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Crianza
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La importancia de gestionar el aburrimiento de los niños sin darles una pantalla

Rellenar los momentos de desidia en verano con dispositivos digitales aleja a los padres de una buena práctica educativa. Que sepan lidiar con esas horas vacías es tan importante como ofrecerles actividades alternativas

Aburrimiento en niños
Dos niños aburridos en el sillón de su casa.Patrick Heagney (Getty Images)

Llevamos unas semanas de verano y de vacaciones, y el inicio de curso escolar todavía se ve muy lejano. Toca seguir disfrutando de la playa o la montaña, de las actividades al aire libre, de la familia y de los amigos. De los planes improvisados, de los helados a última hora de la tarde, de los parques acuáticos y de los viajes. Pero que los niños dispongan de tanto tiempo libre supone que tengan también horas para aburrirse y que en casa no dejen de quejarse porque no saben qué hacer. Gestionar este tiempo de desidia no es siempre sencillo para las familias y, en ocasiones, hace que los padres tomen decisiones cómodas que les alejan de una buena práctica educativa.

Muchas veces los progenitores viven el hecho de que sus hijos se aburran como un fracaso personal. Les asusta que se sientan tristes, que se muestren desanimados o tengan poco interés por hacer cosas. Intentan mantenerles siempre distraídos y así les dan pocas oportunidades para pensar y decidir por ellos mismos.

El aburrimiento es una emoción muy importante que no se suele permitir ni cultivar. Un sentimiento imprescindible para el desarrollo personal que está muy relacionado con la capacidad de espera, la autonomía personal, el desarrollo de la imaginación y el talento y la tolerancia a la frustración. Así que experimentarlo es muy positivo para el cerebro y las emociones. Una emoción indispensable para poder conectar con nuestro interior, con las emociones, los recelos o los deseos.

El tiempo para no hacer nada es pedagógicamente esencial. Enseñar a tolerar el aburrimiento y a no buscar la diversión constante prepara a los niños y jóvenes para un futuro más realista, les enseña que en la vida también va a tocar hacer cosas que no apetecen o que hay que adaptarse a situaciones que no se eligen. Cuando un niño se aburre conecta con su esencia, lo que le lleva a explorar y a crear. El aburrimiento dispara la imaginación, regala la oportunidad de buscar soluciones por uno mismo.

Los niños y jóvenes que aprenden a hacer frente a la desidia acaban siendo habitualmente más tolerantes, pacientes, felices y posen un mejor autoconocimiento y autorregulación. Se muestran mucho más flexibles y son capaces de gestionar mejor el tiempo.

En muchas ocasiones, escucharles preguntar constantemente qué planes tienen los padres para ellos o el tener que compaginar el trabajo con su cuidado hace que se abuse del uso de las pantallas en casa. Una alternativa fácil y cómoda para que puedan estar entretenidos y no nos molesten.

Pantallas y aburrimiento, ¿una solución fácil para combatirlo?

De esta forma, les conectan a la tableta, a la videoconsola o les ponen la televisión para que estén entretenidos y los adultos consigan momentos de tranquilidad. O también para evitar las peleas entre hermanos. De una forma errónea, se saltan las normas que tenían establecidas sobre su uso, permitiendo que el móvil y los dispositivos digitales terminen convirtiéndose en el principal refugio para escapar del aburrimiento.

Es normal que durante estas semanas de verano podamos flexibilizar su uso, pero deben seguir siendo los adultos los que marquen el tiempo y el lugar donde pueden utilizarlas, además de controlar el contenido que consumen.

La clave es encontrar el equilibrio adecuado entre el tiempo de uso y las otras actividades que pueden realizar. No existe una regla exacta para calcular cuánto tiempo se debería permitir que los niños utilicen la tecnología, ya que dependerá de la edad del menor y las necesidades de cada familia.

Una niña interactúa con su tableta en el sillón.
Una niña interactúa con su tableta en el sillón. GETTY

Lo que sí será imprescindible es que, como responsables de su utilización, los padres se planteen cómo, cuándo y por qué los niños utilizan las tecnologías en casa. Cuando se usa de forma controlada, educativa y segura, no solo servirá para que se diviertan, sino que se convertirá en una importante fuente de aprendizaje.

Si, por el contrario, se realiza un mal uso y los contenidos que consumen son poco apropiados para su edad, los padres se encontrarán ante un grave problema que puede interferir de forma muy negativa en el desarrollo y la salud de sus hijos. Las aplicaciones de control parental —existen muchas en el mercado— pueden ayudar a conseguir que se empleen de forma correcta.

¿Qué no hacer?

  1. No deberán utilizar jamás su uso como un premio o a modo de chantaje para conseguir que hagan caso. El buen comportamiento no debe negociarse y por eso es importante que en estos meses de verano se puedan reformular las normas y límites que se establecieron durante el curso escolar.
  2. También deberán marcarse los momentos del día en los que el empleo del móvil, la tableta o el ordenador no estará permitido. No usarán las tecnologías durante las comidas y las cenas en familia, por ejemplo.
  3. Además, será muy importante ofrecerles alternativas atractivas para que puedan emplear correctamente el tiempo de ocio, cuantas más opciones o inquietudes tengan menos probable es que recurran a las pantallas. Se les puede animar a realizar actividades manuales con pinturas o plastilina, descubrir nuevas lecturas, jugar con juegos de mesa o, siempre que sea posible, participar en campamentos de verano y realizar actividades deportivas o en la naturaleza en familia.
  4. Los padres deben tener muy presente que si durante estas semanas los niños se acostumbran a jugar durante horas a la videoconsola o a mirar sus dispositivos móviles cuando acaben las vacaciones y tengan que volver a la rutina del curso resultará muy complicado cambiarlo.

Bruce Lee decía: “Todos tenemos tiempo para aprovechar o para perder y es nuestra decisión qué es lo que hacemos con él”. Pero, una vez pasado, el tiempo no se recupera. Así que es fundamental que seamos capaces de enseñar a los niños a exprimir el tiempo al máximo sin la necesidad de estar enganchados a una pantalla.

*Sonia López es maestra, psicopedagoga y divulgadora educativa. Madre de dos adolescentes.

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