Redadas, sanciones y multas millonarias: China responde a la tensión con EE UU con represalias económicas
Además de los castigos teledirigidos a empresas, Pekín estudia limitar el acceso a materiales y tecnologías de industrias que lidera, como la del automóvil inteligente y la fotovoltaica
La guerra comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China asciende otro peldaño después de que Pekín haya tomado en los últimos meses medidas contra intereses occidentales. Los golpes han sido de momento teledirigidos contra empresas concretas, en medio del creciente enfado de la segunda economía del planeta frente a la presión de Washington. El Gobierno chino, que considera que la Administración estadounidense trata de frenar su desarrollo mediante limitaciones y trabas al comercio —especialmente en el acceso a tecnología avanzada como los semiconductores más punteros— estudia además limitar el acceso de Occidente a materiales y tecnologías para industrias clave en los que tiene una posición de liderazgo, como la del automóvil inteligente y la fotovoltaica, según la última actualización del catálogo de tecnologías prohibidas o restringidas a la exportación que tramita el Ministerio de Comercio.
Los zarpazos se han dejado sentir en los últimos meses. A principios de abril, el Gobierno chino puso en marcha un examen con revisión de productos del fabricante estadounidense de chips de memoria Micron Technology por motivos de “seguridad nacional”, según un comunicado de la Administración del Ciberespacio de China. Las medidas aterrizaban así en un sector de máxima rivalidad comercial, militar y tecnológica entre las dos grandes superpotencias: Washington impuso en octubre un bloqueo a la exportación de los chips más avanzados, al que se han sumado aliados como Japón y Países Bajos, con la intención de evitar el desarrollo chino de las armas más sofisticadas.
En febrero, poco después de que Washington ordenara derribar un globo estratosférico chino por adentrarse en territorio estadounidense sin autorización, Pekín decidió sancionar a las empresas armamentísticas estadounidenses Lockheed Martin Corporation y Raytheon Missiles & Defense por “participar en la venta de armas a Taiwán [la isla autogobernada que Pekín reclama como propia y a la que Estados Unidos confiere apoyo militar]”. Una semana antes, el país norteamericano había decidido incluir en su lista negra a cinco compañías y a un instituto de investigación de China por apoyar, según Washington, programas militares vinculados a la aviación y los globos usados para vigilancia y reconocimiento.
Las medidas chinas también han golpeado en marzo al sector de cuello blanco, con una redada a las oficinas en China de la firma de abogados estadounidense Mintz y la detención de cinco de sus trabajadores locales y una multa a la auditora con sede en Londres Deloitte de unos 28 millones de euros por evaluar indebidamente la calidad de los activos una compañía financiera china. También ha sido detenido un alto ejecutivo del grupo farmacéutico japonés Astellas acusado de espionaje. Tetsuro Homma, directivo de Panasonic recién nombrado presidente de la Cámara de Comercio Japonesa en China, expresó el martes, en un discurso en Pekín, cómo la detención ha provocado que las empresas de su país sean mucho más conscientes de los riesgos de hacer negocios en China, según la agencia nipona Kyodo.
Con el objetivo de “salvaguardar la seguridad nacional”, Pekín baraja limitar la exportación de ciertas tecnologías clave en las que el gigante asiático cuenta con un dominio sustancial en el mundo. El pasado 30 de diciembre, el Ministerio de Comercio, junto al de Ciencia y Tecnología y otros departamentos, anunció que planea una revisión de su catálogo de tecnologías sujetas a prohibiciones o restricciones de exportación.
La fase de consulta pública finalizó el 28 de enero y se espera que los cambios se pongan en marcha a lo largo del año. La lista publicada junto al anuncio incluye 139 artículos, siete de los cuales son de nueva incorporación, entre los que destacan los métodos de fabricación de obleas fotovoltaicas y los sistemas lídar usados para determinar la posición de vehículos autónomos e inteligentes.
La medida, objeto aún de debate en el Gobierno, puede interpretarse como una forma de “represalia” a corto plazo y también como una red de seguridad para salvaguardar su liderazgo a largo plazo ante el riesgo de desacoplamiento entre China y Estados Unidos, y el creciente temor en Pekín de que ese impulso de desconexión se contagie a la Unión Europea, según cuenta a través de videoconferencia Cosimo Ries, analista de la consultora Trivium China especializado en el sector de las energías renovables en el gigante asiático.
En su opinión, Pekín es consciente de los esfuerzos de inversión de Estados Unidos en la industria solar doméstica, a través de la Ley de Reducción de la Inflación, con cientos de miles de millones destinados a fomentar las energías verdes, y el acto reflejo de la UE, la propuesta de la Ley de Industrias de Emisiones Cero, que aspira a que un 40% de los productos de sectores como el de la energía solar y eólica se fabriquen en territorio comunitario. Esto supone una “amenaza a largo plazo para el dominio mundial de la industria solar china”, dice Ries. “Todo el mundo está tratando de construir su propia alternativa a las cadenas de suministro” por lo que cree que Pekín busca “frenar estos esfuerzos” haciendo que sea “mucho más caro” para las empresas fabricar de forma autónoma.
Según este analista, la medida muestra “que las opciones de China para tomar represalias son en realidad bastante limitadas”. Hasta ahora, añade, Pekín no había tomado apenas iniciativas frente al constante goteo de restricciones y sanciones de Washington. “China no tiene mucho que ofrecer a cambio. Y estas son probablemente algunas de las áreas en las que pueden hacer algo”.
Prohibido exportar 24 tipos de tecnología
De aprobarse tal y como está el borrador, quedaría prohibida la exportación de 24 tipos de tecnología y restringida la de 115 (se podrán vender productos fabricados con dichos conocimientos técnicos tras obtener una licencia, pero en ningún caso compartir el know-how). La última vez que el Gobierno actualizó este catálogo fue en agosto de 2020 (la anterior, en 2008).
En cualquier caso, la iniciativa es aún objeto de debate y presumiblemente intenso, dado que incluso ha saltado a la esfera pública. Bai Chong’en, decano de la Facultad de Economía y Gestión de la Universidad de Tsinghua, además de miembro de la Conferencia Consultiva, un órgano asesor, ha defendido de forma abierta que incluir las obleas de silicio en la lista podría repercutir negativamente en la competitividad global de la industria fotovoltaica china. “Desde que se abrió el periodo de consultas, muchas empresas extranjeras han buscado alternativas a la tecnología china y están estudiando la posibilidad de reanudar las operaciones con firmas europeas y estadounidenses”, cita el periódico estatal Economic Daily.
De acuerdo con un informe del año pasado de la Agencia Internacional de la Energía, China acapara más del 97% de la producción mundial de obleas de silicio, láminas ultrafinas que se ensamblan para fabricar paneles solares.
Para Pekín es imperante perseguir la autosuficiencia científica y tecnológica en medio de las crecientes tiranteces con Washington. El propio presidente, Xi Jinping, instó en marzo a buscar un “crecimiento de alta calidad” y apostar por el “desarrollo guiado por la innovación”, mientras el Partido Comunista está aumentando la supervisión mediante una importante renovación de las instituciones estatales. Restringiendo la exportación de su tecnología punta, como la fotovoltaica, las tierras raras, los vehículos inteligentes y la biotecnología, China protege su posición de privilegio al obstaculizar la velocidad de desarrollo de estas industrias en Estados Unidos, la India o la Unión Europea, que están buscando una menor dependencia del país asiático.
Otra de las tecnologías que probablemente se incluya oficialmente en el catálogo de restricciones son los sistemas lídar, que permiten determinar distancias a través de un láser y son indispensable para la producción de vehículos autónomos e inteligentes. Actualmente, el 58% de la cuota del mercado está en manos de empresas chinas, de acuerdo con un estudio de la consultora china AlixPartners. Además, Pekín se plantea prohibir la exportación de la tecnología necesaria para fabricar imanes de alto rendimiento, elaborados con tierras raras como el neodimio y el samario-cobalto. China tiene el dominio indiscutible en tierras raras (produce el 85% que se utiliza en el mundo), 17 elementos químicos presentes en la mayoría de aparatos electrónicos de uso diario y cruciales para la fabricación de coches eléctricos, turbinas eólicas y armamento sofisticado.
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