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El órdago de Trump eleva los aranceles de EE UU a su máximo desde la Gran Depresión

El gravamen medio a las importaciones de la primera potencia mundial se sitúa por encima del 20% con el castigo impuesto a sus principales socios comerciales y abre una nueva era de proteccionismo

Donald Trump, este miércoles en la Casa Blanca, en el acto en que firmó su decreto arancelario.Foto: Leah Millis (REUTERS) | Vídeo: EPV
Miguel Jiménez

La andanada proteccionista lanzada este miércoles por Donald Trump ha superado casi todas las expectativas. El presidente de Estados Unidos levantó un muro arancelario sin precedentes en casi un siglo. La guerra comercial declarada por el republicano frente a todo el mundo supone elevar los aranceles medios a las importaciones de la primera potencia mundial por encima del 20%, el máximo desde la Gran Depresión. Pese a las advertencias que había lanzado durante los últimos meses, la agresividad de los impuestos aprobados por el presidente cogió por sorpresa a los inversores, provocando un nuevo terremoto en los mercados. El efecto económico de las medidas y de las probables represalias de sus socios comerciales es un misil contra la globalización que abre una nueva era de proteccionismo con consecuencias imprevisibles.

Alegando una emergencia nacional por el desbocado déficit comercial, Trump aprobó por decreto sin pasar por el Congreso un arancel universal mínimo del 10% a todas las importaciones y castigará más a los países y bloques con los que tiene un mayor desequilibrio en los intercambios de bienes. “Nuestro país ha sido saqueado, expoliado, violado y robado”, afirmó el presidente de Estados Unidos, cuya economía era hace nada la envidia del mundo y que ahora afronta el riesgo de una recesión y de una fuerte subida de los precios.

En una larga intervención cargada de hostilidad y resentimiento, Trump exhibió en un cartel los aranceles que aplicará a partir del próximo miércoles a sus principales socios comerciales: Unión Europea (20%); China (34%); Japón (24%); Vietnam (46%); Taiwán (32%); India (26%); Corea del Sur (25%); Tailandia (36%); Suiza (31%); Indonesia (32%); Brasil y Reino Unido (10%), entre ellos. En el caso de China, a eso se suma un arancel adicional del 20% ya decretado, con lo que la tarifa arancelaria alcanza el 54% (sin contar otros gravámenes previos). Las cifras se han fijado en función del déficit comercial, partiendo de la falsa premisa de que si Estados Unidos vende a un país menos de lo que le compra es porque le estafa o le hace trampas.

Para algunos países, incluida “la nación africana de Lesoto, de la que nadie ha oído hablar”, según dijo despectivamente Trump hace unas semanas, el arancel llega al 50%. Para todos, el gravamen mínimo del 10% entra en vigor este sábado. De la nueva andanada se han librado Canadá y México, que ya venían sufriendo un arancel del 25% para la mayor parte de sus exportaciones.

El acero, el aluminio, los coches y sus componentes mantienen sus aranceles del 25%, sin que se apliquen los nuevos. En el camino están también impuestos a la importación de productos farmacéuticos, microprocesadores, madera y cobre, entre otros. De momento no hay previsión de aranceles específicos para productos agrícolas.

“Nuestra evaluación inicial es que los aranceles anunciados aumentarán significativamente el tipo arancelario efectivo de Estados Unidos a algo menos del 30%, niveles que no se veían desde la década de 1930 y que superan lo que establecimos en nuestro escenario más extremo o en cualquiera de los otros escenarios arancelarios”, indicó este miércoles en un informe Ryan Sweet, economista jefe de Oxford Economics para Estados Unidos.

Calcular el tipo medio efectivo no es sencillo, entre otras cosas porque no se conoce con precisión cuántas de las importaciones desde Canadá y México están sujetas ya al gravamen del 25%. Los economistas de Bloomberg han echado sus cuentas y lo sitúan en el 22%. En cualquier caso, los aranceles estadounidenses subirán como mínimo a niveles no vistos desde la Ley Arancelaria Smoot-Hawley de 1930, que desencadenó una guerra comercial global y profundizó la Gran Depresión. El proteccionismo quedó desacreditado durante décadas y la apertura comercial permitió extender la prosperidad al mundo.

Gregory Daco, economista jefe de EY, cree que incluso se supera la cota de 1930. “¡Bienvenidos de nuevo a 1909, cuando el tipo arancelario medio de Estados Unidos era del 23%!”, tuiteó este miércoles tras el anuncio de Trump.

No se trata solo de que el nivel arancelario sea comparable al impuesto en plena Gran Depresión, sino que el peso del comercio internacional en la economía estadounidense es mucho mayor. “Esto va a ser mucho más grande que el Smoot-Hawley”, según Douglas Irwin, profesor de economía especializado en comercio internacional del Dartmouth College y miembro del Instituto Peterson de Economía Internacional. “Las importaciones representan una parte mucho mayor del PIB ahora de lo que representaban a principios de la década de 1930, y con diferencia”, añadió.

Las importaciones de bienes y servicios suponen ahora el equivalente al 14% del producto interior bruto (PIB) de Estados Unidos, aproximadamente tres veces la proporción que representaban en 1930, según el Instituto Peterson. “[Los aranceles recíprocos fueron] mucho peores de lo que temíamos”, dijo Mary Lovely, investigadora principal de este centro de análisis económico a Bloomberg. Habrá “enormes implicaciones para el redireccionamiento del comercio”, añadió.

Mark Zandi, economista jefe de Moody’s, que cifró recientemente las probabilidades de una recesión en Estados Unidos en el 40%, cree que tras el anuncio de Trump, el riesgo ha aumentado. “No veo cómo podemos evitar la recesión. De verdad que no”, señaló este miércoles.

“Si estos aranceles se mantienen como se ha anunciado, aumentarían nuestras probabilidades subjetivas de recesión en los próximos 12 meses por tres razones”, indica Ryan Sweet, de Oxford Economics. “Los aranceles aumentarán la inflación más de lo previsto, lo que afectará a la renta real disponible y recortará el gasto; las condiciones de los mercados financieros probablemente se endurecerán y el riesgo de que bajen los precios de las acciones podría afectar al gasto de los consumidores a través del efecto riqueza; y la política comercial seguirá siendo restrictiva, lo que está asfixiando la inversión empresarial en equipos, estructuras no residenciales y contratación privada”, argumenta.

Contenedores en el puerto de Oakland (California), este miércoles.

Aunque algunos sectores protegidos por los aranceles están a favor de los mismos, el órdago de Trump ni siquiera convence al conjunto de la industria. El presidente y consejero delegado de la Asociación Nacional de Fabricantes, Jay Timmons, señaló que su organización aún no ha completado su análisis, pero hizo sonar las alarmas. “Lo que está en juego para los fabricantes no podría ser mayor. Muchos fabricantes en Estados Unidos ya operan con márgenes estrechos”, indicó en un comunicado. “Los elevados costes de los nuevos aranceles amenazan la inversión, el empleo, las cadenas de suministro y, a su vez, la capacidad de Estados Unidos para superar a otras naciones y liderar como la superpotencia manufacturera por excelencia”, advirtió, aun compartiendo el objetivo de Trump de apoyar la inversión, el crecimiento y la expansión de la industria manufacturera en Estados Unidos.

Dentro del Partido Republicano también hubo voces críticas, incluida la del que fue vicepresidente de Trump en su primer mandato: “El impuesto arancelario de Trump es la mayor subida de impuestos en tiempos de paz en la historia de Estados Unidos”, tuiteó Mike Pence. “Estos aranceles son casi 10 veces mayores que los impuestos durante la administración Trump-Pence y costarán a las familias estadounidenses más de 3.500 dólares al año”, añadió.

La tesis de Trump y su equipo es que todos los expertos que critican los aranceles están equivocados y que los aranceles darán paso a una edad de oro para la economía de Estados Unidos. Uno de los problemas para el presidente es que los efectos perjudiciales de los aranceles, como la subida de precios y el frenazo económico, se dejarán sentir muy pronto, mientras que el impacto de nuevas inversiones industriales en Estados Unidos, caso de materializarse gracias a estas medidas, será de maduración lenta.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.
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