Ledicia Costas, escritora: “La literatura es un vehículo extraordinario para abordar la adicción al juego de los adolescentes”
La autora gallega narra en ‘La liebre mecánica’ una historia que habla del valor de la amistad, especialmente en la adolescencia, y de los riesgos de las casas de apuestas tanto físicas como ‘online’
La escritora gallega Ledicia Costas (Vigo, 43 años) inició a finales de septiembre de 2022 un hilo en su cuenta de Twitter en el que día a día va contando el proceso de escritura de la que será su tercera novela para el público adulto tras Infamia y Golpes de luz (ambas en Destino). Un día antes de la fecha prevista para la entrevista, en ese mismo hilo, escribió: “Sucedió la magia. Finalmente, aceleré mi escritura y esto pasa justo ahora que estoy 100% dedicada a escribir, con la agenda bloqueada, casi sin interferencias. ¿Coincidencia? Claramente NO”.
“Ahora me da miedo interrumpirte con la entrevista”, le digo al iniciar la conversación telefónica. “Hay excepciones”, contesta con humor la autora antes de explicar que la idea del hilo era también desmitificar la imagen que muchas veces se tiene del trabajo de una escritora. “Es tremendo y desolador porque haciendo esto yo misma me he dado cuenta del poco tiempo que tengo para escribir. Somos todoterreno y tenemos que hacer de todo (promoción, visitas a centros escolares, charlas, viajes...), así que tengo que proteger mis momentos de escritura al máximo porque de lo contrario no escribiría nunca”, señala.
La conversación no versará sobre su nueva novela, todavía en construcción, sino sobre La liebre mecánica, un título con el que hace unos meses se convirtió en la primera autora de literatura infantil y juvenil (LIJ) en conquistar por tercera vez el Premio Lazarillo, uno de los galardones más importantes en España. Las novelas juveniles de Ledicia Costas —ha escrito más de una veintena— acumulan miles y miles de lectores y numerosos premios (entre ellos el Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2015 por su obra Escarlatina, la cocinera cadáver). Sin embargo, dice, todos estos trabajos nunca han tenido ni por asomo la visibilidad que sí han alcanzado sus trabajos para el público adulto.
“Es muy curioso porque resulta que nuestros libros infantiles y juveniles se venden mucho más, el consumo es feroz, y tienen una vida muy larga, no como las novelas para público adulto, que tienden a autodestruirse en un par de meses. Sin embargo, a pesar de mi trayectoria, hay gente que no me conoció hasta 2019, cuando publiqué en España mi primera novela para público adulto. Las personas que escribimos estos libros somos bastante invisibles, incluso para nuestros compañeros de profesión de literatura adulta. Es una pasada, porque nos dedicamos a lo mismo, pero para ellos es como si viviésemos en universos diferentes”, lamenta.
Narrada a dos voces, las de los miembros de una pareja en descomposición (Nana y Cuervo), y con una extraordinaria capacidad para captar el lenguaje, los problemas y los dilemas adolescentes, La liebre mecánica es una historia inolvidable que en poco más de 100 páginas habla del inmenso valor de la amistad, especialmente cuando uno transita los siempre complicados caminos de la adolescencia, y de los riesgos de las casas de apuestas.
PREGUNTA. ¿Qué tiene la adolescencia para ser una etapa vital tan literaria?
RESPUESTA. A mí me encanta escribir novelas sobre la problemática asociada a ese tránsito entre la infancia y la adultez. Es muy atractivo. Es que empiezas un viaje del que ni siquiera eres consciente, porque no te da tiempo a hacer esa reflexión. La vida va a toda velocidad, sobre todo en la adolescencia. Es un momento de cambio bestial y radical a todos los niveles y en el que, además, vas sin herramientas.
P. La liebre mecánica aborda un tema complejo y de actualidad: la relación entre los adolescentes, las casas de apuestas y las apuestas online. Uno adivina un arduo trabajo de documentación.
R. Fue un trabajo de documentación en tres fases. Primero me di de alta en una página de apuestas online para ver cómo era la mecánica (nunca mejor dicho), cómo funcionaba, y cómo eran las apuestas, sobre todo las de las carreras de galgos, que me interesaban mucho. La segunda fase fue visitar varias casas de apuestas. Por fuera estos sitios siempre tienen los cristales tintados, lo que aumenta su misterio. Quería ver cómo era el sitio físicamente, qué tipo de máquinas había, qué perfil de personas entraban allí. Y luego una tercera fase consistió en hablar con profesores de Educación Secundaria que hubiesen detectado que tenían este tipo de problemas en las aulas, para saber cómo afectaba esto al rendimiento de los chavales y a su relación con otros compañeros y compañeras.
P. Según el último informe sobre Adicciones Comportamentales, el 40,6% de los adolescentes entre 14 y 18 años ha jugado dinero online en apuestas deportivas y el 31% de manera presencial.
R. Los jóvenes representan el 50% de los usuarios del juego online y esta es la principal causa de ludopatía entre los menores de 26 años. Tenemos un problema muy grave sobre la mesa y creo que la literatura es un vehículo extraordinario para abordar este tipo de cuestiones, porque nos puede dar claves y poner el foco sobre la cuestión para que la tengamos presente.
P. Cuervo, el protagonista de la historia, empieza jugando por una buena causa y acaba metido en una rueda de la que no sabe salir. Es la imagen de la ludopatía adolescente.
R. Es que Cuervo es leal, es una persona desinteresada, altruista, un gran amigo, pero al final elige el camino equivocado. Pero ojo, elige el camino equivocado porque está todo dispuesto para que vaya por esa senda. El problema no es Cuervo, el problema es el sistema.
P. En la novela están presentes las apuestas y la ludopatía, pero no es una historia sobre ludopatía.
R. Realmente es un libro sobre una ruptura, sobre una pareja adolescente que no sabe cómo decirse adiós y que tiene que aprender a vivir formando parte de la misma pandilla, sobre la amistad, sobre lo importantes que son esos lazos en esa época de la vida. De manera transversal tenía sobre la mesa la cuestión de la ludopatía, que me interesaba mucho desde hace tiempo y que al final parece que se ha comido a la historia.
P. Por eso, entiendo, emociona tanto, porque no es un “libro para”.
R. A mí no me gustan mucho los libros con mensaje. Mi libro es para emocionar, para divertir, para vivir una aventura. De hecho, escribí esta novela al hilo de dos títulos de Susan E. Hinton que a mí me cambiaron la vida cuando era adolescente, Rebeldes y La Ley de la calle. Para mí fueron tan importantes que yo quería escribir una novela de realismo social que provocase esas mismas emociones que me provocó a mí Hinton.
P. Es fascinante cómo capta la jerga juvenil.
R. Uno de los motores que yo uso para escribir son las visitas que hago a colegios e institutos. Si soy escritora de literatura infantil y juvenil y no estoy en permanente contacto con niños y adolescentes, lo que me sucedería es una desconexión brutal con los lectores. En ese sentido, el lenguaje es básico para que una novela enganche y emocione a los adolescentes. Se tienen que sentir representados por la forma de hablar de los personajes.
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