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Alberto Fernández asegura que el peso argentino no volverá a devaluarse

Duro cruce de acusaciones por la situación económica y sanitaria entre el actual presidente y su predecesor, Mauricio Macri

Enric González
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, durante una conferencia de prensa, en Buenos Aires.
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, durante una conferencia de prensa, en Buenos Aires.ESTEBAN COLLAZO (AFP)

El peso argentino no volverá a devaluarse. Y no ocurrirá de nuevo como en 2001, cuando el Estado saqueó los dólares de las cuentas privadas y dejó en su lugar pesos depreciados. El presidente Alberto Fernández intentó disipar el creciente miedo de la sociedad ante el riesgo de una crisis financiera de gran magnitud y aseguró que Argentina seguía siendo “un país con enormes oportunidades”. En un discurso telemático dirigido a los empresarios, en la mañana del miércoles, Fernández admitió que la situación era muy difícil, pero intentó ser optimista: “Lo único bueno entre tanta tragedia es que finalmente tocamos el fondo del pozo” y “solo nos queda mejorar”.

“Tenemos problemas y hoy mismo enfrentamos un problema por falta de divisas que heredamos, por una desconfianza que se crea porque se repiten cosas que no son ciertas, desde los que plantean que se viene una devaluación o que podemos quedarnos con los depósitos de la gente: jamás haría tal cosa”, prometió Alberto Fernández.

Casi todos los analistas financieros creen que la enésima devaluación es prácticamente inevitable. A principios de 2016, un dólar valía 10 pesos. Hoy, casi cinco años más tarde, la cotización oficial está en 82 pesos por dólar y la cotización libre, a 167: pese a los rígidos controles cambiarios, la divisa argentina pierde valor cada día, la diferencia entre los diversos tipos de cambio parece inmanejable y al Banco Central se le agotan las reservas. El Fondo Monetario Internacional pronostica que Venezuela, Perú y Argentina serán los países latinoamericanos más castigados por la crisis ligada a la pandemia. El ambiente económico es sombrío. Paralelamente, la crispación política no deja de aumentar.

El expresidente Mauricio Macri reapareció el lunes con una entrevista televisiva en la que aseguró que era la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, y no Alberto Fernández, quien dirigía realmente el país: “La vicepresidenta está conduciendo el Gobierno como todos pensamos que iba a suceder; tiene una agenda propia en la que necesita someter a la justicia”, dijo, en referencia a los múltiples juicios por corrupción y abusos que la expresidenta enfrenta en los tribunales. Macri afirmó también que había que acabar ya con la cuarentena, pese a que Argentina se encuentra entre los siete países del mundo más afectados por la pandemia.

La reacción de Alberto Fernández fue virulenta. Acudió a una televisión ideológicamente afín, C5N, para culpar de todo a Macri. “Dejaste un desastre”, afirmó, dirigiéndose al expresidente y tuteándole. “Macri, para que recuerdes, la cuarentena nos permitió poner de pie un sistema de salud que vos dejaste destruido, crear un Ministerio de Salud que vos cerraste, poner en pie un Ministerio de Ciencia y Tecnología con el que vos terminaste, poner en marcha una serie de hospitales que estaban construidos en 2015 y que por decisión de tu gobernadora [María Eugenia Vidal, exgobernadora de Buenos Aires] nunca se inauguraron”.

El miércoles, en la apertura telemática de la conferencia anual de IDEA (Instituto para el Desarrollo Empresarial de Argentina), Fernández volvió a atribuir a Macri la responsabilidad por la situación. Aseguró que había asumido el poder, en diciembre del pasado año, cuando “el país estaba en terapia intensiva después de haberse endeudado locamente, pedirle más plata al FMI [el préstamo total fue de 57.000 millones de dólares] y permitir que la plata se fugue. Llegamos a una Argentina recesiva que había cerrado más de 25.000 pymes, había potenciado el desempleo y la precarización del trabajo”.

A juzgar por los comentarios que escribieron tras escuchar el discurso del presidente, los empresarios no quedaron muy convencidos. Al igual que el FMI, con el que Argentina negocia ahora una reestructuración de la deuda tras hacerlo con los acreedores privados, los empresarios piden un plan económico coherente. Antes de que el presidente hablara en el coloquio de IDEA, Kristalina Georgieva, directora del FMI, se refirió a la complicada situación del país: “Argentina se enfrenta a desafíos dramáticos sin soluciones fáciles, la recesión es profunda, las condiciones sociales están empeorando [el 41% de los argentinos viven en la pobreza], los desequilibrios económicos están creciendo y también crece el divorcio entre el tipo de cambio oficial y el paralelo”, comentó durante la asamblea anual de la institución en Washington. “La prioridad más importante es poner en marcha una agenda económica creíble”, agregó.

Desde que irrumpió la pandemia, en marzo, Alberto Fernández y su gobierno no han podido hacer más que improvisar, presionados por la doble crisis, la sanitaria y la económica. Ahora, además, tienen que hacer frente al descontento de un amplio sector de la sociedad. Muchos de quienes votaron al expresidente Macri en octubre de 2019 (algo más del 40 por ciento de los electores) expresan su descontento con manifestaciones y la discusión en las redes sociales alcanza niveles de virulencia muy graves.

Con el gasto público financiado mediante deuda e impresión de billetes (menos del 15% se cubre con los ingresos fiscales) y con una inflación anual que ronda el 40% (en septiembre subió un 2,8%), Fernández intentará sostener en las próximas semanas su promesa de que no habrá más devaluaciones del peso.

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