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Trump impondrá aranceles del 100% a los fármacos que no se produzcan en Estados Unidos

Además de a los medicamentos, la última oleada de gravámenes sectoriales, que entra en vigor el 1 de octubre, afecta a los muebles de cocina y baño (50%) y a los camiones pesados (25%)

Iker Seisdedos

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, resucitó este jueves por la noche una pasión arancelaria que parecía estar dormida en las últimas semanas para anunciar nuevas barreras a las importaciones. Esta vez no a este o a aquel país, sino a determinados productos, como los fármacos que no se produzcan en Estados Unidos (100%), salvo los de aquellas compañías que estén construyendo una planta en territorio nacional; los muebles de cocina y los tocadores de baño (50%); y los camiones pesados “¡grandes! fabricados en otras partes del mundo" (25%). Todos esos gravámenes entrarán en vigor, si nada cambia por el camino, el 1 de octubre.

Los anuncios los hizo Trump, como suele ser habitual, en su red social, Truth, y cogieron a casi todos desprevenidos. Primero fue el post sobre los camiones. Dijo que lo hacía “por muchas razones, pero sobre todo, ¡por motivos de seguridad nacional!“. Después fue el turno de los muebles de cocina y de baño, a los que añadió el anuncio de un gravamen del 30% a los “muebles tapizados”, y el motivo y el plazo fueron los mismos.

Ni unos ni otros productos parecían hasta este jueves en el punto de mira de Trump, que ha puesto aranceles o amagado con ponerlos a un variado muestrario de bienes, además de a casi todos sus socios comerciales. Sobre la tercera remesa de productos afectados, los medicamentos, sí había hablado ampliamente desde su regreso a la Casa Blanca. En su mensaje en Truth, hizo la salvedad para aquellos fármacos cuyas empresas “estén construyendo una planta en Estados Unidos”.

Esa excepción se ajusta al hecho de que las grandes farmacéuticas, a diferencia de otros sectores con menos capacidad de reacción, han estado durante estos meses haciendo los deberes. Esta semana, Eli Lilly, por ejemplo, anunció la construcción de una planta de fabricación por valor de 6.500 millones de dólares en Houston (Texas), que se suma a sus planes de invertir 5.000 millones de dólares en otra a las afueras de Richmond (Virginia).

Irlanda y Suiza

Este verano, la Administración de Trump ya había impuesto un arancel del 15% a la mayoría de los productos farmacéuticos procedentes de la Unión Europea, como parte de un marco más amplio que puso patas arriba la relación entre los dos socios de lazos comerciales más intensos del mundo.

Cuando se llegó a ese acuerdo con Bruselas a finales de julio, no quedó en un principio claro en qué lugar quedaban los medicamentos, aunque Trump dijo a los pocos días que ya concretaría esas tasas, que serían bajas en un principio, pero que irían aumentando al 150% y al 250% el año que viene.

Aunque hay dudas sobre cómo quedará definitivamente el gravamen, el punto de partida ha sido más alto del que entonces hizo pensar que pondría. Con un país de los 27 entre los más afectados: Irlanda, dado que casi la mitad de sus exportaciones a Estados Unidos son medicamentos. También está Alemania, aunque, dado el mayor tamaño de su economía, estos productos tienen un peso menor.

Fuera de la UE, Suiza es quien más se la juega con estos gravámenes. Aunque, como en el caso de sus vecinos europeos, no está claro si el nuevo arancel aplicará o no a su producción farmacéutica, este país cuenta con dos gigantes de este sector (Novartis y Roche) que tienen en Estados Unidos uno de sus principales mercados. Ambas compañías, no obstante, ya tienen una parte importante de su producción en suelo estadounidense. Y han anunciado importantes inversiones allí para esquivar unos aranceles que parecían descontados: era cuestión de tiempo.

No son las únicas: AstraZeneca y GSK (británicas), Sanofi (francesa) y Novo Nordisk (danesa) también tienen previsión trasladar parte de su producción a Estados Unidos o ya producen en el país norteamericano.

Los tres grupos de gravámenes de este jueves entran en la categoría de las tasas sectoriales con las que Trump ha abofeteado a los fabricantes de coches o a los productores de aluminio, acero o cobre (todos ellos con un 50%).

Por otro lado van los aranceles que Trump se empeña en llamar “recíprocos”, porque considera que con ellos contesta a décadas de maltrato a Estados Unidos por parte de sus socios comerciales. Estos, que están impugnados ante el Tribunal Supremo, que se espera que dicte sentencia antes de fin de año, van variando de país en país, como parte de una lista que a veces pareciera gobernada por el capricho.

Valgan algunos ejemplos: Afganistán, Nueva Zelanda o Ecuador tienen un 15%. Taiwán y Sri Lanka, el 20%. ¿Irak y Suiza?: 35% y 39%, respectivamente. Myanmar y Laos, un 40%, y Siria un 41%. El peor castigo se lo llevan Brasil y la India, con un 50% para todas las exportaciones a Estados Unidos. En represalia, respectivamente, por el juicio al expresidente Jair Bolsonaro, amigo de Trump recién condenado a 27 años de cárcel por golpismo, y por las compras masivas de petróleo ruso por parte de Nueva Delhi.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal jefe de EL PAÍS en EE UU. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.
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