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Método Montessori: qué es y qué deben saber los padres a la hora de elegirlo para sus hijos

Cada vez más colegios públicos en España aplican esta pedagogía que, según los expertos, permite que el menor se desarrolle con libertad, autonomía y a su ritmo

Un niño realiza una actividad con una planta en C.P. San Benito de Madrid. La pedagogía Montessori trabaja con elementos naturales
Un niño realiza una actividad con una planta en C.P. San Benito de Madrid. La pedagogía Montessori trabaja con elementos naturalesC.P. San Benito
Carolina García

Cada vez hay más corrientes pedagógicas que se alejan del modelo prusiano de educación, aquel que se basa en la idea de que todos los niños deben de ir a la escuela, superar ciertos niveles y obtener cierto grado de conocimiento. Nuevas corrientes que, en contraposición, ponen a los menores en el centro, tienen un ambiente preparado que permite que el alumno se desarrolle libremente y en la que el adulto es acompañante, no dirigente. Una de estas pedagogías, cada vez más instaurada en nuestro país, es la Escuela Montessori, desarrollada por María Montessori, “una mujer que defendía la infancia como la etapa más importante de la vida del ser humano, la que más debemos cuidar y proteger, y hoy en día la neurociencia demuestra lo que ella predecía en función de su método científico y años de observación”, explica Míriam Escacena, ingeniera de profesión, guía Montessori, autora del libro Comunicación con bebés. Mis manitas hablan y organizadora del próximo Congreso Internacional que se celebra entre el 5 y el 9 de julio. ¿En qué consiste este método y qué deben saber los padres y madres a la hora de elegirlo para la educación de sus hijos?

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“Esta pedagogía está basada en una mirada de profundo respeto a la infancia, en admirar la individualidad de cada niño, en respetar sus tiempos, confiar en sus capacidades y potenciar su autonomía”, sostiene Escacena. “Por eso a veces se habla de este método como la autoeducación”, prosigue, “se confía en el niño y en su maestro interior, ya que guiado por sus intereses, y aprovechando sus periodos sensibles, logrará conquistar grandes aprendizajes”.

Efectivamente, “muchas familias eligen la escuela Montessori buscando un lugar respetuoso donde los niños sean atendidos de manera individualizada. Después lo conocen y se suelen enamorar del mismo, pero en un principio la motivación es buscar espacios amables y cercanos”, añade Dácil Martín Petrini, directora técnica en Montessori Gran Canaria. Según explica la experta, el miedo más habitual de los padres es si sus hijos podrán adaptarse a otras realidades educativas cuando pasen de etapa, por ejemplo, el paso del colegio al instituto: “A esto les respondemos que la escuela Montessori trabaja los mismos contenidos y objetivos que el resto de escuelas, lo que cambia es la forma de enseñarlo. Otra duda usual, por desconocimiento, es que se trata de una escuela en la que los niños no tienen normas y son indisciplinados. Y no es cierto. Montessori en general es muy estructurada y se trabaja la disciplina interna y el orden de manera sistemática. Los niños y niñas tienen libertad de movimiento y elección, pero siempre con una supervisión previa del adulto. Con lo cual hay una percepción de libertad, pero es controlada”, prosigue la experta.

Según mantiene, “desde edades muy tempranas se trabaja la motivación interna para que no dependan del adulto en cada paso. Esto hace que el alumnado destaque por su elevada autonomía y autoestima. La mayoría trabajan con la etapa de infantil, algunas, como la nuestra, llegan a primaria y hay unos pocos proyectos de secundaria, que van en auge”. Por ejemplo, en la etapa de infantil destacan las áreas de vida práctica, donde los pequeños aprenden destrezas de la vida cotidiana de cuidado personal (vestirse, desvestirle, lavarse las manos, gracia y cortesía…), cuidado del ambiente (cuidar una planta, barrer, limpiar el mobiliario…): “También es muy importante él área sensorial, donde a través de materiales manipulativos los niños estimulan sus sentidos y dan respuesta y vocabulario al mundo que les rodea sintiendo las cualidades de los mismos. Lenguaje y matemáticas también se trabajan con materiales sensoriales”.

Un niño realiza un ejercicio en el aula.
Un niño realiza un ejercicio en el aula.CEIP Kaizen Montessori

Martín quiere dejar claro que “todos los niños se adaptan sin excepciones”. Y además los padres y madres son acompañantes durante el proceso: “Siempre es positivo que haya una afinidad metodológica en casa y la escuela, para eso en la mayoría de escuelas Montessori se ofrecen formaciones para familias. Sin embargo, es posible seguir trabajando con los menores aunque sus familias no entiendan ni compartan el método (aquellas que, por ejemplo, eligieron el colegio por cercanía)”.

La pedagogía Montessori en la escuela pública

Una de las críticas más persistentes en torno a esta educación es que muchos la tachan de elitista, porque en su mayoría son los colegios privados las que imparten esta pedagogía con precios muy elevados a los que muchas familias no llegan. “Es cierto que las escuelas que se basan en esta pedagogía suelen ser iniciativas privadas, muchas veces son fundadas por familias que creen que otro tipo de educación es posible, se embarcan en este tipo de proyectos inicialmente por sus hijos y posteriormente van creciendo, a pesar de no recibir ayudas por parte de las administraciones. Las aulas están llenas de materiales científicos, y la ratio de alumnos es muy diferente de la educación tradicional, por lo que los costes son mayores”, explica Escacena. “Es curioso pensar que la escuela infantil del congreso de los Diputados está basada en esta pedagogía, ¿por qué no extender esta filosofía para que pueda llegar a más niños y niñas? A pesar de todas estas dificultades, en los últimos 10 años ha habido un avance importante, ya no solo como un gran aumento de iniciativas, sino también de educadores y maestros que con gran vocación que hacen todo lo que está en su mano por formarse en este método e intentar transformar sus aulas”, termina Escacena.

Este es el caso del CEIP San Benito, de Madrid. Iratxe Casado Figueras, es profesora de Educación Infantil y especializada en Montessori en este centro, y fue la propulsora del cambio: “El mundo está cambiando, cómo compramos, cómo consumimos la cultura, cómo trabajamos, pero en el tema de la educación nos hemos quedado anclados en el siglo pasado y pensamos, ¿por qué no cambiarlo también?”. Y para esta profesora era necesario. “Existen pedagogías que ponen el foco en mirar al niño antes de intervenir nosotros. Es importante empezar a introducir metodologías diferentes, de innovar, de ir cambiando cosas, y todo eso apetecía hacerlo”, añade Casado. “Y también por intentar suplir las quejas más recurrentes de los profes”, prosigue, “que suelen referirse a la falta de atención y concentración por parte de los alumnos”, incide.

“Entonces, con este punto de partida, en el colegio, hace años, se empezó a trabajar sin libros, por proyectos. Y cuando nosotras hemos ido llegando, hemos ido investigando en la misma línea y formándonos en diferentes pedagogías. Hemos cogido de aquí y allá, hasta hacer nuestra propia manera de ir trabajando porque es lo que nos va funcionando”. “El confinamiento nos coincidió con todas estas ideas y en ese estar online tanto tiempo delante de una pantalla es cuando decidimos que todas las ideas las queríamos dejar por escrito y así hicimos. Y a la vuelta comenzamos el proyecto”, sostiene Casado. “Lo más importante es que todo lo que aplicamos está respaldado por la dirección del centro y por la normativa como, por ejemplo, que los niños cuando acaban una etapa tienen que tener adquiridos unos conocimientos”, añade.

Aula de Educación Infantil del C.P. San Benito.
Aula de Educación Infantil del C.P. San Benito.

“Todos los métodos en psicología y pedagogía indican que el aprendizaje es mucho más efectivo cuando se realiza desde el entorno de la experimentación, la observación y la manipulación. Entonces, mi formación como docente siempre ha estado encaminada a esa línea, por lo que cuando ellas me proponen que quieren dar un giro en el entorno organizativo, docente y pedagógico del centro y me hacen esa propuesta de cambiar las aulas y hacer una enseñanza más individualizada, orientándose a la metodología Montessori, no lo dudo en ningún momento. Yo soy directora y somos un equipo. Vinos más pros que contras y que estaban muy preparadas y capacitadas para hacerlo. Dimos el ok”, argumenta Esther Abadía, directora del colegio.

¿Cómo se montessoriza un colegio?

Primero tiene que haber un grupo formado en esta línea. Y segundo tiene que haber unas medidas organizativas que permitan que esta metodología pueda salir adelante, como la selección del material o la organización de las aulas, que rompen la estructura tradicional, con menos mobiliario, en plan minimalista y no hay un exceso de medios materiales -los que hay deben ser naturales y no hay nada de plástico, por ejemplo-”, explica Abadía. Además, los niños no hacen todos la misma actividad porque se mueven en un entorno de independencia y autonomía. Según mantiene, “los padres recibieron muy bien el cambio, porque el equipo lo explicó muy bien, con pelos y señales, y dieron una oportunidad dentro de la escuela pública de vivir en un entorno de innovación pedagógica”. “Con las familias tenemos reuniones trimestrales, tutorías y el intercambio diario es muy importante”, prosigue, “se les van dando pautas, pero sí que es verdad que en el centro tenemos claras las líneas de abordaje de Montessori, y los padres y madres están en la onda de la innovación, pero no todas las casas funcionan de la misma manera, ni el tipo de viviendas, ni la situación económica. No siempre puede ser”.

Los cambios afectan a los alumnos de Educación Infantil y primeros cursos de Primaria del San Benito. “Con este método, lo que hemos pretendido hacer es intentar ofertar al grupo una diversidad muy amplia de actividades semanales o mensuales. Se les hace presentaciones de un montón de actividades y de materiales por áreas, y luego les das la libertad que durante el día, ellos elijan donde van, qué hacen y cómo lo hacen”, retoma Casado. “Y les preguntamos, cada mañana”, continúa, “¿qué queréis hacer hoy?. Ellos eligen, cogen su bandejita y se ponen a trabajar”.

“Por ejemplo, en Infantil es esencial acabar leyendo y escribiendo, hay presión, nosotros lo que intentamos es motivarles y prepararles la manita, muñeca y dedos, para que puedan tener un trazo, movilidad y psicomotricidad fina, y luego cuando les pones a escribir les sale solo”, añade la profesora. Para ello, usan un método que se llama tornillos y tuercas, que además, según mantiene, favorece el juego simbólico de los más pequeños. “En definitiva, libertad de movimiento, libertad de elección y, sobre todo, recogemos mucha información de cada niño qué hace, qué no hace, qué necesita, qué demanda, muy individualizado. Este año se nos ha hecho mucho más fácil por la bajada de las ratios. Hemos tenido la mitad de niños y ha sido mucho más fácil”, termina Casado.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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