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Música en bici para aliviar el confinamiento

Una violinista y la conductora de un bicitaxi alegran las calles de Nueva Orleans, capital musical del sur de EE UU, tras cancelarse los conciertos en vivo

La violinista Anna Roznowska y la conductora de bicitaxi Sarah Grant en una calle de Nueva Orleans el pasado miércoles. En vídeo, una de las presentaciones callejereas del dúo.
Nueva Orleans -

Cuando una conductora de un bicitaxi, Sarah Grant, y Ana Roznowska, la violinista de un cuarteto que suele tocar en las calles, se dieron cuenta de que el confinamiento decretado en Nueva Orleans (Luisiana, EE UU) amenazaban su sustento y su modo de vida se sintieron en un principio confundidas. Pero entonces Grant, que se mudó a la ciudad sureña desde su Maine natal y que pasó dos años en Zambia con el Cuerpo de Paz de EE UU, y Roznowska, una violinista clásica polaca, se animaron a sacar su espectáculo musical a las calles.

Ambas han bautizado su idea “la caja de música móvil”. Mientras Grant pedalea en el bicitaxi, Roznowska toca el violín y ambas van repartiendo su música por los barrios de la ciudad. “No teníamos idea de cuánta gente necesitaba esto”, afirma Roznowska. En una ciudad que palpita al ritmo de la música en directo, los bares cerrados y las calladas calles por culpa del confinamiento dejan una sensación de vacío. Las estrictas normas contra las reuniones de personas han llevado a cancelar conciertos, desfiles y el Jazz and Heritage Festival, que habrían reunido a miles de personas esta semana y la próxima. Ahora, las melodías etéreas y libres de Roznowska, enriquecidas con una grabación de voz en playback, resuenan en las calles jalonadas de robles de Nueva Orleans.

“Es algo impresionante, alentador. Ahora la música en directo es lo que más echamos de menos. Saca a la gente a la calle y es como si fuera un día estupendo”, asegura Elsa Kern, una habitante de la ciudad. Otros dos residentes en Nueva Orleans, Willie Anderson y Wanda Brown, se muestran felices por este alto en mitad de la monotonía que supone el aislamiento. “Es fantástico, algo para levantar el ánimo del barrio”, asegura el primero. “Te hace reír en lugar de llorar”, afirma la segunda.

Roznowska y Grant cambian su recorrido todos los días. Y, aunque aceptan propinas, aprecian también las buenas vibraciones que reciben en su recorrido. “Si sacamos dinero, pues estupendo, pero esto es algo que nace del afecto y que, probablemente, tiene parte de vida propia ya”, asegura Grant, que añade: “No tenemos nada planeado más que seguir adelante”.

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