Desde “pequeños resfriados” a remedios caseros, los presidentes que se han enfrentado al virus rodeados de polémica
Trump forma parte del grupo de dirigentes que han minimizado el impacto de la pandemia, como Bolsonaro y Lukashenko
El anuncio del positivo de la covid-19 del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su esposa, Melania Trump, llega apenas dos meses después de que el dirigente asegurara que el virus iba a desaparecer pese al incremento en los contagios en su país. ”Va a desaparecer", afirmó. Al igual que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, Trump se ha contagiado de la enfermedad que ha minimizado desde febrero. Otro dirigente afectado fue el presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, que había aconsejado beber vodka, jugar al hockey, ir a la sauna o labrar las tierras con un tractor para combatir la covid-19.
No llevar mascarilla o intentar alcanzar la inmunidad de rebaño, como propuso el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, son algunas de las principales medidas que han defendido los líderes más controvertidos en la lucha contra el coronavirus. Pese a que el tiempo ha revelado la gravedad real de la pandemia, algunos dirigentes siguen abanderando la minimización del virus o proponiendo soluciones polémicas:
Donald Trump (EE UU)
El 22 de enero, dos días después de que se registrara el primer contagio en EE UU, Trump aseguró que todo estaba bajo control. “Es una persona que viene de China. Lo tenemos bajo control. Va a estar bien”, sentenció. Aunque el avance de la pandemia ha demostrado que algunos líderes subestimaron la gravedad del impacto de la enfermedad, Trump ha seguido defendiendo su postura, hasta este viernes, cuando ha publicado en Twitter que deberá guardar cuarentena. El presidente era reacio a usar mascarilla pese a los casi 7,3 millones de contagios que hay registrados en su país. Llegó a sugerir nuevos métodos con los que acabar con el patógeno, como inyectar “desinfectante” a los enfermos para “limpiar los pulmones” o haces de luz ultravioleta. En su libro Rage (Rabia), el periodista Bob Woodward revela que el presidente admitió en marzo que estaba ocultando la gravedad de la situación. “Siempre quise minimizarlo. Todavía prefiero minimizarlo, porque no quiero crear pánico”, le dijo el 19 de marzo.
Jair Bolsonaro (Brasil)
En marzo, el presidente de Brasil desobedeció todas las recomendaciones médicas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y saludó e incluso abrazó a parte de sus seguidores en un acto en Brasilia con más de 8.000 personas. El dirigente se ha referido al virus que se ha cobrado más de un millón de muertes en el mundo como “un pequeño resfriado”, ha acusado a los partidos de izquierda de su país de causar la pandemia y defendió como tratamiento la hidroxicloroquina, un medicamento cuya efectividad ha causado controversia entre las autoridades médicas para combatir la enfermedad. Incluso cuando en julio se confirmó que era positivo en el test de covid-19, el presidente insistió en considerar exagerada la atención que se le estaba dando a la pandemia en Brasil, que con 4,85 millones de casos positivos y casi 144.680 muertos es el segundo país más afectado del mundo.
Aleksandr Lukashenko (Bielorrusia)
La gestión de la pandemia en Bielorrusia, con casi 90.000 contagios y 900 muertos, es una de las quejas que alimentan las protestas contra el presidente. En abril, respondió con burlas a una periodista que lo interpelaba por sus medidas contra el coronavirus. “¿Ves al virus volando por aquí? Yo tampoco lo veo”, aseguró. Entonces, recomendaba como método preventivo beber vodka y jugar al hockey, y no el guardar cuarentenas. También proponía para combatir la pandemia ir a la sauna o labrar las tierras con un tractor. Lukashenko desafió las recomendaciones de la OMS al no prohibir los actos públicos y multitudinarios. Poco después, se presentaba como un superviviente al virus. “Hoy están ante una persona que logró sobrevivir al coronavirus de pie”, sentenció.
Andrés Manuel López Obrador (México)
En marzo, el presidente de México pidió a los medios de comunicación que no exageraran la gravedad del virus porque era malo para la economía. “Quieren que aparezca con un cubrebocas, pero no estamos en esa etapa y no lo voy a hacer”, insistió. “¿Para qué voy a alarmar a la gente?”, repetía el mandatario. Incluso en julio, con la pandemia avanzada, volvió a negar la importancia de llevar mascarilla siempre que se observara la distancia física con el interlocutor. “La pandemia está perdiendo fuerza poco a poco”, aseguraba. Las críticas afloraron cuando López Obrador recomendó a los ciudadanos protegerse del virus con amuletos y “estampitas de la virgen” y otros santos.
Boris Johnson (Reino Unido)
El primer ministro británico llegó a ser ingresado en la UCI por covid-19 en abril pasado. En ese momento, las residencias de ancianos se quejaban de que Johnson les abandonará a su suerte al principio de la epidemia. Las críticas por la tardanza en realizar test de modo general se unían a los reproches por la templanza en la primera estrategia de actuación contra el coronavirus en la que perseguía, asesorado por su gabinete científico, la llamada inmunidad de rebaño. Tras superar la enfermedad, Johnson dio un giro en la gestión de la crisis.
John Magufuli (Tanzania)
Conocido como el Bolsonaro o el Trump de África, John Magulfi es repetidamente criticado por desinformar a Tanzania sobre la crisis sanitaria. Además de la ausencia de datos sobre infectados y muertos, el líder apela a Dios y a baños de hierbas para combatir la enfermedad, se resiste a cualquier medida de confinamiento. Llegó a asegurar que había enviado muestras de una papaya y una cabra para que fueran analizadas y que dieron positivo, en un nuevo intento de arrojar dudas sobre la covid-19 y su verdadero impacto.
Gurbanguly Berdimuhamedovn (Turkmenistán)
El Gobierno de Turkmenistán, que tiene frontera con Irán —uno de los primeros países en detectar infectados desde China—, ha desterrado la palabra coronavirus de la Administración y medios independientes denuncian que las autoridades ocultan la pandemia y detienen a quien hable de la crisis en público o lleve mascarilla.
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