Guiños a Rabat en el relevo al frente del Ministerio de Exteriores
Albares califica a Marruecos de “gran amigo” y Laya advierte de que la normalización debe hacerse desde “el respeto y la corresponsabilidad”
El nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, ha asumido este lunes su cartera con un guiño hacia Marruecos, con quien España mantiene desde mayo pasado una crisis diplomática aún abierta. Al enumerar las prioridades de su departamento, Albares ha subrayado la necesidad de estrechar relaciones con los países de la ribera sur del Mediterráneo, “especialmente, con nuestro gran amigo y vecino Marruecos”, ha apostillado.
También su antecesora en el cargo, Arancha González Laya, se ha referido a la crisis diplomática más grave de su mandato al mencionar, entre las tareas pendientes para su sucesor, “el restablecimiento de relaciones plenas con Marruecos, desde el respeto y la corresponsabilidad”, ha subrayado. La crisis con el país vecino, que tuvo su punto álgido tras la irrupción en Ceuta de más de 10.000 inmigrantes irregulares a mediados de mayo, ha entrado en una fase de distensión, pero no se ha resuelto y la legación diplomática marroquí en Madrid sigue vacante tras la llamada a consultas de su embajadora, Karima Benyaich.
El propio cese de González Laya se ha interpretado como una concesión a Rabat para desbloquear la situación. La cuestión, según fuentes diplomáticas, es si la ministra se había convertido en un obstáculo para reconducir las relaciones bilaterales, por lo que su cese facilitaría una rápida normalización, o si el objetivo de Rabat era forzar el brazo a España en su política sobre el Sahara y la salida de Laya puede animar al país vecino a redoblar la presión.
González Laya ha calificado su despedida de “agridulce” pues, aunque han sido muchos los objetivos logrados en solo 546 días (y otras tantas noches, pues algunas negociaciones como la de Gibraltar se prolongaron hasta avanzada la madrugada), queda la “amargura”, según sus palabras, de lo que le faltaba por hacer, como el nuevo reglamento de la carrera, la reforma de la ley de Cooperación o la inauguración de la nueva sede del Ministerio, prevista para final de año.
Albares, tercer ministro de Exteriores de Sánchez, pertenece a la carrera diplomática, al contrario que sus dos antecesores, y se ha presentado a sí mismo como uno más de los 5.500 trabajadores del servicio exterior, entre diplomáticos, funcionarios o cooperantes. Como tarea más urgente para la diplomacia, ha fijado la de “explicar al mundo que España es un país seguro para venir a pasar las vacaciones”, a pesar del pico de contagios registrado con la quinta ola de la covid-19.
Tanto Albares como González Laya han intervenido en el acto de traspaso de la cartera ministerial celebrado en el patio de Elcano del Palacio de Santa Cruz, al que han asistido, entre otros, la vicepresideta Yolanda Díaz, el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, el de Presidencia, Félix Bolaños, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y los exministros de Exteriores Marcelino Oreja, Josep Piqué y Ana Palacio.
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