Líderes progresistas iberoamericanos llaman a la unidad de la región frente a la pandemia
Más de 60 presidentes, expresidentes, cancilleres y dirigentes de la izquierda piden desde el foro del Grupo de Puebla más cooperación para abordar la vacunación y la reconstrucción económica
Era el quinto encuentro del Grupo de Puebla, una plataforma de líderes progresistas de Iberoamérica constituida en la ciudad mexicana en julio de 2019, pero el de este viernes se convirtió en el foro probablemente más significativo de la organización, por las presencias —más de 60 presidentes, expresidentes, cancilleres y dirigentes de la izquierda— y por las urgencias que impone la crisis sanitaria de la covid-19. América Latina, defienden los promotores del la cita, debe encontrar un camino hacia una mayor integración regional. La pandemia de coronavirus ha expuesto las debilidades estructurales de los distintos países y la cooperación se hace más necesaria en estas circunstancias, al igual que la agenda social. De Argentina a España, pasando por México, Brasil, Colombia, Ecuador, Chile o Bolivia, la jornada fue, en definitiva, un gran llamamiento a la unidad.
El canciller mexicano, Marcelo Ebrard, inauguró el encuentro precisamente con esa idea, aplicándola al desafío concreto de las campañas de vacunación contra el virus que en Latinoamérica empezaron las pasadas Navidades de forma muy desigual, con retrasos e interrupciones. El jefe de la diplomacia del país puso el plan de producción de las dosis de la farmacéutica AstraZeneca, que según lo acordado serán distribuidas por laboratorios mexicanos y argentinos para todo continente, como ejemplo de la necesidad de “recuperar el trabajo conjunto en materia de ciencia y tecnología”. “Será la vacuna más económica y para muchos países la única”, afirmó. Ebrard recordó que que cada Gobierno “está intentando acceder a la vacuna en condiciones muy desfavorables” y contra ello, mantiene, solo cabe “aumentar la autonomía tecnológica” de la región.
Unidad e integración fueron dos palabras empleadas también por el presidente de Argentina, Alberto Fernández. “La pandemia ha significado que todos estemos corriendo cada uno por su lado”, razonó el mandatario, quien considera que la colaboración hubiera podido permitir incluso una negociación conjunta de las vacunas. “Divididos es más difícil, la unidad no es una deuda que nos viene por el legado de nuestros próceres, sino que es algo sino que es algo que básicamente nos conviene”, siguió a través de un mensaje grabado.
En el foro del Grupo de Puebla intervino también la ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España, Arancha González. La representante del Gobierno socialista de Pedro Sánchez reflexionó sobre el significado de un proyecto progresista que, en su opinión, tiene que priorizar la lucha contra el cambio climático, la digitalización, la igualdad y el feminismo y un modelo de crecimiento “que no deje a nadie atrás”. “Esto no es un eslogan”, enfatizó la ministra de Exteriores, es la idea de que no podemos seguir creciendo agravando la brecha de nuestras sociedades”.
La presencia de González en el encuentro es relevante más allá de lo simbólico porque España es uno de los principales interlocutores de los países de América Latina y su puerta de entrada a Bruselas. El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, uno de los impulsores del Grupo de Puebla, recalcó la importancia de que la región tenga un diálogo más profundo con la Unión Europea. En su opinión, “el camino a la unidad de Latinoamérica sería el gran reto de estos bicentenarios y el gran reto de la crisis de la pandemia”. Mientras tanto, mostró preocupación por el acceso a la vacuna y las amenazas para la equidad que ese proceso plantea.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, envió una carta a los participantes para compartir un mensaje de fondo sobre la brecha social y los desafíos de la integración entre países. “No se puede consentir que un retraso en el acceso a la vacuna amplíe aún más las enormes desigualdades actuales a nivel global”, escribió. Unas palabras que si bien ya había pronunciado en otras ocasiones coinciden con los planteamientos del foro.
Las prioridades del grupo son en esencia tres. Las verbalizó el expresidente colombiano Ernesto Samper durante el encuentro, moderado por el político chileno Marco Enríquez-Ominami. La primera es “revitalizar la democracia”; la segunda consiste en “dar un gran salto social de la mano de una renta básica”; la tercera es un modelo de desarrollo alternativo. “Nada de esto”, según Samper, “será posible sin integración”. El veterano dirigente propone “despolitizar las relaciones internacionales” y “fortalecer el multilateralismo”. Las barreras en Latinoamérica se han levantado principalmente para favorecer el comercio, recordó, pero no ha sucedido para facilitar la movilidad y los servicios. “Nunca, como con la pandemia, había sido tan necesaria la integración y nunca había estado la región tan desintegrada”.
La expresidenta brasileña Dilma Rousseff abundó en las “injusticias sociales” que sufren las franjas más vulnerables de la población, mientras su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, hizo alusión a los movimientos iniciados en el pasado reciente, cuando el llamado eje bolivariano dominaba Latinoamérica. Ahora el objetivo político del Grupo de Puebla consiste precisamente en alentar el regreso al poder de esas opciones. Como ocurrió en octubre en Bolivia y siguiendo ahora por Ecuador. El país celebra elecciones el próximo domingo y un candidato apadrinado por Rafael Correa, Andrés Arauz, se disputa la presidencia con el conservador Guillermo Lasso.
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