_
_
_
_
_

Priscilla Vela, investigadora del juego infantil: “Tendemos a pensar que el juego es algo superfluo, pero es un mecanismo evolutivo sin precedentes”

Tras vender más de 15.000 ejemplares de su primer libro, esta escritora contrabajista de formación lanza ‘Piezas sueltas. El juego intangible’, en el que trata sobre cómo las herramientas que ofrece la naturaleza sirven también para divertirse y aprender

Priscilla Vela juegos infantiles
Priscilla Vela comenzó abriendo un blog sobre maternidad. Fue así como se fue enganchando al juego y a las piezas sueltas.Photographer:Mercedes Herran

La vida de esta contrabajista de música clásica de formación y profesión dio un vuelco cuando nació su primera hija, Maya. Poco después de aquello, Priscilla Vela (Madrid, 40 años) decidió cambiar su forma de vida y pasó a convertirse en escritora, artista multidisciplinar e investigadora del juego infantil. Comenzó abriendo Mamá extraterrestre, un blog sobre maternidad. Fue así como se fue enganchando al juego y a las piezas sueltas, asunto que trata en sus dos libros, escritos con la colaboración de la fotógrafa Mercedes Herrán. De Piezas sueltas. El juego infinito de crear (Literal Libros, 2019) llevan vendidos más de 15.000 ejemplares. Piezas Sueltas. El juego intangible (Litera Libros, 2023) acaba de publicarse y trata de ir un poco más allá en el juego libre, apostando por las herramientas que ofrecen los elementos de la naturaleza.

PREGUNTA. Empecemos por el principio, ¿qué son las piezas sueltas?

RESPUESTA. Consiste en jugar con cosas que no son juguetes y no tienen instrucciones para desarrollar la creatividad. La definición fácil la he tomado prestada del educador Francesco Tonucci: “Cosas que, sin ser nada, pueden serlo todo”. Pero una vez nos adentramos en ese mundo, vamos viendo que las piezas sueltas ni son solo cosas ni son tan tangibles como las imaginamos, que es de lo que trata el segundo libro. Son una herramienta increíble —una filosofía— para observar, comprender y desestructurar el mundo, liberar nuestras mentes y aprender la posibilidad infinita de todo lo que nos rodea, desplegando nuestra creatividad innata. Todo esto, solamente jugando. Un juego para todas las edades, por cierto, aunque se haya popularizado para niños pequeños. Para mí, las piezas sueltas son la herramienta educativa (y re-educativa) del siglo XXI.

P. ¿Cómo llega un músico al mundo del juego infantil?

R. Al convertirme en madre mis prioridades implosionaron. Dejar a mi bebé y delegar su crianza para pasar horas y horas ensayando, repitiendo y perfeccionando algo que iba a ser una interpretación puntual, me parecía surrealista. Fue muy duro porque llevo desde los cinco años siendo músico, sumergida en una carrera de élite tan apasionante como exigente. Fui ampliando excedencias, pero esa sensación no se iba, así que finalmente decidí volcarme en lo que para mí comenzó a ser la profesión más importante del mundo: criar.

P. ¿Fue así como descubrió el mundo de las piezas sueltas?

R. Más o menos… Las piezas sueltas llegaron tras una larga búsqueda de referentes. Tras estudiar a Montessori, Pikler, Steiner, Malaguzzi, Wild, Neill, Stern y otros muchos impulsores de pedagogías alternativas, y observando mucho lo que pasaba en casa, empecé a preguntarme por la importancia del juego. Así llegué a la Teoría de piezas sueltas de Simon Nicholson. Y me explotó la cabeza. El artículo de 1971, titulado Cómo no engañar a los niños, es el germen en que se basa todo este universo que hemos desplegado y que sigue creciendo de forma exponencial a medida que lo jugamos.

Una imagen del libro 'Piezas Sueltas. El juego intangible', de Priscilla Vela. La primera regla (y la más importante) es que todo puede ser una pieza suelta. Cualquier elemento nos puede servir para jugar y crear.
Una imagen del libro 'Piezas Sueltas. El juego intangible', de Priscilla Vela. La primera regla (y la más importante) es que todo puede ser una pieza suelta. Cualquier elemento nos puede servir para jugar y crear.

P. ¿Qué características tiene el juego con piezas sueltas?

R. La primera, y más importante, es que todo puede ser una pieza suelta. Cualquier elemento nos puede servir para jugar y crear. La segunda es que no tiene instrucciones ni reglas más allá del sentido común y el respeto. La tercera, que el único límite es la imaginación de quien juega o crea. Y, por último, que no existe un fin concreto, ni el juicio de bien o mal, ni el producto: todo lo que sucede en el juego son fases de un proceso creativo que se extiende en el tiempo y que genera aprendizajes vitales basados en la experiencia.

P. Leyendo sus dos libros se da a entender que en el mundo actual se ha perdido la capacidad de jugar. ¿Es así?

R. Lamentablemente, el juego está extinguiéndose a una velocidad escandalosa. Ya no se ven niños jugando en nuestras calles y cada vez el juego y la imaginación se desvanecen a una edad más temprana, en parte debido a las pantallas. Y también al desconocimiento por parte del adulto, que tiende a buscar fuera lo que surge de forma natural dentro cuando ofrecemos espacio, tiempo y materiales (y permitimos que aparezca el aburrimiento, el gran activador del juego). Tendemos a pensar que el juego es algo superfluo e inútil, pero la neurociencia está probándonos que es un mecanismo evolutivo sin precedentes. Podemos aprender cualquier cosa jugándola.

P. “Estamos atravesando una crisis creativa a gran escala”. Esta fase es sobrecogedora. ¿Qué está pasando?

R. Nos hemos acostumbrado a ser espectadores de nuestra propia vida, cómodamente sentados en una butaca de un gran teatro. La mayoría ya no creamos nada ni nos creemos capaces de hacerlo; consumimos lo que otros crean y jugamos con las reglas del juego que han hecho otras personas. No hablamos solamente de producir utensilios, ropa, películas o casas, sino de estructuras más intangibles que conforman la vida y la sociedad. Al perder nuestro juego, perdimos nuestra capacidad creativa y la coherencia real con quienes somos de verdad, abriendo paso a un gran vacío que se puede observar a escala global. Insatisfacción generalizada, consumismo desmedido y las altas tasas de depresión —también en la infancia— son algunos indicadores. La solución podría estar ahí mismo, en los niños y ser mucho más sencilla de lo que parece.

Priscilla Vela y la fotógrafa Mercedes Herrán.
Priscilla Vela y la fotógrafa Mercedes Herrán.

P. En el segundo libro se refiere al juego intangible, ¿qué es?

R. En el primer libro hablábamos de jugar con todas las piezas sueltas materiales, con todas las posibilidades de la materia, y en este segundo trascendemos la materia e investigamos lo intangible como pieza suelta. Muchos de los juegos suceden paralelamente con fenómenos, reacciones químicas, elementos de la naturaleza, ideas y conocimientos. Lo material se convierte en un medio para concretar lo que ya existe en la mente, entonces lo que haya ahí dentro es imprescindible para que algo tome cuerpo… Lo intangible adquiere una importancia tremenda, tanto o más que lo meramente material.

P. Tierra, aire, fuego, agua, éter. ¿Estamos preparados para usar estos elementos como material de juego?

R. No solo estamos preparados, sino que los utilizamos constantemente, aunque no nos hayamos dado aún cuenta. De hecho, todos los niños tienen una atracción y fascinación irresistible hacia ellos, totalmente instintiva.

P. ¿Cree que los niños que juegan con piezas sueltas tienen una manera diferente de entender el mundo?

R. Lo pienso y lo veo cada día. Las composiciones de piezas sueltas actúan como una radiografía de lo que existe dentro de la mente de quien las juega, del volumen de variables que sus cerebros son capaces de comprender y permutar. Esto se refleja en todo lo que hacen, ya que su forma de ver y comprender el mundo se basa en una autosuficiencia adquirida a través de la práctica constante (juego). Crecen con la tremenda satisfacción de saberse capaces de conseguir cualquier cosa que se propongan, conociendo sus dones y talentos a la perfección y adquiriendo un grado de concentración y de persistencia impresionantes.

Puedes seguir Mamas & Papas en Facebook, Twitter o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter quincenal.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_