Por qué es crucial que los niños tengan buen perder y buen ganar cuando juegan
El sentido del humor e integrar el concepto de que en el juego hay aprendices y no vencedores ni vencidos son algunas claves para lograr una competitividad sana en los momentos de esparcimiento y diversión
El juego no es una mera diversión para los niños. Se trata de su manera de aprender y desarrollarse de una manera lúdica y acorde a su edad. Sin embargo, los pequeños, en muchas ocasiones, no aceptan de buen grado el hecho de perder cuando juegan y tampoco tienen una conducta ajustada cuando ganan.
Esta actitud tiene más enjundia de la que parece, ya que está en juego la tolerancia del niño a la frustración si no resulta ganador o bien a sobredimensionar el hecho de haber ganado. “Durante el juego se refuerzan las conexiones neuronales y se libera dopamina (neurotransmisor que genera sensación de bienestar). Los menores necesitan esta actividad lúdica para su óptimo desarrollo físico, mental y emocional”, explica María José Lladó, psicopedagoga de ACIMUT Bienestar.
Sin embargo, muchas veces el sistema social promueve los valores competitivos que se centran en ganar a toda costa sin disfrutar del proceso. “Los referentes adecuados de adultos próximos son muy importantes para los niños porque les pueden mostrar a través de sus comportamientos el valor del juego en sí, más allá del resultado”, incide Lladó.
La importancia de que los niños tengan un buen perder y de que sepan ganar cuando juegan se basa en que aprendan a manejar sus emociones de manera adecuada. En este sentido, la psicopedagoga explica que aceptar los resultados del juego de buen grado enseña a los niños a conocerse mejor y a desarrollar habilidades y destrezas imprescindibles para la vida, como la capacidad de perseverar y de adoptar una actitud positiva independientemente del resultado.
La importancia de jugar limpio para los niños
Lograr que el niño descubra e integre el concepto de que en el juego hay aprendices y no vencedores ni vencidos es clave para conseguir que evite hacer trampas para ganar a toda costa y que juegue limpio en la vida. “Se trata de disfrutar de la diversión del momento y de adoptar una actitud positiva ante cualquier fracaso, evitando culparse o culpar a los demás si el resultado no es el esperado”, continúa Lladó.
La actitud y el ejemplo de los padres frente al talante de sus hijos con respecto a su participación en el juego también resulta fundamental. “Si premian en exceso el éxito y castigan los malos resultados, es posible que hacer trampas se convierta en una estrategia de los niños para evitar el castigo y también suele ocurrir cuando tienen baja autoestima, por lo que se sienten inferiores si pierden”, aclara la psicóloga Gema José Moreno.
Señales que apuntan a que el niño no sabe ganar ni perder en el juego
Solemos hablar del mal perder, pero no del mal ganar y se trata de diferentes caras de la misma moneda. Es importante que el niño aprenda a gestionar ambas facetas, que implican un lado oscuro, que acarrea comportamientos emocionales desajustados, como los que destaca Moreno: “En caso de perder, suele darse el enfado con el resto de los participantes en el juego, la búsqueda de culpables, las rabietas o ira. Y cuando el niño gana, puede reírse o burlarse del contrario con comentarios despectivos como eres un perdedor”.
Desde casa, se puede ayudar a los niños a sacar el mejor aprendizaje del juego, con pautas como las que menciona la psicóloga Gema José Moreno:
- Dedicar tiempo a jugar en familia.
- Elegir los juegos de mesa para disfrutar del ocio, porque generan emociones positivas a la hora de compartir una actividad común en un ambiente de seguridad y facilitan la toma de decisiones, la creatividad y la planificación.
- Evitar bloquear la expresión emocional del niño. Si se enfada, hay que dejar que lo exprese y explicarle que unas veces se gana y otras se pierde, para fomentar su flexibilidad.
- Enseñar a los niños que no se puede controlar todo y que el azar también forma parte del juego les ayuda a gestionar mejor su frustración.
- Fomentar la competitividad colaborativa y sana con los niños de su entorno.
- Explicar la diversidad para fomentar la empatía y tolerancia con terceros a través del mensaje de que todos somos diferentes con respecto a nuestras habilidades y destrezas.
- Inculcar el respeto hacia otros con el ejemplo, evitando que los padres increpen o insulten a los componentes del equipo contrario de sus hijos.
- Transmitir que lo más importante es que se disfrute durante la actividad para que los niños den lo mejor de sí mismos desde el disfrute y sin presión.
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