La UE insta a EE UU a definirse en la negociación de aranceles mientras se prepara para el peor escenario
Bruselas explora medidas en el sector servicios y rechaza hacer concesiones en los tipos del IVA


Europa contempla con cierto pesimismo —realismo, según el lenguaje diplomático de Bruselas— las negociaciones con Estados Unidos para tratar de frenar la guerra arancelaria. Mientras el negociador jefe europeo, Maros Sefcovic, empezó el lunes a presentar sus propuestas a sus interlocutores en Washington para intentar rebajar la batalla comercial abierta por el presidente Donald Trump, este volvió a las andadas y, desde la Casa Blanca, acusó a la UE de “aprovecharse terriblemente” de Estados Unidos. Más allá del ruido en los mensajes públicos, es el fondo lo que desconcierta a los europeos en esta escalada de aranceles. Los negociadores de la UE, el principal bloque comercial del mundo, se preguntan qué busca exactamente EE UU con su pulso arancelario y si realmente sus homólogos en Washington están abiertos a una solución beneficiosa para todos. Tras la primera reunión celebrada en la capital estadounidense, las expectativas son muy limitadas.
El comisario europeo de Comercio ha regresado a Bruselas de su tercera visita a Washington en poco más de dos meses, la primera desde que las dos partes acordaran la semana pasada una tregua parcial arancelaria de 90 días, básicamente con las mismas dudas con las que partió a la capital estadounidense. La UE empezó a poner el lunes sus cartas sobre la mesa: en un intento de fijar al menos el ámbito en el que fijar posibles acuerdos para buscar más detalladamente soluciones, planteó eliminar todos los aranceles a los productos industriales ―“incluidos los coches”― que tanto parecen molestar a Trump. Y se declaró dispuesta a analizar la sobrecapacidad mundial en el sector del acero y del aluminio y a debatir la resistencia que pueden mostrar las cadenas de suministro de semiconductores y productos farmacéuticos, según ha revelado la Comisión Europea. Sin embargo, todavía no se sabe qué está dispuesto a ofrecer Washington (o a negociar).
“La UE está haciendo su parte. Ahora es necesario que EE UU defina su posición”, dijo el martes el portavoz comunitario de Comercio, Olof Gill. “Como en cualquier negociación, esto tiene que ser una vía en dos sentidos, un compromiso bidireccional en el que ambas partes aporten algo”, recordó antes de insistir: “Necesitamos oír más a los estadounidenses. Necesitamos tener una idea más clara de cuáles son sus resultados preferidos en estas negociaciones”.
No son pocos los que en Bruselas hablan del desconcierto que los anuncios arancelarios de la Administración de Trump —a menudo contradictorios y con objetivos no del todo claros— provocan en Europa. “No sabemos cómo quieren enfocar las negociaciones, es difícil por el momento saber qué quiere específicamente Washington con los aranceles, ¿los usa para tener una mayor ventaja en las negociaciones? ¿Para golpear a China? ¿Para impulsar su industria interna?”, resume una fuente diplomática europea. “Es difícil saber qué quieren y, además, diferentes personas dicen cosas distintas en diferentes momentos; intentar leerlos es bastante difícil”, reconoce.
Todo ello en una espiral que no cesa —además de que la tregua arancelaria de 90 días solo es parcial, Washington ya ha dado el primer paso para imponer gravámenes a la importación de productos farmacéuticos y de microprocesadores— y que ya está provocando un “tsunami de desestabilización” mundial, como ha advertido el primer ministro francés, François Bayrou.
“El presidente de Estados Unidos ha comenzado un huracán cuyas consecuencias no van a terminar pronto”, lamentó desde París. De visita en Vietnam, el presidente chino, Xi Jinping, hacía un análisis similar: las guerras comerciales “erosionarán el sistema de comercio internacional, la estabilidad del orden económico global y los intereses legítimos de todos los países del mundo, especialmente de los países en desarrollo”, dijo, según la agencia Xinhua.
Que las cosas no habían salido lo mejor posible —algo que, por otra parte, pocos esperaban de esta primera cita— empezó a permear desde el escueto mensaje por redes sociales con el que Sefcovic resumió el encuentro del lunes con su contraparte estadounidense, Howard Lutnick, y el representante comercial de Estados Unidos, Jamieson Greer. Una cita que luego se completó, según Bruselas, con discusiones con altos representantes del Departamento del Tesoro.
“La UE sigue siendo constructiva y está dispuesta a llegar a un acuerdo justo. (…) Para lograrlo, será necesario un importante esfuerzo conjunto de ambas partes”, comentó sobriamente Sefcovic. Una idea que también trasladó el martes a los representantes permanentes de los Estados miembros, a los que nada más regresar de Washington informó de sus encuentros. Ante esta situación, las capitales saben que deberán actuar con un sentido de realismo, señalan fuentes conocedoras de la conversación. Hay que seguir trabajando, indican, y ver cómo evolucionan las cosas.
Al fin y al cabo, recordaba el portavoz comunitario, el nuevo pulso no ha hecho más que empezar: “Hemos creado una ventana de 90 días y solo estamos en el día dos de esa ventana, así que demos un poco de tiempo”, pidió. Las conversaciones seguirán por ahora a nivel técnico, sin una nueva cita de alto nivel marcada en el calendario, aunque nadie descarta la reactivación de los máximos responsables si fuera necesario dar nuevas guías políticas.
Bruselas insiste en que sigue estando dispuesta a negociar. Eso sí, también tiene sus líneas rojas. “Los estándares europeos, particularmente en lo relativo a los alimentos, la salud y la seguridad, son sacrosantos. No son parte de la negociación porque nuestros ciudadanos quieren y esperan que nuestros estándares sigan siendo los más altos del mundo”, aseveró Gill. Y aunque Trump sigue insistiendo en querer incluir el IVA en las conversaciones (Trump lo considera erróneamente una barrera comercial a productos provenientes del exterior), para Bruselas esto tampoco es negociable, aseguran fuentes comunitarias bajo condición de anonimato.
Mientras se espera la siguiente jugada —o jugarreta— de Washington, Europa tampoco se queda de brazos cruzados. Ha sido clara en que seguirá trabajando en sus respuestas a nuevos aranceles y a los que ya se han impuesto (y se han congelado). También buscará nuevos mercados. “Se sigue trabajando en medidas de represalia y en la aceleración de todos los instrumentos posibles por si fracasa la negociación”, señalan al respecto las fuentes, en alusión al botón comercial nuclear que hasta ahora se concebía más como elemento disuasorio que de ataque, pero que ahora no se descarta usar: el denominado instrumento anticoerción, un reglamento aprobado en 2023 para casos en los que se constate una presión política y económica de terceros países ilegítima, una extorsión que va más allá de un pulso comercial habitual. “Si nos pegan, podemos pegar también fuerte”, subrayan las fuentes, que recuerdan que “hay mucho margen” para contraatacar, especialmente en el sector servicios, que hasta ahora no se ha tocado.
Mientras Sefcovic informaba en Bruselas de sus conversaciones en Washington, su jefa, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, volvía a levantar el teléfono para sondear nuevas alianzas comerciales. Después de haber hablado en los pasados días con los líderes de Emiratos Árabes Unidos, así como con Canadá y Nueva Zelanda, este martes le tocó el turno al primer ministro de Singapur. Este país también forma parte del tratado de libre comercio CPTPP (Acuerdo General y Progresista de Asociación Transpacífico, por sus siglas en inglés), que asimismo integran Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Brunéi, Chile, Japón, Malasia, Perú y Vietnam.
La alemana “debatió las posibilidades de una cooperación más estrecha entre la UE y el CPTPP”. A la par, quizás con la esperanza de que sus palabras también resuenen en Washington, insistió, una vez más, en “la importancia de la previsibilidad, la transparencia, la equidad y la apertura en el sistema comercial mundial, única forma de que el sistema funcione, prospere y beneficie a todos”.
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