El ansia de cambio une a la oposición en las elecciones de Eslovaquia
El hartazgo por la corrupción que afloró tras el asesinato de un periodista de investigación y su novia marcan las parlamentarias
Hace dos años, el asesinato de un joven periodista y de su novia cuando él investigaba la conexión entre el crimen organizado y el Gobierno convulsionó Eslovaquia, sacó a miles de personas a calle y provocó la dimisión del primer ministro. El crimen, por el que se juzga ahora a un oscuro empresario acusado de encargarlo, destapó las mafiosas relaciones entre el sospechoso con políticos y altos cargos del Estado. También ha reconfigurado el mapa político del país, y el hartazgo ciudadano por la corrupción y las ansias de cambio marcan las legislativas de hoy, en las que varias formaciones liberales y conservadoras plantan cara al partido Smer, en el poder durante más de una década y en el centro de numerosos escándalos.
En un panorama muy fragmentado, cobra fuerza la posibilidad de una coalición de varios partidos que logre apartar del Gobierno al Smer, de afiliación socialdemócrata pero de corte nacionalista, populista y socialmente conservador, que queda muy debilitado, según las encuestas. Su imagen está golpeada por la corrupción de los últimos años, así que la nueva etapa que aspiran a inaugurar todos -incluso el propio Smer tiene como lema el “cambio responsable”- pasaría, primero, por unirse para desbancarlo.
Que se fragüe esa alianza de partidos opositores depende, en buena medida, de cuántas formaciones consigan entrar en el Parlamento, ya que varias están en la frontera del 5% exigido. “Todos se han comprometido a hacer todo lo posible para aliarse y tienen una fuerte presión de los votantes para hacerlo”, explica el analista Gregorij Meseznikov, presidente del Instituto de Asuntos públicos de Bratislava y miembro del Instituto de Ciencias Humanas de Viena. Esa hipotética coalición estaría formada por partidos ideológicamente distintos, donde habría liberales, conservadores y un partido progresista. Para Meseznikov, “la principal motivación para unirse es ganar a Smer y también revertir las consecuencias negativas de sus años de gobierno, como la supuesta penetración de la mafia en las estructuras estatales, las violaciones del Estado de derecho y la politización de la justicia".
Aunque hay opciones, no será sencillo crear la coalición, ya que esa diversidad de partidos, muy alejados unos de otros en cuanto a políticas sociales (los derechos de las mujeres y las personas LGTBI y la inmigración, por ejemplo) puede resultar inestable, tal y como apunta el sociólogo Michal Vašečka, director del Instituto de Política de Bratislava.
Según el último sondeo, Smer, el partido de Robert Fico, que se vio forzado a dejar el cargo de primer ministro tras el asesinato pero se mantiene al frente de la formación, pierde casi la mitad de los votos respecto a las anteriores elecciones: del 28% pasaría a tener un 15,6%. Quedaría segundo rebasado por Olano (acrónimo de Gente Corriente y Personalidades Independientes), un movimiento anticorrupción de centroderecha liderado por Igor Matovic, azote de Fico en los últimos años y con un toque populista, con un 19,1% de intención de voto.
Los neonazis de Nuestra Eslovaquia (LSNS) quedarían terceros. El partido es uno de los más radicales de entre los extremistas de Europa, cuyo líder, un antiguo profesor de 42 años, Marian Kotleba, ensalza al régimen fascista de Jozef Tiso en la II Guerra Mundial, que ayudó a los nazis en el Holocausto. También emplea una retórica abiertamente racista contra los gitanos, a los que asocia con la delincuencia. Hace un par de años, el partido incluso organizaba patrullas para amedrentarlos. Todos los partidos han dicho que no pactarán con ellos.
La indignación por el asesinato a tiros de Jan Kuciak y de su pareja, Martina Kusnirova, ambos de 27 años, y el deseo de cambio de una ciudadanía enfadada con los políticos y harta de corruptos impulsó a la presidencia en marzo del año pasado a Zuzana Caputova, una abogada de 46 años sin apenas experiencia política. Abrió la puerta a una liberal, ecologista y europeísta en un país dominado por voces conservadoras y en una región, Europa Central, donde triunfa el populismo y el ultranacionalismo de derechas de Hungría y Polonia.
Ahora, en las primeras legislativas desde el asesinato, el país, de 5,4 millones de habitantes, afronta unas elecciones “que son un cruce de caminos en las que se decidirá entre una democracia que respeta el Estado de derecho, lucha contra la corrupción y se preserva la libertad de prensa o si estamos satisfechos con el sistema actual”, dice Peter Bardy, el director de Aktuality, el medio digital en el que trabajaba Jan Kuciak cuando lo mataron en su casa de varios tiros. Su novia, que estaba en otra habitación y entró tras los primeros disparos, fue asesinada también porque, según declaró en enero el asesino a sueldo, ella le vio, según recoge Reuters. En el juicio ha salido a la luz la relación entre el empresario acusado de encargar el asesinato, “vinculado a la mafia”, dice Bardy, con “políticos y altos cargos de la justicia, la fiscalía y de la policía”. En su opinión, una de las principales transformaciones que han ocurrido tras el asesinato es que “mucha gente se dio cuenta de que se puede cambiar el sistema, que puede ser más democrático y proeuropeo”, explica.
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