La justicia de Marruecos condena a un periodista crítico con el poder a seis años de cárcel por violación
Omar Radi declaró que la relación con la denunciante fue consentida y acusa a las autoridades del país de instrumentalizar la justicia
El periodista Omar Radi, crítico con el poder, ha sido condenado este lunes por el Tribunal de Apelación de Casablanca, a seis años de prisión firme, en un juicio donde se le acusaba de violación y de atentar contra la seguridad del Estado mediante el espionaje para un país extranjero. Radi, que había sido denunciado en julio de 2020 por una mujer con las iniciales H. B., siempre declaró que la relación fue consentida. El periodista contó con el apoyo durante todo el proceso de las principales asociaciones humanitarias locales e internacionales, que solicitaban un juicio justo.
Por su parte, Imad Stitou, único testigo presente en la casa donde sucedieron los hechos, ha sido condenado a seis meses de libertad condicional por supuesta complicidad de violación, tras declarar a favor de su amigo y compañero Omar Radi.
Omar Radi, que ha cumplido 35 años en la cárcel este domingo 18 de julio, es un periodista y activista de derechos humanos muy conocido en Marruecos y en las redacciones de los principales medios internacionales. Radi ya pasó cinco días en prisión a finales 2019 por criticar en un tuit a un juez que había aplicado sentencias de varios lustros de cárcel para cuatro de los principales manifestantes de las protestas de Alhucemas que se iniciaron a finales de 2017. “¡Ni olvido ni perdón para estos funcionarios sin dignidad!”, rezaba el tuit de Radi. Ahora, sus partidarios siguen tuiteando: “Ni olvido ni perdón”.
Meses después de aquel tuit, en junio de 2020, su rostro saltó a las páginas de 17 diarios internacionales, como The Washington Post, The Guardian, Le Monde y EL PAÍS, cuando Amnistía Internacional (AI) desveló que su teléfono móvil había sido espiado con Pegasus, un programa desarrollado por la compañía israelí NSO que solo está al alcance de los Gobiernos que combaten el crimen y el terrorismo. El Gobierno marroquí negó la acusación de la ONG. Y varios días después de la publicación de ese artículo, Radi fue llamado a comisaría hasta en diez ocasiones. La fiscalía marroquí abrió una investigación contra él por supuesto espionaje.
La sentencia contra Radi se ha conocido el mismo día en que, de nuevo, una investigación efectuada por Amnistía Internacional y un consorcio de 17 diarios internacionales, entre ellos Le Monde y The Washington Post, reveló que los teléfonos de 180 periodistas de varios países han sido espiados por los Gobiernos de países como Marruecos, Arabia Saudí y México, a través del programa Pegasus. El Gobierno marroquí calificó de “falsas” las informaciones a través de un comunicado. Sin embargo, varios activistas próximos a Radi han difundido cientos de mensajes desde el pasado domingo en donde recuerdan que el periodista marroquí fue acusado de espionaje después de “haber sido espiado”.
El juicio de Radi se ha celebrado casi en paralelo con el del periodista Suleimán Raisuni, que ha sido condenado el viernes 9 de julio a cinco años de cárcel por supuesta agresión sexual contra un activista LGTB. Raisuni llevaba en prisión preventiva desde el 20 de mayo de 2020 y Radi desde el 29 de julio. Los dos se encontraban aislados en dos celdas de la cárcel de Ukacha, en Casablanca. Ambos iniciaron una huelga de hambre, que Radi suspendió. Raisuni ha cumplido más de 100 días desde que se declaró en huelga. Su esposa y sus próximos temen por su vida mientras las autoridades penitenciarias del país indicaron que Raisuni mantiene sus constantes vitales en perfecto estado.
Tanto Suleimán Raisuni como Omar Radi denunciaron la politización de su caso. Afirmaron ser víctimas de un “ensañamiento judicial”, a causa de sus escritos contra el poder. La Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), así como Reporteros sin Fronteras y Human Rights Watch, reclamaron para ambos periodistas un juicio justo, con las debidas garantías procesales.
EE UU prometió seguir el proceso de Radi
Los casos de Raisuni y Radi han tenido una gran repercusión internacional. Pero la cota más alta se alcanzó el pasado lunes, cuando el portavoz de la diplomacia estadounidense Ned Price criticó abiertamente a Marruecos en relación con la libertad de prensa. El portavoz del Departamento de Estado indicó que el proceso contra estos periodistas contradice las promesas hechas por la Constitución de 2011 y el programa de reformas del rey, Mohamed VI. Y advirtió de que seguiría de cerca la evolución del juicio del periodista Omar Radi.
La intervención de la Casa Blanca no tuvo una respuesta oficial por parte de la diplomacia marroquí. Pero sí que ha habido una contestación semi oficial, por parte del director de prisiones, Mohamed Salah Tamek, quien se ha expresado como “ciudadano marroquí y antiguo diplomático”.
“En virtud de qué ley celestial osa usted inmiscuirse en un asunto de la justicia de Marruecos, que ha condenado a un ciudadano marroquí, cuyo nombre usted no ha podido siquiera pronunciar correctamente y sermonea a los marroquíes como un maestro a sus almunos?”, preguntaba Malek en unas declaraciones primero difundidas por el sitio Hespress, el de mayor difusión, y luego por la agencia oficial MAP.
“¿Con qué derecho –continuó Malek– se arroga usted el poder de juzgar con toda arrogancia lo que es conforme a la Constitución marroquí y lo que no lo es?”. “¿Qué le da a usted el derecho de discriminar entre ciudadanos importantes como los que usted ha nombrado ―en referencia a Raisuni y Radi― y esos que usted desprecia y juzga que son buenos para aplastar, como Adam y Hafsa ―los denunciantes de ambos periodistas―?”.
Omar Radi ya ha cumplido casi un año de cárcel en prisión preventiva, de los seis a los que ha sido condenado. Y Raisuni ya ha pasado un año y dos meses también en régimen preventivo, de los cinco a los que fue condenado. Raisuni mantiene su huelga de hambre desde hace tres meses.
La sentencia se ha conocido dos días antes de que se celebre la Fiesta del Cordero, la más sagrada y celebrada del islam, donde suelen reunirse todas las familias.
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