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El espionaje de EE UU concluye que no hay indicios de un “adversario extranjero” en el síndrome de La Habana

Las pesquisas han durado más de seis años y abarcado a más de 90 países, con participación de todas las agencias de inteligencia de EE UU

María Antonia Sánchez-Vallejo
La Embajada estadounidense en La Habana
La Embajada estadounidense en La Habana, en una imagen de noviembre de 2021.ALEXANDRE MENEGHINI (REUTERS)

Una exhaustiva investigación sobre el llamado síndrome de La Habana ha llegado a la conclusión de que es “muy improbable” que un agente extranjero fuera responsable de las dolencias (un cuadro de migrañas, náuseas, lapsos de memoria y mareos) que diplomáticos y agentes de inteligencia estadounidenses han reportado durante su trabajo en legaciones en el extranjero. Identificado por primera vez entre funcionarios de la Embajada estadounidense en la capital cubana en 2016, ha aquejado desde entonces, y sigue haciéndolo hoy, a diplomáticos, funcionarios y familiares expatriados.

Documentos desclasificados publicados este miércoles excluyen la posibilidad de que el citado cuadro fuera el resultado de “un arma o dispositivo” usado por un “adversario extranjero”, dice sin especificar cuál, capaz de causar síntomas compatibles con el síndrome. La pormenorizada evaluación de los casos por parte de la inteligencia estadounidense no ha encontrado “pruebas creíbles” sobre la acción intencionada de terceros países o entidades enemigas, y empaña la generalizada teoría de que Rusia u otro país podría haber estado orquestando una campaña mundial de ataques a estadounidenses mediante algún tipo de energía electromagnética.

En el marco de la investigación, que se ha prolongado durante más de seis años, las siete agencias de inteligencia de EE UU consideraron incluso la posibilidad de que los extraterrestres fueran responsables del síndrome, pero lo descartaron enseguida, ha explicado hoy a los periodistas un funcionario en la sede de la CIA, en Virginia.

Así que, eliminada la pista esotérica, todo parecía apuntar a Rusia o alguno de sus satélites, con Cuba a la cabeza, para explicar episodios que parecían salidos de los años más tensos de la Guerra Fría. Sin embargo, ya en enero de 2022 una fuente de la CIA adelantó que resultaba poco probable que Rusia u otro “actor extranjero” causara la mayoría de las molestias anómalas. La misma fuente, al describir las conclusiones de un informe provisional sobre el citado cuadro, apuntó que la mayoría de los casos, algo más de 1.500 incluidos algunos denunciados este año, “pueden explicarse razonablemente por condiciones médicas o factores ambientales y técnicos, o por incluso la existencia de enfermedades no diagnosticadas previamente”.

La Administración del presidente Joe Biden se había visto presionada para responder al misterio por parte de quienes denunciaron haber sufrido el síndrome y de sus muchos defensores, incluidos algunos miembros del Congreso. El año pasado, el mandatario promulgó la Ley Habana, por la que se indemnizaba a las personas que habían padecido lesiones compatibles con lo que el Gobierno ha denominado “incidentes sanitarios anómalos”.

La investigación tampoco ha encontrado explicaciones médicas comunes para todos los síntomas referidos. Según la documentación desclasificada, las siete agencias de inteligencia estadounidenses que participaron en la investigación tenían distintos niveles de confianza sobre el objeto de las pesquisas. Dos de ellas tenían una confianza de moderada a alta en la conclusión clave de la “improbabilidad” de la acción de un adversario extranjero, otras tres tenían una confianza moderada, y las dos restantes, poca confianza “basándose en las lagunas de recopilación y su evaluación de las pruebas”.

“No podemos vincular a un adversario extranjero con ningún incidente”, ha zanjado uno de los dos funcionarios de inteligencia que hoy han informado a los periodistas. La investigación, en la que han participado cientos de agentes de inteligencia, expertos de la Administración y externos, y que ha abarcado a más de 90 países, examinó también informes anteriores a 2016 sobre cuadros similares, pero según uno de los funcionarios citados, no pudieron reunirse datos suficientes sobre los casos más antiguos.

La Oficina del director de la Inteligencia Nacional, que supervisa las labores de la amplia comunidad de inteligencia del país, ha afirmado que las siete agencias continuarán estudiando los incidentes y dando respuesta a individuos que reporten nuevos casos del síndrome.

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