Miriam Escacena: “Un padre que opta por Montessori apuesta por la libertad y el desarrollo integral del niño”
La experta en esta pedagogía explica que este método se basa en una mirada de profundo respeto a la infancia. Tachada por muchos de elitista, es una técnica no exenta de polémica
La pedagogía Montessori es un tipo de educación alternativa, diferente de lo tradicional, casi una filosofía de vida para aquellos que la practican, y está “basada en tres pilares fundamentales: el niño, el ambiente preparado, y el adulto que acompaña”, explica Miriam Escacena, gingeniera de profesión, guía Montessori y autora del libro Comunicación con bebés. Mis manitas hablan (editorial Cuatro Hojas). Se le conoce como el método de la pedagogía científica y fue desarrollado por Maria Montessori, “una mujer adelantada a su tiempo que estaba convencida de que la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo. Montessori defendía la infancia como la etapa más importante de la vida del ser humano, la que más debemos cuidar y proteger, y hoy en día la neurociencia demuestra lo que ella predecía en función de su método científico y años de observación”, subraya Escacena, que resuelve algunas dudas sobre este método no exento de polémica.
PREGUNTA. ¿Cómo ha evolucionado el método Montessori en sus 150 años de historia?
RESPUESTA. Desde que el 6 de enero de 1907 se abriera la primera Casa dei Bambini en el humilde barrio de San Lorenzo de Roma, en la que María Montessori empezó a trabajar con niños de tres a seis años de edad, su método se ha ido ampliando a edades inferiores y superiores y adaptándose a los tiempos tratando de permanecer fiel al alma de la pedagogía. Montessori es una pedagogía universal que se ha extendido con gran éxito por muchos países y culturas del mundo, educando a millones de niños para que adquieran una fuerte autoestima y unas ganas inmensas por aprender, anhelo de todos los progenitores. Se calcula que en la actualidad hay 25.000 escuelas Montessori en el mundo, aunque es difícil contabilizarlas, porque no tienen obligación de registrarse en la AMI (Asociación Montessori Internacional).
P. Por su experiencia, ¿cuáles son los beneficios de este método para los niños?
R. Esta pedagogía está basada en una mirada de profundo respeto a la infancia, en admirar la individualidad de cada niño, en respetar sus tiempos, confiar en sus capacidades y potenciar su autonomía. Los materiales que diseñó la doctora son verdaderas obras de ingenio, ya que permiten que el niño construya su propio aprendizaje al manipularlos. Tienen incluso un control del error implícito y, de este modo, atrapan por completo la atención del niño hasta que logra «solucionarlo». Por eso a veces se habla de este método como la autoeducación: se confía en el niño y en su maestro interior ya que, guiado por sus intereses y aprovechando sus periodos sensibles, logrará conquistar grandes aprendizajes.
Los niños que se educan en escuelas Montessori no solo cultivan una gran autoestima y autonomía
P. ¿Y comparado con otros métodos de enseñanza?
R. En 2017, 65 años después de la muerte de Maria Montessori, la prestigiosa revista Nature publicó un artículo de Chloë Marshall en el que se hacía una recopilación de los estudios científicos realizados sobre su pedagogía. Una de las primeras conclusiones es que resulta difícil comparar la educación Montessori con la tradicional, ya que el objetivo de esta educación es permitir el desarrollo integral del niño (intelectual, físico, emocional y social), objetivo muy diferente del de la mayoría de los sistemas educativos actuales, donde el enfoque está en logro en materias académicas, como alfabetización y matemáticas (competencias que además se miden con exámenes y notas). Por tanto, es difícil comparar ambas formas de educar, ya que las expectativas en cada caso son distintas.
Los niños que se educan en escuelas Montessori no solo cultivan una gran autoestima y autonomía, reflejan una mirada de satisfacción, un sentimiento de logro dibujado en su sonrisa, unas ganas constantes de aprender más, de ser creativos, en contra de lo que a veces ocurre en las escuelas más tradicionales, que se basan en rellenar fichas o memorizar datos para aprobar un examen. Por lo tanto, podemos concluir que la diferencia de la educación Montessori respecto a otros modelos más tradicionales no es mesurable tanto en los resultados académicos, basados siempre en patrones tradicionales y estandarizados, sino en el desarrollo del niño como individuo.
P. ¿Este método es aplicable para todo el mundo?
R. Si, tanto para niños dentro del normotipo como para niños con cierta discapacidad física o intelectual o con altas capacidades, ya que la ratio profesor/alumno hace que sea mucho mejor atender las necesidades de cada niño, y el hecho de mezclar edades es muy beneficioso para todos, más de lo que pueda parecer a priori. Uno de los mitos más extendidos es que esta pedagogía es elitista y solo para determinada clase social.
Si bien es cierto que las escuelas que se basan en esta pedagogía suelen ser iniciativas privadas que no reciben dinero ni ayudas de las administraciones públicas, muchas veces son fundadas por familias que invierten su patrimonio familiar en crear espacios donde se pueda educar de manera más respetuosa con la infancia, con aulas llenas de materiales educativos específicos. Por tanto, los costes son mayores.
Los padres, aunque no podamos llevar a nuestros hijos a una escuela basada en esta pedagogía, podemos hacer mucho en casa, empezando por nuestra propia preparación como adultos
Pero no todo es blanco o negro, hay una escala de grises maravillosa…Por ejemplo, cada vez más docentes de España se están interesando en esta metodología y buscan la manera de aplicar en parte estos conocimientos en sus aulas. De hecho, en el II Congreso Internacional Montessori que se ha celebrado este mes de julio, tenemos centenares de maestros que siguen formándose pese a que, desgraciadamente, este Congreso no les pueda computar de forma oficial a nivel de obtener puntos que pudieran reconocerse en sus oposiciones al sistema público. Los padres, aunque no podamos llevar a nuestros hijos a una escuela basada en esta pedagogía, podemos hacer mucho en casa, empezando por nuestra propia preparación como adultos. Y cuanto más esté extendida esta pedagogía en la sociedad, más sencillo será que la educación española se adapte a esta visión que pone al niño como centro de todo.
P. ¿Qué busca un padre cuando se decide por este método?
R. Cada vez escuchamos más noticias sobre bullying, acoso, violencia o generaciones ni-ni, desmotivadas, sin valores o sin ganas de contribuir a hacer un mundo mejor. Además, estamos ante un futuro incierto, ya no solo por las crisis económicas y por la globalización, sino también por el cambio climático y en general por la sostenibilidad del planeta. ¡Necesitamos más adolescentes y adultos que sean capaces de movilizar nuestras conciencias! Un padre que se acerca a este tipo de proyectos es consciente de que la mejor herencia que puede dejar a sus hijos es la educación, y se cuestiona sobre cómo el sistema tradicional se ha venido utilizando con fines de adoctrinamiento en el pasado y busca una educación que no esté basada en el miedo, sino en la libertad y en el desarrollo integral del ser humano.
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