La izquierda francesa inicia una semana clave dividida y sin candidato a primer ministro
El Nuevo Frente Popular sigue sin alcanzar un acuerdo ante la próxima dimisión del Gobierno de Macron, que se mantendrá en funciones, y la votación de la presidencia de la Asamblea Nacional
La inesperada victoria de la izquierda en las legislativas de Francia el pasado 7 de julio se ensombrece ante la división de los partidos de la coalición ganadora y la amenaza de bloqueo de las conversaciones. El Nuevo Frente Popular (NFP), que obtuvo 182 escaños, por delante del bloque presidencial (168) y del Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen (143), se había dado una semana para definir un candidato a primer ministro. Pero el plazo ha expirado y la alianza conformada por el Partido Socialista (PS), La Francia Insumisa (LFI), los ecologistas (EELV) y el Partido Comunista (PC) no consigue superar las desavenencias en una semana crucial: el miércoles, el presidente, Emmanuel Macron, aceptará la dimisión de su Gobierno, aunque este se mantendrá en funciones hasta su sustitución, y el jueves, el día en el que finaliza el plazo para constituir los grupos parlamentarios, se elegirá al nuevo presidente de la Asamblea Nacional. Una ocasión en la que el NFP debe mostrar solidez si no quiere ver comprometido su protagonismo en la próxima legislatura y seguir reivindicando su legitimidad para gobernar tras la victoria en las urnas, que le dio 128 diputados, lejos de los 289 necesarios para tener mayoría absoluta.
En los últimos días, entre los nombres que se habían barajado en la izquierda como posibles candidatos a dirigir el Gobierno había tomado fuerza el de la diputada y presidenta del consejo regional de la Reunión, Huguette Bello. El nombre de esta referente del feminismo y del antirracismo, propuesto por el Partido Comunista, había recibido el visto bueno de La Francia Insumisa y fue acogido con entusiasmo por los ecologistas. Unos y otros entendían que su experiencia de 23 años como diputada y su gran conocimiento de la institución y de sus mecanismos, por un lado, y sus buenas relaciones con el resto de partidos del arco republicano ―el primer ministro en funciones, Gabriel Attal, se refirió a ella como una “gran republicana”, según el diario Le Monde― la avalaban como una aspirante de consenso. Sin embargo, Bello dio al traste con las expectativas al anunciar el domingo que retiraba su posible candidatura al no lograr la unanimidad, debido en particular al rechazo del PS, como recalcó en un comunicado que publicó también en su cuenta de X.
La renuncia de Bello solo ha aumentado las divisiones en el seno del NFP. LFI y el PC han arremetido contra los socialistas y contra Olivier Faure, su jefe de filas, a quien acusan de “bloqueo sistemático” y de no haber dado explicaciones para justificar el rechazo a la candidatura de Bello. En el mismo sentido, la líder de los ecologistas, Marine Tondelier, criticó al PS por obcecarse con Faure como único candidato para ocupar Matignon, sede del primer ministro. Pese a no haber logrado hasta ahora obtener el respaldo del resto de partidos, los socialistas mantienen la candidatura de Faure, convencidos de que solo un nombre proveniente de sus filas, y de perfil moderado, podrá apaciguar los temores que despierta un gobierno del NFP en la antigua mayoría presidencial. El secretario general del PS ha defendido que “no se trata de un bloqueo”, sino de la necesidad de proseguir las conversaciones. “Buscar el consenso lleva tiempo”, afirmó este lunes en la televisión pública France 2.
LFI amenaza con suspender las negociaciones
Sus explicaciones no parecen haber convencido a LFI. Los insumisos dirigidos por Jean-Luc Mélenchon han anunciado esta misma tarde en un comunicado que suspenderán las negociaciones para la designación de un candidato para Matignon si antes de este jueves el NFP no es capaz de pactar un aspirante común para la presidencia de la Asamblea. LFI aseguró, además, que solo volvería a la mesa de negociación si el PS “renuncia a vetar cualquier candidatura que no sea la suya”. En los últimos días, la formación de Mélenchon no ha cesado de insistir en la importancia de ponerse de acuerdo sobre un candidato al perchoir (el nombre con el que se suele llamar al escaño ocupado por el presidente de la Asamblea Nacional) de cara al jueves. “De esta elección dependerá todo lo que siga”, dijo este lunes Clémence Guetté, diputada de LFI y muy cercana a Mélenchon, consciente de que de no lograr un compromiso sobre los dos cargos en juego ―en el peor escenario cada grupo presentaría a su propio candidato―, existe el riesgo de que la coalición implosione. El PS no ha tardado mucho en reaccionar a la decisión de los Insumisos. Los socialistas han insistido en un comunicado en que “nunca ha habido ninguna voluntad de vetar sistemáticamente” las propuestas formuladas por el resto de partidos y se han mostrado dispuestos a retomar las negociaciones ya que, aseguran, son favorables a una candidatura común del NFP para la presidencia de la Asamblea. Los ecologistas y los comunistas han insistido, por su parte, en que el NFP tenía una obligación moral después del resultado del pasado domingo y han llamado a sus socios de coalición a retomar las negociaciones en cuanto antes.
En los últimos días, la prensa gala ha evocado la tentación que podría llevar al PS, en caso de no lograr superar la parálisis actual, a pactar una alianza con la antigua mayoría presidencial como sugieren, aunque sin decirlo explícitamente, algunos macronistas e incluso el propio mandatario. En una rueda de prensa tras conocerse los resultados de la segunda vuelta, Macron expresó que, en ausencia de una mayoría clara en la Asamblea, lo más sensato era buscar una alianza con “los socialdemócratas, democristianos, ecologistas, que no se identifican con los extremos” y con “gaullistas” para “construir una federación de proyectos para gobernar”.
El bloqueo en el que se encuentra el NFP beneficia al espacio macronista. El presidente, según recalcan medios franceses como Le Monde, no muestra prisa por nombrar al sucesor de Attal, sino que apuesta por mantener al Gobierno dimisionario al menos durante los Juegos Olímpicos, que empiezan el 26 de julio y durarán hasta el 11 de agosto.
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