Biden y Lula se reúnen con la guerra de Ucrania como principal foco de tensión bilateral
Los presidentes de Estados Unidos y Brasil se proponen reforzar la defensa activa de la democracia en la región
La invitación partió del presidente estadounidense, Joe Biden, durante una llamada a su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en la que le transmitió el apoyo de su Administración tras el asalto del pasado 8 de enero al Parlamento, el Supremo y la Presidencia, en Brasilia, lanzado por simpatizantes del expresidente Jair Bolsonaro, derrotado en las urnas y que lleva más de un mes en Florida. Aquellas imágenes reavivaron en Washington el recuerdo del 6 de enero de 2021, día del ataque al Capitolio por una turba de defensores de las teorías falsas del robo electoral de Donald Trump. Los líderes de las dos democracias más pobladas de América se ven el viernes por la tarde en la Casa Blanca.
Al anunciar la visita, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, avisó de que discutirían cómo abordar temas como “el combate contra el cambio climático, la salvaguarda de la seguridad alimentaria, el fomento del desarrollo económico, el fortalecimiento de la paz y la seguridad y la gestión de la migración regional”. Antes de la cita con Biden, el líder de la izquierda brasileña tiene previsto reunirse con el senador Bernie Sanders, con otros parlamentarios demócratas y con varios sindicalistas.
Se espera que uno de los puntos fuertes de la visita de Lula a Biden sea el apoyo de Estados Unidos a la democracia de Brasil, sobre todo en la perspectiva del ataque de hace un mes, el más grave desde el fin de la dictadura en el país sudamericano, así como la promoción de los valores democráticos en todo el planeta. En esa línea, Lula también pretende tratar el discurso de odio y desinformación. Tras la bienvenida en los jardines, está previsto que mantengan una reunión bilateral a puerta cerrada en el Ala Este del edificio presidencial.
Estados Unidos quiere también abordar asuntos del hemisferio y globales, entre ellos la influencia de China en la región (en plena resaca del globo chino que ha atravesado Estados Unidos antes de ser derribado) y la guerra de Ucrania.
La idea de dividir el escenario geoestratégico global en dos clubes, los que defienden los valores democráticos y los que no, es una de las obsesiones declaradas de Biden, que arrastra la campaña que lo llevó a la Casa Blanca en 2020. En diciembre de 2021, convocó una Cumbre de la Democracia, con 110 países invitados, que se celebró en formato virtual por exigencias de la pandemia. Brasil participó. Países como China o Rusia acabaron excluidos, y esa decisión causó polémica.
Ambas potencias formaron parte del experimento multilateral que marcó el inicio de este siglo: la organización BRIC (luego BRICS) que incluía a China, Brasil, Rusia, India y Sudáfrica y que propugnaba un orden global alternativo. En su anterior etapa como presidente de su país, Lula se convirtió en un símbolo de que otra manera de defender los valores del Sur global es posible.
Mucho han cambiado las cosas desde entonces: con China convertida en la mayor amenaza política, económica y militar para Estados Unidos, y Rusia embarcada en una guerra expansionista en Ucrania desde hace casi un año, Biden quiere arrancar de Lula un compromiso más fuerte contra ambas realidades del que el presidente de Brasil parece dispuesto a mostrar, lo que puede convertirse en uno de los puntos de mayor fricción entre ambos líderes. El brasileño quiere presentar a su homólogo su idea de que un grupo de países como China, India, Brasil, Indonesia o Turquía medie entre Rusia y Ucrania.
John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional exponía así este viernes la posición estadounidense: “Estas son decisiones soberanas que las naciones tienen que tomar, y las respetamos. No creemos, solo puedo hablar por nosotros, que este sea el momento de hacer negocios como siempre con Rusia. Están matando a miles y miles de ucranios, personas inocentes que no representan una amenaza para Rusia. Cruzó esa frontera hace casi un año sin provocación ni excusa, y millones se han refugiado dentro y fuera de su país”, señaló.
La Amazonia y el medio ambiente son otros de los asuntos en la agenda. Brasil busca apoyo político y financiero de Estados Unidos para preservar el mayor bosque tropical del mundo, crucial para frenar el calentamiento global. Por eso, la comitiva brasileña incluye a la titular de Medio Ambiente Marina Silva entre varios ministros.
Tanto el Gobierno como la prensa brasileña obvian, en el contexto de este viaje oficial, que el expresidente Bolsonaro, investigado por el ataque golpista en Brasilia, se encuentra desde el fin de su mandato en EEUU. Conocido como el Trump tropical, ha empezado a participar en eventos políticos en Florida, que acoge a una gran comunidad de brasileños. “Pretendo regresar [a Brasil] en las próximas semanas y ejercer una oposición responsable contra el actual Gobierno”, declaró en una reciente entrevista con Charlie Kirk, un influenciador de extrema derecha. Dijo que su plan es volver para coordinar a la derecha e impedir que Brasil “se sumerja de nuevo en el socialismo y el comunismo”.
Filipe Nasser, asesor del embajador brasileño en Estados Unidos, aseguró este martes en una intervención en el laboratorio de análisis de política con sede en Washington Quincy Institute for Responsible Statecraft que “Lula lleva solo 40 días en el cargo, así que este viaje subraya cuán importante es esta relación diplomática para nuestro país, una relación que está a punto de cumplir dos siglos. Esta es una oportunidad para que ambos líderes establezcan o restablezcan una relación personal entre ellos”.
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