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EE UU critica por primera vez a Marruecos tras la condena a cinco años de cárcel de un periodista

Washington se declara “decepcionado” tras la sentencia contra Suleimán Raisuni y avisa de que seguirá muy de cerca el juicio contra el reportero Omar Radi

El portavoz de la diplomacia estadounidense, Ned Price, durante una conferencia de prensa el 7 de julio de 2021.
El portavoz de la diplomacia estadounidense, Ned Price, durante una conferencia de prensa el 7 de julio de 2021.Alex Brandon (AP)
Francisco Peregil

La Administración del presidente estadounidense, Joe Biden, criticó a Marruecos este lunes por primera vez y de forma explícita, un país con el que mantiene una gran alianza estratégica. El portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, se declaró “decepcionado” con motivo de la condena de cinco años de cárcel que dictó el viernes pasado el Tribunal de Apelación de Casablanca contra el periodista Suleimán Raisuni, acusado de agredir sexualmente a un hombre. Washington añadió que ese proceso contradice las promesas hechas por la Constitución de 2011 y el programa de reformas del rey, Mohamed VI.

Un mensaje proveniente de Washington siempre resulta de vital importancia para un aliado como Marruecos. Pero adquiere mayor relevancia después de que la Administración de Donald Trump reconociera de forma unilateral el pasado 10 de diciembre la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. Joe Biden no ha modificado hasta el momento esa decisión, que conlleva también la normalización de relaciones entre Marruecos e Israel, aliado clave de Estados Unidos en Oriente Próximo. Pero tampoco la ha implementado con la apertura de un consulado en el Sáhara, tal como había programado Trump.

El portavoz de la diplomacia estadounidense avisó el lunes de que Washington seguirá de cerca la evolución del proceso de Suleimán Raisuni, así como el del periodista Omar Radi, quien está siendo juzgado en Casablanca estos días, acusado de espionaje y violación. Ned Price afirmó que la libertad de prensa es “fundamental” para las sociedades prósperas y seguras y añadió que los Gobiernos deben velar para que los periodistas puedan ejercer su oficio “con total seguridad, y sin medio ni violencias ni amenazas”.

De momento, Rabat ha guardado silencio. Su reacción contrasta con la contundencia que puso de manifiesto en junio, cuando el Parlamento de la Unión Europea criticó en una resolución el uso de menores no acompañados como método de presión a España ante la oleada de 10.000 migrantes que llegaron a Ceuta. El ministerio de Exteriores marroquí, respondió entonces a la institución europea: “Marruecos no necesita ningún aval en su gestión de la migración. La postura de profesor y alumno ya no funciona. El paternalismo es un callejón sin salida”.

No es la primera vez que la Administración Biden trata el tema de la libertad de prensa con Marruecos. El secretario de Estado de EE UU, Antony Blinken, se reunió a finales de junio en Roma con el titular de Exteriores marroquí, Naser Burita, y le habló sobre “los derechos humanos y libertad de prensa”. Ese dato no fue difundido por la diplomacia marroquí, pero Washington se encargó de airearlo. No obstante, aquella conversación no adquirió el relieve de una crítica abierta.

Esta vez, la “decepción” expresada por la Casa Blanca sobre el caso de Suleimán Raisuni llega en un momento decisivo para Rabat en sus relaciones con España. La crisis comenzó a gestarse después de que Trump decretara el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Ese mismo día, Rabat canceló la cumbre bilateral con España, o Reunión de Alto Nivel (RAN), que estaba prevista celebrar en breve plazo.

A partir de ese momento, Rabat presionó a España y a la Unión Europea para que siguieran el camino trazado por Trump. Naser Burita emitió varios mensajes públicos donde animaba a la Unión Europea a que saliese de “su zona de confort”. Marruecos suspendió en mayo las relaciones diplomáticas con Alemania, alegando que este país había multiplicado las “acciones atentatorias” contra los “intereses superiores de Marruecos”.

Rabat no ha contestado a Madrid

Finalmente, la crisis con España se acentuó cuando el Gobierno español acogió en un hospital de Logroño con una identidad falsa al líder del Frente Polisario, Brahim Gali. Burita cortó entonces, por instrucción expresa del Palacio Real, todo contacto con su homóloga española, Arancha González Laya. El nuevo ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha expresado nada más recibir la cartera ministerial su deseo de estrechar relaciones con los países de la ribera sur del Mediterráneo. “Especialmente, con nuestro gran amigo y vecino Marruecos”, remarcó. Pero Rabat no ha contestado hasta ahora de forma pública. El único dato reseñable que llegó el lunes desde Marruecos fue el asalto a la valla de Melilla de 200 subsaharianos, sin que las autoridades marroquíes lograsen evitar que finalmente entraran en la ciudad autónoma 119 emigrantes irregulares.

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Mientras tanto, el periodista Suleimán Raisuni prosigue una huelga de hambre que se ha prolongado durante 95 días. Raisuni ejercía de columnista estrella, muy crítico con el poder, en el diario Ajbar al Yaum, cuyo director también se encuentra en la cárcel, acusado de delitos sexuales. Raisuni fue detenido en mayo de 2020 después de que un activista LGTBIQ+ publicase en Facebook que el periodista se había abalanzado sobre él a finales de 2018 para satisfacer sus deseos sexuales aprovechándose de la “debilidad y salud moral”.

En la actualidad, también se celebra en Marruecos un juicio contra el periodista Omar Radi, acusado de espionaje y violación de una mujer. Tanto Raisuni como Radi, que se encuentran aislados en sendas celdas de la cárcel de Ukacha, en Casablanca, se declaran inocentes y aseguran ser víctimas de un “juicio político”, a causa de sus trabajos críticos con el poder.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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