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La UE ofrece a Turquía nuevas ayudas por los refugiados en un intento de reconciliación con Erdogan

Los 27 buscan abrir el camino hacia una “agenda positiva” en la relación con Ankara que permita superar meses de turbulencia

Los presidentes de la UE, Charles Michel, y la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en videoconferencia con Erdogan, el viernes en Bruselas.
Los presidentes de la UE, Charles Michel, y la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en videoconferencia con Erdogan, el viernes en Bruselas.STEPHANIE LECOCQ (AP)

La Unión Europea inicia este lunes un intento de acercamiento hacia Turquía después de todo un año de encontronazos políticos, desplantes personales y hasta escaramuzas militares en el mediterráneo oriental. Los 27 quieren lanzar una oferta de reconciliación al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que permita recobrar la convivencia con un vecino y aliado imprescindible para la Unión. El plan incluye la ampliación de la financiación del acuerdo migratorio con Ankara, que ha supuesto ya el desembolso de 6.000 millones de euros para atender a los cuatro millones de refugiados establecidos en suelo turco.

“La Comisión preparará rápidamente las opciones para continuar la financiación para los refugiados y para las comunidades de acogida”, señala la Comisión Europea y el alto representante de Política Exterior, Josep Borrell, en un documento de 15 páginas, todavía confidencial, que el organismo presentará en la cumbre europea de esta semana. La cita de los líderes europeos, que será virtual como consecuencia de la pandemia de coronavirus, aspira a fijar la posición de la UE con respecto a una Turquía que ha dado señales de acercamiento. Alemania y España figuran al frente de países partidarios de dar una oportunidad al diálogo con Ankara y buscar una relación lo más constructiva posible.

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El documento de la Comisión, al que ha tenido acceso EL PAÍS, enumera las ofertas para una “agenda positiva” con Ankara, entre las que figuran la renegociación del acuerdo aduanero, para mejorar el acceso de las empresas turcas al mercado europeo; el restablecimiento de los contactos a alto nivel en áreas como energía, transporte o seguridad; y la posibilidad de que Bruselas asesore a las autoridades turcas sobre cómo cumplir las condiciones necesarias para lograr la liberalización de visados en la UE.

“Ya hay un diálogo en marcha para ver cómo se mantiene la asistencia a los refugiados”, reconoce una fuente diplomática en alusión a la renovación o prolongación del fondo que desde 2016 financia en parte el mantenimiento de las personas refugiadas en Turquía, sirias la inmensa mayoría de ellas. El fondo contaba con dos tramos, de 3.000 millones de euros cada uno. Pero ya se han desembolsado 4.000 millones de euros y los 2.000 millones restantes ya están también comprometidos, según los datos de la Comisión Europea.

Fuentes comunitarias ven imprescindible la concesión de nuevas ayudas. “Una crisis migratoria como la de 2016 podría desestabilizar la zona de los Balcanes”, advierten esas fuentes. Hace cinco años, la llegada de un millón de refugiados sirios a suelo europeo procedentes de Turquía provocó un gran conflicto entre los socios de la UE, resquebrajó la zona Schengen con la aparición de controles fronterizos internos y llegó a poner en peligro la posición de Angela Merkel en Alemania, destino final de gran parte del éxodo.

En vídeo, declaraciones sobre Turquía de la ministra española de Exteriores, Arancha González Laya. Vídeo: EFE/Emilio Naranjo / EBS-QUALITY

Merkel fue una de las artífices del pacto con Erdogan, que frenó en seco la salida de sirios desde Turquía. El acuerdo migratorio fue duramente criticado por las organizaciones de derechos humanos, pues supone reconocer a Turquía como tercer país seguro cuando no cumple el principal requisito: dar el estatus de refugiado a los solicitantes sirios. Ankara es firmante de la Convención de Ginebra de 1951, pero mantiene una cláusula según la cual solo quienes procedan del continente europeo pueden recibir este estatus, el resto están sujetos a una protección temporal.

Pero el acuerdo logró lo que se proponía: reducir las llegadas a través de la frontera turco-griega y el mar Egeo. Del casi un millón de cruces en 2016 se pasó a 75.000 en 2019 y a solo 15.000 el año pasado.

En Turquía, el acuerdo se ha materializado en una inyección de 6.000 millones de euros a proyectos de ayuda humanitaria e integración que han contribuido a mejorar la vida de los refugiados sirios y de las comunidades que los hospedan. Los proyectos, que en un inicio se dirigían a ayuda alimentaria y médica de emergencia, han ido cambiando a medida que se han cerrado campos de refugiados —la práctica totalidad de los 3,6 millones de refugiados sirios viven en las ciudades— y se ha hecho patente que aún tardarán mucho en regresar a su país.

Ahora, la mayoría de iniciativas financiadas por la UE son proyectos para la integración de los niños sirios en el sistema educativo turco, formación y capacitación laboral, infraestructura sanitaria y municipal, por ejemplo para el tratamiento de residuos o depuradoras de agua, ya que algunas localidades del sur de Turquía la población se ha duplicado con la llegada de los refugiados y la infraestructura existente era insuficiente.

“Las autoridades turcas no quieren utilizar la palabra integración por las consecuencias políticas que pueda tener, pero en la realidad esa es la filosofía tras los proyectos que hemos emprendido juntos y que están dando muy buenos resultados”, explican fuentes europeas en Ankara: “Actualmente tratamos de dividir los proyectos en un 50-50. La mitad van dirigidos a los refugiados sirios y la otra mitad a las comunidades que los hospedan, para que la población local vea que hay un beneficio tangible y haya una mayor aceptación de los refugiados”.

A causa de la pandemia y de sus propios desequilibrios internos, Turquía se halla inmersa en una crisis económica que afecta especialmente a los trabajadores peor remunerados, por lo que el discurso antisirio ha aumentado. “Cuanto más integrados estén los refugiados en la sociedad turca, menos actitudes racistas habrá”, añade la fuente europea. De ahí que los últimos proyectos aprobados se hayan dirigido sobre todo a la capacitación laboral de los refugiados en cooperación con actores económicos turcos para ajustarse a las necesidades del mercado de trabajo.

Ahora, incluso los socios de la UE más enfrentados con Erdogan (Grecia, Chipre, Francia…) se muestran favorables a la renovación de los subsidios. Una fuente diplomática meridional solo apunta una condición: “El acuerdo migratorio debe mantenerse al margen de las relaciones diarias con Turquía y el fondo no puede ser un instrumento para premiar o castigar al Ejecutivo de Erdogan”.

La separación de ambos capítulos (migración y conflictos geoestratégicos) se antoja difícil porque la negociación de nuevas ayudas coincide con el intento de aproximación entre la UE y Turquía, que han chocado en frentes tan diversos como las aguas territoriales de Grecia (por las exploraciones gasísticas turcas), Chipre (donde Ankara quiere una partición definitiva de la isla en dos Estados) o Libia (donde la presencia turca agravó la guerra civil, según el bando europeo).

Los ministros de Asuntos Exteriores de la UE, que se reúnen este lunes en Bruselas, intentarán pasar la página de esos roces y abrir el camino hacia una “agenda positiva” en la relación con Ankara que permita superar meses de turbulencia. El martes, el ministro turco de Exteriores, Mevlüt Cavusoglu, tiene previsto visitar Bruselas para reunirse con el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell. Y el jueves y viernes, los líderes de la Unión tienen previsto fijar su nueva posición sobre Turquía en la cumbre virtual.

El mensaje de los 27 a Ankara, según fuentes comunitarias, incluirá la agenda positiva, pero también la amenaza de sanciones si se producen incursiones turcas en las aguas de soberanía griega o chipriota. El documento confidencial de la Comisión advierte de que se podría aumentar la lista de personas turcas sancionadas, que se podría incluir a empresas en el listado; y que se podrían restringir las operaciones del Banco Europeo de Inversiones en el país. El castigo podría buscar, incluso, penalizar al sector turístico de Turquía, clave para su economía.

“En las últimas semanas hemos visto una actitud más constructiva en Turquía, pero debemos comprobar si esas declaraciones se traducen en hechos y se mantienen de forma duradera”, previene una fuente diplomática. La desconfianza de Bruselas es evidente y el Gobierno de Erdogan combina los gestos de acercamiento con medidas que provocan consternación en la capital comunitaria.

El sábado, en vísperas de una semana decisiva para su relación con la UE, Turquía anunciaba su retirada del Convenio del Consejo de Europa para la prevención de la Violencia contra las Mujeres y la Violencia Doméstica, firmado en Estambul en 2011. “Lamentamos profundamente y expresamos nuestra incomprensión sobre esta decisión del Gobierno turco”, señaló Borrell en un comunicado, en el que pedía a Ankara que diese marcha atrás en el abandono del Convenio de Estambul.

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