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Francia se debate entre el Gobierno minoritario de izquierdas, la coalición o la parálisis

“Hay que inventar algo nuevo”, dice la jefa de la última Asamblea. El Nuevo Frente Popular acusa a Macron de no admitir la derrota y exige nombrar primer ministro

Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa, el pasado 9 de julio en París.
Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa, el pasado 9 de julio en París.Yara Nardi (REUTERS)
Marc Bassets

“¿Cómo quiere usted gobernar un país en el que existen 246 variedades de queso?”, decía el general De Gaulle, que lo comprendió casi todo de Francia y el carácter singular de sus conciudadanos. Hay debate sobre si de verdad el número de quesos es 246, 258 o 1.200, recuerda el veterano periodista Franz-Olivier Giesbert en su trilogía sobre la V República. Pero algo sigue vigente desde los tiempos del general: la idea de que, por su variedad social e ideológica, y su carácter imprevisible, este es un pueblo difícil de administrar.

Desde el pasado domingo, Francia ha entrado en una fase superior de la complejidad, un cubo de Rubik parlamentario que nadie sabe cómo, ni quién podrá resolver.

Las elecciones legislativas anticipadas han arrojado un parlamento dividido en tres bloques ideológicos: izquierda, centroderecha y extrema derecha. Y una miríada de partidos. Cuatro en la izquierda, desde La Francia Insumisa del líder radical Jean-Luc Mélenchon a los socialdemócratas más moderados. Tres en centro. Más una multitud de pequeñas formaciones. No son tantos como los quesos de De Gaulle, pero sí los suficientes y diversos como para que algunos dibujen los escenarios más apocalípticos.

“Estamos en una situación de bloqueo absoluto, las instituciones están totalmente bloqueadas, y nadie ve una salida a la crisis”, decía este fin de semana el famoso comentarista político en radio y televisión Jean-Michel Apathie. En alusión a la decisión del presidente Emmanuel Macron, de disolver por sorpresa la Asamblea Nacional el 9 de junio y convocar las elecciones que acaban de celebrarse, añade: “En la cumbre del Estado tenemos a alguien de quien dudo que sea capaz de gestionar todas las consecuencias del acto que ha cometido”.

Apathie hablaba en Couthures-sur-Garonne, un pueblo de 400 habitantes a orillas del río Garona donde el Reagrupamiento Nacional (RN), el partido de extrema derecha de Marine Le Pen, ganó las elecciones. Cada año, por esas fechas, el Festival Internacional de Periodismo del diario Le Monde congrega aquí a periodistas, políticos, universitarios y miembros de la sociedad civil. París queda a más de 600 kilómetros, pero el bloqueo parlamentario, sin mayoría absoluta, un Gobierno interino y los Juegos Olímpicos (JJ OO) a la vuelta de la esquina, es el tema de todas las conversaciones. “La República se tambalea”, sentencia el influyente periodista ante unos centenares de ciudadanos que asistían a su charla en el festival.

“Puede llevar tiempo, pero lo lograremos”, confía David Djaïz, ensayista y exconsejero en el palacio del Elíseo. “Francia está aprendiendo el pluralismo y la polifonía”.

Djaïz, lejos del tremendismo de Apathie, cree que hay una salida a la parálisis. Primera etapa: intentar un gobierno con una personalidad del bloque con más diputados, el de izquierdas. Si fracasa, segunda etapa: una “unión republicana” que incluya desde los socialistas a la derecha moderada. Y tercera, si la coalición no funciona: un gobierno técnico al menos para un año, pues hasta junio de 2025 no pueden volver a convocarse elecciones legislativas.

“Pero atención: no debe ser un mero arreglo contra el RN”, precisa Djaïz. “Debe haber un verdadero programa gubernamental, una verdadera voluntad de actuar”.

Una semana después de la segunda vuelta, se ha avanzado poco, y el calendario no deja mucho margen. Está previsto que el martes se haga efectiva la dimisión del primer ministro saliente, Gabriel Attal, y su Gobierno, aunque seguiría gestionando el día a día de la Administración a la espera de un sucesor. El 18 de julio se constituye la nueva Asamblea y arranca la legislatura. El 26 se inauguran los JJ OO.

Situación inédita

La izquierda del Nuevo Frente Popular forma, con 182 diputados, el primer bloque y reclama el derecho a designar un primer ministro. El nombre podría conocerse en las próximas horas o días. Macron y los partidos del centro quedaron segundos con 168. El RN, tercero con 143. Ninguno se acerca a la mayoría absoluta de 289 escaños. Es una situación inédita que deja tres salidas: el Gobierno en minoría condenado a la fragilidad, una coalición, o la parálisis.

“Sí, es inédito y lejos de nuestra cultura política”, constata, en una entrevista por videoconferencia, Yaël Braun-Pivet, hoy diputada por el centro macronista y presidenta de la Asamblea Nacional disuelta en junio. “Pero mantenemos conversaciones, un diálogo. Habrá que inventar algo nuevo”.

La expresidenta de la Asamblea defiende que “lo que los franceses han expresado es que no querían un poder que se ejerciese desde un solo campo”. “Lo que quieren”, completa, “es acercamiento, escucha entre unos y otros, compromiso”.

Ante la reclamación, por parte de la izquierda, de designar al primer ministro por ser el bloque con más diputados, Braun-Pivet responde: “No es exacto hablar de predominancia de la izquierda”. La diputada argumenta que si se suma al bloque central el pequeño partido de centroderecha UDI y la derecha tradicional de Los Republicanos, formarían un bloque más numeroso que el de la izquierda, aunque igualmente lejos de la mayoría.

El otro argumento de Braun-Pivet es que el bloque de izquierda pretende gobernar en minoría, sin buscar un acuerdo con los centristas, y aplicando su programa al pie de la letra. “Pero resulta que lo que el pueblo ha expresado no es una adhesión a sus ideas”. Sostiene la diputada: “Los franceses no quieren ni a la extrema derecha ni a la extrema izquierda en el poder”.

Al hablar de “extrema izquierda”, los macronistas señalan a La Francia Insumisa de Mélenchon, hasta hoy el componente dominante en la izquierda. Pero excluir a los insumisos para que los macronistas pudiesen pactar con la izquierda más moderada implicaría romper el Nuevo Frente Popular. Por eso ha indignado a la izquierda la Carta a los franceses que Macron ha publicado esta semana, donde el presidente sugería esta idea. Y en este campo ha indignado todavía más que dijese: “Nadie ha ganado”.

“Tenemos a un presidente de la República que ha perdido las elecciones legislativas y en ningún momento ha dicho: ‘Tomo nota de los resultados y reconozco la derrota”, lamenta en Couthures-sur-Garonne el eurodiputado ecologista David Cormand. La reacción de Macron, según Cormand, provoca un bloqueo, porque según la Constitución francesa es el jefe del Estado quien nombra al primer ministro: “¿Qué hacer con un presidente que ha perdido, que no dice que ha perdido y que se reserva el derecho de nombrar a quien quiera?”

Complicación añadida: en Francia no hay voto de investidura al primer ministro y el Gobierno. Simplemente, el primer ministro nombrado por el jefe del Estado gobierna, a menos que una mayoría de la Asamblea lo haga caer. “Si hay un gobierno de izquierdas en minoría”, vaticina el comentarista Apathie, “en seguida habrá una moción de censura”. ¿Y una gran coalición? “No la habrá”, zanja. Porque cree que sería “artificial”, en su opinión, y dejaría como oposición a la extrema derecha. “Para hacer esto”, concluye, “que directamente le den al RN las llaves del poder”.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).
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