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La izquierda de Israel se desvanece ante las urnas

Laboristas y pacifistas pugnan por conservar su menguante representación en las elecciones

Juan Carlos Sanz
Carteles del centrista Gantz y del conservador Netanyahu en Tel Aviv.
Carteles del centrista Gantz y del conservador Netanyahu en Tel Aviv.Oded Balilty (AP)

Los israelíes contemplan con indiferencia las legislativas del lunes, las terceras a las que son convocados en menos de un año, mientras la prensa hebrea solo destaca en sus portadas informaciones sobre la expansión del coronavirus por el hemisferio norte. Nunca la elección del Gobierno había parecido importar tan poco en el Estado judío.

Ante la previsible repetición del bloqueo político reflejada por los sondeos, en un calco de los dos anteriores comicios, muchos votantes se están planteando aguardar a la convocatoria de unas cuartas legislativas este verano para desatascar en las urnas la gobernabilidad.

La concentración de los sufragios en torno a los dos grandes partidos —el conservador Likud del primer ministro, Benjamín Netanyahu, y la alianza centrista Azul y Blanco, liderada por el exgeneral Benny Gantz— parece haber arruinado las expectativas de crecimiento de las fuerzas políticas menores.

Esta tendencia se ha agravado en la izquierda israelí, que ha caído a su nivel más bajo en la historia de Israel, con una sociedad cada vez más conservadora. Con apenas un 9,1% de los votos en conjunto, el Partido Laborista y la lista pacifista de Meretz sumaron por separado apenas 11 diputados en una Kneset (Asamblea legislativa) de 120 escaños, en las legislativas celebradas en septiembre.

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“El error más grave de la izquierda ha consistido en fijar como objetivo principal llegar a un acuerdo de paz con los palestinos, cuando en realidad se trata de algo ilusorio, dada la existencia de grupos extremistas en ambos pueblos que lo bloquean e incluso lo sabotean”, sostiene el analista político Daniel Kupervaser. “Eso no excluye que siga siendo imprescindible buscar una salida que garantice la existencia de un Estado de Israel con seguridad y bajo un régimen democrático, lo que en el futuro sería la base necesaria para la paz”.

Fuera de sus reductos en la cosmopolita área metropolitana de Tel Aviv (centro) y la progresista Haifa (norte), el voto de izquierdas parece haber pasado a la historia en Israel, mientras sus tradicionales electores se han visto succionados por fuerzas de centro emergentes como Azul y Blanco, donde tres antiguos jefes del Ejército concentran el liderazgo.

Después de haber resurgido en las elecciones de 2015 con 24 diputados y cerca del 19% de los votos —en coalición con la veterana líder centrista Tzipi Livni—, el laborismo se desplomó en las urnas el pasado abril, en la primera de las tres legislativas convocadas en Israel en menos de un año, con solo seis escaños en su haber y en torno al 5% de los sufragios.

Lejos queda la era hegemónica del laborismo, que entre 1948, en el nacimiento del Estado de Israel, y 1977, con el resurgir electoral de la derecha nacionalista, encabezó todos los Gobiernos. En 1969, tras la Guerra de los Seis Días, la laborista Golda Meir acaparó 56 escaños, rozando la mayoría absoluta a pesar de la fragmentación parlamentaria de un sistema electoral ultraproprocional con circunscripción nacional. La lista pacifista Meretz estuvo a punto de quedar excluida de la Kneset, con solo un 3,6% de los votos, al límite del umbral del 3,25% que da acceso a la Cámara.

La izquierda triunfó con claridad en las urnas por última vez en 1992, gracias al empuje de Isaac Rabin al frente del laborismo (44 escaños y el 34% de los votos) y de Meretz (12 diputados y el 10% de los sufragios). Pero la base electoral de la coalición que negoció los Acuerdos de Oslo (1993) con los palestinos ya se había difuminado.

La inmigración de cerca de un millón de judíos procedentes de la antigua Unión Soviética en la década de los noventa del siglo pasado —con un sesgo marcadamente anticomunista— escoró hacia la derecha al electorado israelí. El estallido de la Segunda Intifada (2000-2005) y la ola de atentados palestinos contras civiles judíos acabó de inclinar definitivamente la balanza en favor del voto conservador.

La media de los últimos sondeos de intención de voto publicados apunta a que laboristas y pacifistas, que concurren a las legislativas en una lista única, no superarán los 10 escaños en el próximo Parlamento. El giro a la izquierda de última hora dado por el centrista Gantz, y el auge de los partidos árabes israelíes amenazan con restar aún más representación a la menguante izquierda tradicional israelí.

Netanyahu impulsa a los partidos árabes

La Lista Conjunta, la coalición de cuatro partidos esencialmente árabes que se presenta a las elecciones de mañana, debe gran parte del éxito que le auguran los sondeos al empeño de Benjamín Netanyahu en señalarlos como enemigos de Israel. Las proyecciones de voto asignan a esta coalición, que concentra el voto de una quinta parte de la población israelí, hasta de 16 escaños, frente a los 13 que alcanzó en las legislativas de septiembre.

El plan de paz de Donald Trump también parece haber dado alas a la lista encabezada por el progresista Ayman Odeh y el nacionalista Ahmed Tibi. Entre otros intercambios de territorios, el “acuerdo del siglo” del presidente de Estados Unidos prevé la entrega a la Autoridad Palestina de localidades con población árabe israelí situadas en la frontera noroccidental de Cisjordania. La eventual transferencia de población ha sido recibida con un llamamiento a la movilización en las urnas que puede contrarrestar el tradicional abstencionismo de la minoría árabe de Israel.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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