aquellos que más queremos. Los pequeños de la casa son las personas a las que se destina el presupuesto más alto, recibiendo una media de 10 regalos por hijo o hija.

Muchos adultos piensan equivocadamente que los niños y niñas necesitan recibir muchos obsequios para ser felices. A menudo, acabamos regalando mucho más de lo necesario y generando expectativas y placeres hacia los objetos. Esto provoca que muchos de los regalos que desean nuestros pequeños sean anhelos momentáneos en vez de necesidades objetivas y que la satisfacción de tenerlos les dure muy poco tiempo.

Seguramente muchos de nosotros hemos visto como un niño o niña que ha recibido muchos regalos seguidos los ha abierto sin expresar demasiada ilusión y ha acabado jugando con alguna caja en la que venía el juguete empaquetado.

Las familias deberíamos de ser muy conscientes de las consecuencias que pueden tener en los niños y niñas recibir todo aquello que deseen. Muchas veces acabamos dejándonos arrastrar por las elevadas dosis de publicidad a la que estamos expuestos y por las inadecuadas dinámicas consumistas en las que nos vemos inmersos.

Este exceso de regalos puede generar en nuestros pequeños, connotaciones muy negativas y provocar el síndrome del niño hiperregalado o sobreregalado. Un síndrome que provoca que nuestros hijos se vuelvan caprichosos, egoístas y consumistas.

Un exceso de juguetes causa que nuestros pequeños no aprecien los obsequios que reciben, que sientan que nunca son los suficientes o los adecuados. Esta superabundancia de obsequios les hará sentir tristes e insatisfechos, les arrebatará la ilusión y les dificultará el desarrollo de una adecuada tolerancia a la frustración. Los niños y niñas que son educados en la excesiva abundancia muestran muchas dificultades para valorar todo aquello que tienen y para ser agradecidos.

Si a nuestros hijos o hijas les regalamos demasiadas cosas habitualmente, el día que no reciban todos los regalos que esperan, se sentirán frustrados e insatisfechos. Esto puede provocar que se conviertan en personas muy exigentes y egocéntricos, con muchas dificultades para desarrollar valores tan importantes como la generosidad o la empatía. Además, esta superabundancia de obsequios no les ayudará a favorecer la imaginación y la creatividad.

Para intentar minimizar la saturación de regalos que reciben nuestros hijos en estas fiestas navideñas, y evitar así el síndrome del niño hiperregalado, deberíamos orientarles a la hora de escribir su carta dándoles pautas para que pidan únicamente aquello que les hace mucha ilusión, necesitan o les será útil.

Podemos animarles a pedir regalos que les permitan crear, experimentar o inventar. Por suerte en el mercado podemos encontrar muchos juegos que les plantean retos, que les animan a pintar, dibujar, modelar o realizar construcciones. Juguetes que desarrollan la motricidad fina y gruesa y que les permiten hacer actividades físicas, tan necesarias en una sociedad cada vez más sedentaria.

A la hora de redactar la carta a los Reyes Magos sería muy importante que les pautemos el número de juguetes que pueden pedir. Podemos utilizar la “técnica de los cuatro regalos”, una propuesta que nos ayudará a poner sensatez y buscar una lógica educativa a sus deseos.

Esta regla propone a nuestros hijos e hijas pedir un máximo de cuatro cosas. La primera debe ser alguna cosa que desee mucho, aquello que anhela de verdad. El segundo deberá ser algún objeto que realmente necesite como una mochila nueva para ir a la escuela o una raqueta para poder continuar haciendo los entrenamientos de tenis.

El tercer regalo debe ser alguna cosa que se pueda poner como por ejemplo unos zapatos, una chaqueta o unos guantes. Por último, el cuarto regalo estará relacionado con la lectura. Podemos acompañarles a una librería para que puedan elegir aquel libro que les gustaría que sus Majestades les dejasen en el árbol.

Durante estas fiestas no podemos olvidar que, al igual que el resto del año, el mejor regalo que pueden recibir nuestros hijos e hijas será el de pasar tiempo con nosotros. Podemos llevarlos a pasear por la ciudad viendo lo bonito que están las calles decoradas con luces, cocinar juntos cuando tengamos invitados en casa o crear regalos para sorprender al resto de la familia.

Como dice Gianni Rodari: “Los mejores regalos no se compran, los mejores regalos son aquellos que se hacen”.

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